Tras largos y calurosos días
surcando el ecuador, llegaron al punto acordado. A lo lejos unos nubarrones negros anunciaban una larga espera. De
la bodega se sacaban unas grandes lonas y con ellas se cubrían todos los
víveres. Por todas las argollas que
había repartidas por la cubierta, se insertaba una gruesa maroma con lazadas
intermedias, haciéndola un punto de sujeción seguro en caso de temporal. El viento empezaba a arreciar, pero ya
estaba todo bien amarrado a sus puntos de anclaje, ahora solo quedaba esperar
que aquella vieja carcasa aguantase un nuevo envite del cielo y si no era
así, dormirían en el fondo del mar, sin
que nadie los echase en falta.
Todo bien cerrado y los hombres
preparados para achicar agua en cuanto las olas empezasen a abordarlos.
.- ¿porqué no nos dirigimos
a puerto? allí al menos
.- ¿al menos? Mejor muertos
.- pero de la cárcel se
sale
.- nuestra libertad solo tiene un precio,
la vida.
Hemos pensado muchas
veces el desembarcar en un país civilizado, que no creas que hay muchos y
emprender el comienzo de una nueva vida intentando dejar atrás el
pasado
.- ¿y por qué no?
.- no lo sé, puede ser que solo sea
cobardía, miedo a que la vida ponga de nuevo en nuestras manos un arma, que la desesperación de la soledad, nos
empuje en brazos de la droga, no te lo
podría decir, cada uno de nosotros tiene sus motivos, pero el caso es que todos
seguimos aquí y ninguno queremos abandonar esta chatarra.
La tormenta se aproximaba. El negro cielo se llenaba de luminiscencias
que daban paso a tenebrosos estruendos. El agua empezaba a caer con fuerza, Samuel se preparaba para lo peor, mientras
los demás con toda tranquilidad esperaban a que aquellos grandes depósitos con
la tapadera abierta, recogiesen todo el agua posible.
Una hora larga jarreando agua. Dejó de
llover, (menos mal pensó Samuel) mientras con cinchas de lona cerraban a presión las tapas de los
depósitos casi llenos.
.-musaso, ata fuerte este cabo a la
cintura
Tayyeb, pasó el otro
extremo por una de las argollas y luego se ató él.
.- estar atento, si tú ir yo tirar y al
revés, siempre cuerda tensa.
.- ¿pero porqué?
.- musaso, prepárate ahora viene lo bueno
Lo que parecía ser una suave
brisa, se fue incrementando. Las olas empezaron a romper contra el casco y como
una fuerza salida del fondo del mar, se iban elevando hasta hacerlos sentir una
insignificancia.
La gran
mole de hierro parecía una pluma a merced del viento. Entre
la olas la visión era nula, solo se podía estar pendiente de la voz del
compañero y de la tensión de la cuerda para no perderlo en alguna envestida.
Por fin empezó a llegar la calma, los
cuerpos exhaustos quedaban tumbados en cubierta, las cuerdas y músculos se
aflojaban. Solo un cabo seguía tenso
en sus extremos y un grito resquebrajaba una garganta.
.- ¡Gary, Gary!
Pero Gary no estaba en cubierta, su
cuerpo colgaba atado por la cintura, golpeando el casco del Bahamas. Para él
había acabado el viaje. Ante la mirada
inocente de Samuel y los ojos cerrados del resto, Patrick, fue hacia la cocina
y volvió con una macheta. Un
golpe seco, seccionó la cuerda por la mitad, dando así sepultura al compañero
perdido. Ninguno se acercó a la barandilla para despedirlo, el mar haría los
honores de recibirlo en su seno.
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