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miércoles, 5 de julio de 2017

Cargamento "10"



          El Bahamas estaba parado. Las redes y  trócolas preparadas. Las trampillas que cubrían al la bodega abiertas y los hombres atentos a la señal.
   Hoy sabían que ningún guardacostas estaría al acecho. El propio gobierno del país era quien sacaba al mercado negro los excedentes de armas que quedaban fuera del cupo de las exportaciones legales.
      Armas destinadas a las guerrillas, mafias y bandas de narcos, incrementando así los pedidos  legales de los gobernantes que debían velar por la seguridad de sus poblaciones.
      
           Los motores de una gran embarcación se oían de fondo.        Los faros iluminaron la zona de babor y una cadena humana  con todos los eslabones sincronizados, fueron haciendo el trasvase de aquellos pesados cajones.
      La embarcación marchó. La bodega volvió a cerrarse. Los hombres se fueron a dormir y aquí no ha pasado nada.  A la mañana siguiente los motores se pusieron en marcha y el Bahamas rumbo al lugar donde debería hacerse la entrega.

        Samuel tenía todos sus aperos de pesca preparados.  La mar estaba tranquila y a la caída del sol, la luna llena reinaría en el firmamento.       Poco a poco, fue subiendo cosas y colocándolas junto a la pértiga de carga.
     .-que ¿ya tienes todo a punto?
.- si. Ahora a esperar a que anochezca
     .- me gustaría echarte una mano y ver tu destreza
.- confía en mí, como te prometí, el más hermoso será tuyo
     .- de eso estoy bien seguro. Claro, eso en caso de que saques alguno

     Ató el cabo al gancho de la grúa y fue arrojando al agua la red. Una vez que la propia marea fue separando las bolas de corcho creando un círculo, repartió con su gran genio unas bolsas de lona llenas con fragmentos de hierro que había fabricado como plomada.
.- vamos, ahora tíralas una a una al centro de la red, esto hará que se sumerja lo suficiente.
     .- ¿y después?
.- después esperar
       La noche estaba estupenda. A unos metros, Abbud y Tayyeb dormían sobre sus hamacas.
           Bajaron a los camarotes para subir a cubierta los colchones de sus camastros y en ellos dormir junto a la pluma,  por si se producía algún incidente inesperado.
    Los dos panza arriba miraban en silencio las estrellas, imaginaban como serían otros mundos. Que habría más allá de lo que su vista alcanzaba, quizás desde otro sitio, alguien estaría mirando hacia ellos pensando lo mismo.
     .- ¿tú crees que habrá vida ahí arriba?
.- no tengo ni idea, pero puede ser
    .- dicen que cada estrella es como nuestro sol, incluso más grande y que a su alrededor giran infinidad de planetas
.- hay muchas, seguro que en algún sitio… no sé
                 -La duda hizo de nuevo el silencio-
    Siguieron mirando el cielo. Se levantó una leve brisa que recorría la cubierta de proa a popa. Una caricia que relajaba sus  cuerpos adormeciendo sus pensamientos.
       -de pronto Samuel se incorporó-





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