Y morir en paz.
En frente, un abanico de posibles
reencarnaciones.
Tener en tu mano, el poder de decidir.
Explorar posibilidades entre el
mar y el cielo.
Ver como algunos que en la fila esperan,
no tienen tu misma suerte, el
poder de elección.
A los que de todo gozaron, sin saberlo apreciar,
ahora les toca miseria y calamidades
varias.
Se aproxima un pordiosero y a
este conceden riquezas.
Le toca el turno al risueño y le cargan
con tristezas.
Al pletórico de amor, la soledad
le ha tocado,
y al que abusó del escarnio, a
perro lo han condenado.
Van quedando pocas cosas donde poder
elegir.
Al que infringió sufrimientos,
ahora le toca sufrir.
El que maltrató mujer, nacerá para ser
madre,
y la que sufrió en sus carnes el
golpe y la humillación,
se reencarnará en estrella, poeta
de la ilusión.
A aquel niño chiquinino, que no llegó a
adolescente,
le han salido unas alas de blanco
luminiscente,
y será ángel de la guarda, de
esas especiales mentes.
Y me toca el turno a mí. Ya casi no
queda nada.
Entre unos cuantos destinos, ahora tengo que elegir.
En las manos de los jueces…
Viento para recorrer los cielos.
Agua surcando los valles.
Fuego al que todos temen.
Nieves en cumbres perpetúas.
.- no han entendido mi ser
Tan solo un anciano tiene, lo que mi
mente desea.
De forma redondeada como guijarro de
río
Eso duro en apariencia pero lleno de
ternura
Esa lágrima encerrada que oculta su
soledad
Ese beso enamorado que se quedará
guardado
Esas palabras de amor que nadie
pronunciará
Ese segundo infinito que no se puede
pensar
Esos abrazos del alma, que nadie, sabe
apreciar
Tiene una pequeña piedra, que con
sudor ha esculpido
en sus manos arrugadas de años dándole
vueltas
Eso que nadie ha querido, eso…
… eso en lo que yo he elegido.
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