Los días pasaban y D. Fernando no daba
señales de vida.
Desde la ventana del salón veían el trasiego
de gente entrando y saliendo del local. El escaparate tapiado la puerta de
madera se habían convertido en dos grandes cristaleras empapeladas por su
interior, para que nadie pudiese ni imaginar su nuevo aspecto.
La curiosidad les hacía intentar mirar
como de reojo cuando por la puerta pasaban y esta estaba entreabierta, pero
tenían orden de ni siquiera asomarse o hablar con los operarios que allí
trabajaban. D. Fernando quería darles
la sorpresa con la satisfacción de ver sus caras y ese día sentiría pagada
parte de la deuda que tenía con Guzmán.
Internet les ayudó a ponerse al día de lo
que pasaba en el mundo y sentados en el sofá, frente al televisor del salón, no
faltaban nunca a la hora de los informativos.
Por fin llegó la hora esperada. Muy temprano llamaron al timbre. Eran ellos,
D. Fernando y Ricardo.
Juntos bajaron al portal. Sin cruzar la calle, vieron como subían y
anclaban, un gran cartel luminoso que
cubría toda la parte superior de la fachada:
--- ASESORÍA FINANCIERA BAHAMAS
---
Los operarios quitaron los papeles
que cubrían los cristales, pero los ojos de Samuel y Weza, no podían ver, ni
aun habiendo cruzado la calle. Era
tal la emoción que el mar de lagrimas les impedía incluso respirar.
Entraron al interior. Dos mesas en forma de ola de colores azul y
verde, eran suficiente para llenar todo el espacio. Sobre ellas, una pantalla de ordenador en su lado
derecho. Centrado, un gran
portafolios. Al lado izquierdo, una reproducción en
miniatura del Bahamas con un nombre inscrito: Guzmán. Y al lado, la placa de metal sobre una
pequeña peana de madera labrada en la que se podían leer sus nombres y el
cargo:
“director
ejecutivo”
Un archivador, sobre el que reposaba
un ancla de cerámica, dormía junto a una columna. Las paredes en blanco, totalmente
vacías. Tan solo un cuadro en la del
fondo presidia el local. Una ampliación
en sepia. Dos hombres jóvenes que se
estrechaban la mano con el mar de fondo.
No les hizo falta preguntar quienes eran. El parecido no se había distorsionado con los
años. Solo se acercaron y dijeron: Gracias.
D. Fernando, en silencio dejó las llaves
sobre una mesa y se marcho junto a Ricardo dejándolos solos.
No tenía derecho a romper aquel
momento con palabras inútiles que a la vista estaba que sobraban.
Samuel y Weza ni fueron a comer ese
día, cuando volvieron por la tarde, allí seguían, sentados cada uno en su
sillón, de espaldas a la mesa con el pequeño Bahamas entre sus manos y mirando aquella fotografía.
.- buenas tardes
-los dos se giraron
sobresaltados-
.- tranquilos que somos
nosotros
.- gracias D. Fernando,
de lo que recuerdo, creo que este ha sido el día más feliz de mi vida
.- pues aún o hemos acabado,
claro, que el resto seguro que ya no tiene comparación.
.- vamos a la calle
.- tomar esto son vuestros
carnet de conducir y ese es vuestro coche
Allí aparcado, un todo terreno
recién salido del concesionario les esperaba.
.- vamos, a que esperáis para
probarlo
.- ¿no la liaremos?
.- nada, Ricardo va con vosotros
.- ¿y usted?
.- le tengo mucho aprecio a la vida,
yo me vuelvo a casa con mi coche. Divertiros
y cuidado con beber
.- por eso no se preocupe
.- os dejo en buenas manos pero
cuidado no volváis muy tarde, mañana a primera hora estoy aquí.
Esa tarde/noche, Ricardo
los llevó por todos los sitios de moda. Desde los locales donde los
trabajadores tomaban unas cervezas con amigos
hasta esos lugares que solo la gente de alto standing se permitían el
lujo de frecuentar.
