Clavaron sus ojos en un par de mujeres
que estaban apoyadas en la barra. Estas
se acercaron amablemente.
.- ¿no os apetece pasar un
buen rato?
.- eso mismo me estaban diciendo en
este momento. Vamos, que no hay tiempo que perder
.- ¿y usted?
.- que joven más atento. Yo me voy a
la cama, pero solo. Mi cuerpo lo que
quiere es dormir.
Las dos parejas subieron a las
habitaciones del primer piso. En el
pasillo, Weza ya empezó a desprenderse de la camisa, Samuel esperaba que fuera ella quien le
quitase el traje nuevo, sin prisas. No
era algo que estuviese al alcance de su mano todos los días y sabía que pasaría
mucho tiempo hasta que se le volviese a presentar una ocasión como esta.
Pasado un rato, el genio abotonándose el
pantalón salía de la habitación .-
vamos zagal que se te va hacer de día. Te espero abajo
-De nuevo se sentó en la mesa de al lado
del piano-
De pronto alguien llamó a la
puerta y el dueño salió a ver quién era.
Unos indeseables empapados en alcohol, querían entrar para echar la
última copa.
.-
lo siento, esto es una fiesta privada –
aclaro el dueño-
De un empujón la hoja de la puerta lo
desplazó cayendo al suelo y dejando la entrada libre.
Guzmán junto a otros se apresuraron a
atenderle. El resto se pusieron frente a
la puerta.
.- creo será mejor dar la vuelta y
marchar- advirtió Abbud –
.- ¿nos vas a echar tú? - le contestó en mas farruco de todos-
A Tayyeb no le pareció nada bien que a
su amigo se le diera aquella
contestación. Dio un
paso al frente y lanzó el brazo con tal fuerza que su puño hizo cayese
desplomado al bocazas
Comenzó una bronca y con ella los
puñetazos, los gritos y el volar de objetos.
Weza sin saber porqué se puso al
lado de la cortina que cubría la puerta por la que se accedía a las habitaciones
de brazos cruzados mientras sus compañeros daban y recibían golpes a destajo.
Al oír el barullo, Samuel a medio vestir bajó como una centella. Al abrir la cortina vio como algunos de
aquellos individuos echaban mano de sus navajas de gran tamaño. Sus compañeros se echaron hacia atrás.
.- de aquí no vais a
salir vivos – amenazo uno de ellos-
Samuel echo mano a la parte trasera de su
pantalón y sacó una pistola (que había sustraído del cargamento) Weza, estuvo
atento. Con su mano izquierda le agarró la muñeca, con la derecha le quitó el
arma de entre sus dedos antes de que nadie se percatase de lo sucedido y la
guardó en su bolsillo. Luego solo, sin
miedo se abrió paso entre la multitud y
se puso al frente.
.- guardad las navajas, hoy aquí podría
haber muerto alguno de vosotros – empuñó
la pistola y les apuntó – tantos como balas tiene este cargador y os garantizo
que tengo muy buena puntería.
Retrocedieron a regañadientes y se
marcharon.
Se acabó la fiesta. Sin decir palabra. Asombrados de que un compañero tuviera un
arma, la tripulación del Bahamas recorrió la calle hasta el embarcadero, montó
en los botes y se dirigieron al barco.
Una vez, todos a bordo, solo se oyó la
voz Bronca de Guzmán.
.- Señores a dormir. De lo ocurrido ya
hablaremos mañana.
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