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jueves, 13 de julio de 2017

Rumbo a... "19"




          Aunque el hambre y sobre todo la sed apretaban, no saldrían de la bodega hasta el siguiente amanecer.
             La noche interminable, les haría barajar en sus mentes las distintas posibilidades y consecuencias a las que se deberían enfrentar.
      El abandonar el Bahamas en España o cualquier otro país de habla hispana, les facilitaría mucho las cosas ya que era el único idioma que Samuel hablaba.      Weza  Chapurreaba todos para defenderse y salir del paso (o eso le parecía a él, dentro de aquellos cuatro hierros donde se hablaba un batiburrillo de palabras sueltas)
.- ¿te imaginas que en España encontramos a mi familia?
       .- ¿te imaginas que no sabes ni donde vivías?
.- pero sería estupendo
     .- pues vámonos a Senegal y nada más poner el pie en tierra, seguro que nos llevan a la cárcel y yo allí, seguro que conozco a casi todos
.- desde luego, tú eres un agorero ¿Qué trabajo te cuesta soñar por un momento?
    .- perdona, tienes mucha razón. Algún día recordaras y si estamos cerca, mejor que lejos
.- lo dices con miedo. No te preocupes, somos hermanos
     .- los hermanos pequeños, nunca miran hacia atrás, cuando ven un camino ilusionante llamado sueño
.- yo nunca olvidaré estos meses
     .- ni yo rapaz, ni yo

        Ellos dormían a pierna suelta sobre un colchón de redes. Cuando el sol estaba empezando a despuntar,  el puño de Guzmán aporreaba con fuerza las metálicas compuertas de carga.
           .- qué ¿os vais a decidir ya?
     .- cállate, pesado
        -Una carcajada en coro se produjo en cubierta, lo que enfureció aún más a Guzmán –
         .- espero que paséis un buen día, seguro que mañana a la mañana se os ha pasado la tontería
        -Un golpe seco advertía que una barra de hierro había sido atravesada en la entrada, con el fin de que nadie pudiese entrar o salir de la bodega –
        El cielo estaba totalmente despejado.   Ni una sola nube se acercaba para evitar por un instante que los rayos del sol penetrasen en las chapas oxidas.
        Con el sol de al medio día cayendo de plano, aquello parecía una olla a presión. Ni una abertura quedaba por la que entrase el aire. El sudor emanaba por cada poro de su piel y la consciencia se disipaba a consecuencia de la deshidratación.  
    Samuel tumbado sobre unas cajas de madera,  no daba crédito al aguante que tenía aquella mole de piel oscura. Weza permanecía desnudo en el centro de la bodega de pie con las piernas abiertas y los brazos en cruz,  cabeza erguida con los ojos cerrados inmóvil,  justo allí donde daba el único rayo de luz que se colaba entre el marco y las hojas de las compuertas de carga, provocando en su cuerpo empapado  una reflexión de brillo intenso.
    
       Unas ratas aprovechaban para roer los cachos de pescado seco que habían quedado entre los nudos de la red.  Sus ojos se abrieron, dos pasos sigilosos hacía su derecha y su mano en posición se lanzó con rapidez y eficacia sobre una de ellas como si de una serpiente se tratase.  Un ruido – crack -  los huesos de la cabeza del roedor habían quedado reducidos a añicos.    Hincó sus dedos en la piel grisácea y con otro gesto brusco la rata quedó desollada, quedando la piel colgando de las patas traseras y el rabo.
         .- toma un cacho, está fresca
.- lo siento no tengo tanta hambre
     .- el día va a ser largo, hazme caso
              Weza arrancó con los dientes un cacho de carne de la parte del lomo, la puso en su mano, luego extendió su brazo hacia él.
         .- cógelo
           Samuel dentro de su perplejidad, lo cogió con la punta de os dedos y se lo llevó a la boca tragándolo sin masticar.  Su garganta pareció suavizarse.
        .- toma un poco más, pero mastícalo, no te de asco, es la única manera de quitarte el estropajo de la boca
      ¿Cómo podría masticarlo sin sentir asco? Pero era la única forma de hacer más llevadera aquella tortura.

    



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