.- oye, tengo una pregunta ¿y de los
cargamentos, nunca os quedáis con nada?
.-no, para qué
.- ¿ni tan siquiera
abrís las cajas?
.-
no te entiendo
.- aunque solo sea para
saber lo que hay dentro
.- sabemos lo que hay. Si está en cajas
pesadas armas y si viene en fardos droga, siempre es lo mismo
.- pues eso ¿Qué si no
os quedáis con nada?
.- todos los que estamos aquí hemos
tenido algo que ver, con alguna de esas dos cosas. Lo único que nos han traído ha sido la
desgracia a nuestras vidas. Ahora llegan a nuestra bodega y según vienen se
van. Es nuestro modo de vida pero nada más
.- sois una gente muy
rara
.- el portar un arma o consumir drogas,
solo traería conflictos.
.- bueno, visto así
.- así es como hay que verlo, si se quiere
vivir en paz.
.- vamos a dormir que
antes de que amanezca hay que recoger.
A media noche, Samuel se levantó a ver cómo
iba la cosa. Hacía fresco, bajo a los camarotes y subió unas mantas. Primero tapó a Weza (este ni se enteró) luego
se acercó despacio a las hamacas y con mucho cuidado puso una manta sobre cada
uno de ellos. Según se alejaba oyó un
susurro agradecido – Gracias musaso – Esas palabras que no esperaba, las
recibió como un preciado regalo y con una mueca de felicidad en su rostro
volvió a dormirse.
.- vamos Samuel que ya está amaneciendo
.- uf, me he quedado
sopas
.-
a ver qué tal se ha dado, ya tengo ganas de verlo
Desplazaron la punta de la grúa hacía el
exterior y comenzaron a enroscar cable. Los dientes de la trócola castañeaban
con alegría hasta que media red estaba fuera del agua - De pronto –
.- oye, esto pesa demasiado
.- me parece que tenía
que haber hecho una red más pequeña
-Tayyeb
bajó de su hamaca –
.- vamos Abbud, el musaso tiene
problema
.- dinos resucitao ¿a que
ayudar?
.- creo que podemos
controlarlo, una vez que esté arriba del todo, tiramos hacía dentro con fuerza y que salga el sol por donde
quiera
.- no entiendo, tirar sol donde
.- vamos ahora, los cuatro con fuerza
-dejándose los dedos en las cuerdas de
la red,
lograron que la mitad estuviese a bordo –
.- seguid tirando, voy a
aflojar la pluma
.- ja, ja, estos ya son nuestros
.- musaso es listo
.- ahora el último
esfuerzo, una dos y…
A la cuenta de tres el resto de la
red cayó en cubierta y al aflojarse la boca de aquella nasa, los pescados
corrían como agua vertida de una zafra.
Mientras los tres miraban y reían, Weza
parecía haberse vuelto loco. Corría
entre los peces con los ojos abiertos como luceros y con sus grandes manos los
iba atrapando uno a uno gritando - Este
para mí. No este. Mejor este ¿y ese? Vaya cachalote. Ese, ese para mí.
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