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sábado, 15 de julio de 2017

Rumbo a... "20"




      Entre sueños un susurro se deslizaba desde lo alto de la escalera detrás de la puerta.
     .-musaso sube.  
    Los dos aprovecharon sus últimos resquicios de aliento para escalar los empinados peldaños.
           Apoyado en la puerta, un trozo de hilo se deshacía lentamente al sol, dejando entrar por la rendija del suelo unas gotas de agua que le darían el sustento necesario para llegar a la noche con vida.
               Pasaron las horas, una vez anochecido el calor insoportable, se convirtió en un frio aterrador.
     .- lo entiendes ahora, por eso te dije que te quitases toda la ropa.     No te la pongas, aprovecha una prenda  para secarte bien todo el cuerpo y después ponte el resto
.- no había pasado tanto calor y tanto frío en mi vida el mismo día
      .- ahora ayúdame
           -Weza puso un gran cajón boca arriba-
     .- vamos hay que llenarlo hasta la mitad con estas gruesas redes.
        Aquel amasijo de cuerdas le servirían como colchón
         .- trae tus redes, que son más finas y menos pesadas
.- ¿y qué más da?
       .- tú hazme caso
            -una vez estaban las redes junto al cajón-
      .- vamos adentro, bien juntos para darnos calor
               Una vez dentro, se echaron por encima aquel amasijo de cuerda y corchos.      Los fuertes brazos del genio se abrieron paso entre los nudos y rodearon el cuerpo de Samuel apretando la temblorosa espalda contra su pecho.
     .- tranquilo, pronto entrarás en calor
.- tú no eres mi hermano, eres igual que una madre
     .- lo siento, pero no tengo tetas
-una risa escandalosa iluminó la desoladora oscuridad-
       .- ánimo zagal, que mañana tenemos que pescar
.-sí, mañana echaremos las redes y te voy a sacar un pez que no vas a ser capaz de terminarlo
              En cuanto que entró en calor, se quedó dormido. El frío había dejado de atenazar sus articulaciones y la tensión de sus músculos se convertía en flacidez.
  Weza con sus ojos entreabiertos vigilaba que ningún mal sueño perturbase su descanso.    Susurrando con dulzura cerca de su oído, contaba historias de amor entre intrépidos piratas y afables sirenas, allá en las profundidades.      Rodeados de corales cubiertos por barcos embrujados, cofres abiertos, tesoros hundidos  donde joyas legendarias de dorado metal engarzando rubíes, zafiros, esmeraldas y diamantes, resplandecían iluminadas por los rayos de luz que surgían del tridente del rey Neptuno. Allá  donde las gaviotas no le pudieran molestar.
 Al run, run, el buen genio fue perdiéndose en su historia volviéndose protagonista de la misma.       Agasajado por  bellas doncellas con rostro angelical y largas melenas se dejó engullir por la lámpara maravillosa donde el tiempo no tiene dimensión, donde el vapor de incienso embauca los sentidos más placenteros y los colores del arco iris se funden en los labios de la joven amada proporcionando un sabor a cielo en cada beso.
         El sol no se quedó dormido. Puntualmente  asomó en el horizonte y la rotundidad de los puñetazos sobre las chapas, pusieron fin a la tranquilidad.


     
 

1 comentario:

  1. Eres un gran escritor... me leído de un tirón hasta acá, y espero terminarlo dentro de un rato.. La verdad es una emocionante aventura , sensible , emotiva y te engancha por a dinámica de la narración ! Es muy ameno y ágil cada capítulo .. Me gusta mmuhisimo ! EnhorBUENA Carlos !!!

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