El Bahamas estaba parado. Las redes
y trócolas preparadas. Las trampillas
que cubrían al la bodega abiertas y los hombres atentos a la señal.
Hoy
sabían que ningún guardacostas estaría al acecho. El propio gobierno del país
era quien sacaba al mercado negro los excedentes de armas que quedaban fuera
del cupo de las exportaciones legales.
Armas destinadas a las guerrillas, mafias
y bandas de narcos, incrementando así los pedidos legales de los gobernantes que debían velar
por la seguridad de sus poblaciones.
Los motores de una gran embarcación se oían
de fondo. Los faros iluminaron la
zona de babor y una cadena humana con
todos los eslabones sincronizados, fueron haciendo el trasvase de aquellos
pesados cajones.
La embarcación marchó. La bodega volvió a
cerrarse. Los hombres se fueron a dormir y aquí no ha pasado nada. A la mañana siguiente los motores se pusieron
en marcha y el Bahamas rumbo al lugar donde debería hacerse la entrega.
Samuel tenía todos sus aperos de pesca
preparados. La mar estaba tranquila y a
la caída del sol, la luna llena reinaría en el firmamento. Poco a poco, fue subiendo cosas y
colocándolas junto a la pértiga de carga.
.-que ¿ya tienes todo a punto?
.- si. Ahora a esperar a
que anochezca
.- me gustaría echarte una mano y ver tu
destreza
.- confía en mí, como te
prometí, el más hermoso será tuyo
.- de eso estoy bien seguro. Claro, eso en
caso de que saques alguno
Ató el cabo al gancho de la grúa y fue
arrojando al agua la red. Una vez que la propia marea fue separando las bolas
de corcho creando un círculo, repartió con su gran genio unas bolsas de lona
llenas con fragmentos de hierro que había fabricado como plomada.
.- vamos, ahora tíralas
una a una al centro de la red, esto hará que se sumerja lo suficiente.
.- ¿y después?
.- después esperar
La noche estaba estupenda. A unos
metros, Abbud y Tayyeb dormían sobre sus hamacas.
Bajaron a los camarotes para subir a
cubierta los colchones de sus camastros y en ellos dormir junto a la
pluma, por si se producía algún
incidente inesperado.
Los dos panza arriba miraban en silencio
las estrellas, imaginaban como serían otros mundos. Que habría más allá de lo
que su vista alcanzaba, quizás desde otro sitio, alguien estaría mirando hacia
ellos pensando lo mismo.
.- ¿tú crees que habrá vida ahí arriba?
.- no tengo ni idea,
pero puede ser
.- dicen que cada estrella es como nuestro
sol, incluso más grande y que a su alrededor giran infinidad de planetas
.- hay muchas, seguro
que en algún sitio… no sé
-La duda hizo de nuevo el
silencio-
Siguieron mirando el cielo. Se levantó una
leve brisa que recorría la cubierta de proa a popa. Una caricia que relajaba
sus cuerpos adormeciendo sus
pensamientos.
-de pronto Samuel se incorporó-
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