Rozando el amanecer abrían
la puerta para descansar un poco. A las diez en punto “como marcaba el
cartelito” la puerta del local debía
estar abierta.
“34” Transición
Después de desayunar, abrían al público.
.- ¿y ahora qué?
.- ahora a esperar a que entre algún
cliente
.- si entra alguien lo
atiendes tú
.- tranquilo, que yo lo atiendo
.- ¿pero tú sabes de
asesoramiento financiero?
.- de toda la vida
-Samuel se quedó
mirándolo con gesto de incredulidad-
Con cara de aburrido se entretenía
dibujando con un lápiz sobre un folio doblado a la mitad.
Weza, atento a la pantalla del ordenador,
demostrando interés y anotando datos.
Cosas sin sentido. Vamos por
hacer algo
.- ¿Qué haces?
.- viendo los productos que más suben y
bajan en la bolsa
.- bolsa… menuda bolsa
estás tú echo
.- nadie dice que trabajes, hombre, pero
al menos que lo parezca
.- vale, voy a buscar
algún restaurante con buena pinta en los alrededores la ciudad
.- lo tuyo tiene guasa
.- solo es por si viene
algún cliente y hay que llevarlo a comer
¿O vas a ir con él al bar de la esquina?
- En esto el jefe entraba por la
puerta-
.- ¿Cómo va la mañana?
.-bien, no damos abasto
-en una carpeta un montón de
papeles que iba sacando sobre la mesa-
.- aquí está el registro y las altas
de la empresa
.- altas de la seguridad social
.- cuenta bancaria y tarjetas de
gastos de empresa
.- cartillas personales con tarjetas
de débito
-guardadas las tarjetas en el bolso y los
papeles en un cajón, D. Fernando mostró
otra carpeta-
.- bueno. Aquí
tenéis una fotos de mis hijas y sus amigos, esta es Susana, la mayor y esta Judit la pequeña.
.- anda, pero si esta
pandilla son amigos nuestros
.- claro los de la piscina
-D. Fernando comenzó a reír sin
poder parar-
.- perdonar, pero –la risa no le
permitía hablar-
.- ¿qué le pasa?
.- lo siento, esperar
.-tranquilo que le va a dar algo. Samuel, marcha a por un botellín de agua al
bar
.- ya se me pasa, tranquilos, ya se
pasa
.- anda qué… vaya risa
más tonta le ha entrado
-ya empezaba a respirar con normalidad, pero al alzar la vista y mirarlos
de frente, la risa volvió con más fuerza-
.-uf, ya, ya, que mal
.- ¿pero que le ha
pasado?
.- ósea que vosotros sois esa
parejita tan agradable
.- ¿nosotros parejita?
.- eso es lo que me dijeron, bueno
sois famosos en todo el hotel
.- ya decía yo
.- ¿ya decías tú qué?
.-nada, nada
.- por eso nos miraban y se sonreían cada
vez que nos saludaba alguien
.- anda que si supieran
esto en el Bahamas
.- vosotros veréis lo que hacéis. Pero, ya tenéis ganados a los amigos y amigas de mis hijas, solo tenéis que seguirles el
juego y saber dónde van y lo que hacen, para estar cerca y evitar que se metan
en líos.
-Samuel con acento sudamericano en el
hablar, puso postura de modosito-
.- ay, mi amol, ya te
veo vestidita de blanco
.- como suelte la mano del revés, te voy a
vestir yo a ti de monaguillo
.- perdonar pero… ¿Qué hicisteis para dar esa impresión a todo
el mundo?
.- que yo sepa nada
.- lo habrán descubierto
en tu mirada
.- a que te llevas un bofetón
.- no te enfades, si es gracioso
.- pues usted perdone, pero hace un rato
que dejo de hacerme gracia el chiste
.-venga vale, que ya
está bien
.- a mi no me importa como lo hagáis
o no, yo solo valoro los resultados
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