martes, 22 de enero de 2013

Salvapatrias NO

      Hace un tiempo, el 11 de febrero de 2012, publiqué mi opinión con la entrada titulada 11 años;  Para intentar no hablar de oídas, sorprendiendo a Ferdinando “ja, ja”  me leí un tocho de páginas que componían una sentencia judicial, que condenaba al juez Baltasar garzón.
     En estos días todos los medios están saturados del caso de L.Bárcenas,  es decir sigue coleando el caso Gúrtel, y seguirá por mucho tiempo.  De hecho, solo ha habido dos sentencias, una multa por la historia de los trajes y la inhabilitación del juez,  esto sí que tiene tela.
     Lo que no termino de entender, es para que pagamos al cuerpo de policía de investigación, coño, que hay muchos periodistas en paro, y son los que están haciendo el trabajo y denunciando los casos, por cierto demasiados casos.
     Este juez que lleva ahora la causa, al igual que muchos otros, para conseguir algunas pruebas, seguro que tienen que incurrir en alguna ilegalidad, incluso me atrevería a decir, que algunos de la fiscalía y fuerzas de seguridad, pueden cometer alguna irregularidad, digamos, supuestamente intencionada, para que todos los implicados se vayan de rositas y por su puesto la pasta, siga a buen recaudo, aunque algún euro tenga que cambiar de mano para contentar a algunos y cerrar bocas.
      Hablando de manos.  Se dice, que por ciertos sitios, circulaban sobres con sobresueldos, de ellos, a un “señor” se le quedaron veintidós millones de Euro (3.652 millones de la antiguas pesetas) entre las uñas. ¿Cuánto se llevarían los que ponían la mano?, ¿cuánto los que ponían las dos manos?, y lo más gordo, ¿cuántos pares de manos se llenaron?
     Cada día salen noticias de corrupción, mangantes de todos los colores, retribuciones ilegales, y pagos que se ajustan a la legalidad, aunque sean inmorales totalmente, es decir que unos por otros la casa sin barrer, y al final todo lleno de mierda.
      Hace un tiempo, la gente se vanagloriaba con toda tranquilidad, de lo hábil que era para buscar recovecos y llenarse los bolsillos, ahora callan y aquí no ha pasado nada, eso ya no tiene arreglo, nadie se va a arrepentir, nadie va a devolver el dinero, nadie va a ser condenado, hay demasiados políticos, empresarios, intermediarios, especuladores, responsables de dineros públicos y personajes de alta alcurnia como para pensar, que se van a señalar entre ellos, que todo va a salir a la luz, soy iluso, pero tanto, tanto, no.     Yo soy optimista y espero que se corte la sangría y si te visto no me acuerdo, quien se lo haya llevado que lo disfrute y los que no hemos sabido ajo y agua, TODO, al final tendremos que admitir todo, antes de que llegue a arreglarlo, algún “salva patrias”, y nos termine de joder, así somos en este pais.
       Lo que si tengo claro, clarísimo, es que el día que algo de esto “se resuelva judicialmente”  Yo, no me volveré a leer la sentencia.   Seguiré perdiendo agua y jabón, pero  el tiempo si lo pierdo, será en otra cosa.

lunes, 21 de enero de 2013

Tararí que te ví


AVISO:   Esto, es una manera de no dejar de hacer nada, cuando uno, no tiene nada que hacer.

        Una noche cualquiera, en los primeros días de la segunda quincena de Enero de 201?, salí del trabajo, recorrí la calle que desemboca en la plazuela donde habitualmente aparcamos, acompañado por una ligera brisa que soplaba en mi misma dirección, lo que me hacía aligerar el paso, no por la fuerza de su velocidad, más bien por la ausencia total de grados de la misma.   Subí al coche, después de ponerlo en marcha, sentado en su interior, conecté la resistencia de la luneta trasera, al tiempo que graduaba el selector de caudal de aire, para que las ranuras situadas bajo el parabrisas administrasen calor contra él, en unos instantes, el hielo se derretía y los limpias se deslizaban suavemente de un lado a otro sin que las escobillas de goma rechinasen en mis oídos,  antes de finalizar la melodía que sonaba en la radio el habitáculo, se encontraba a una temperatura agradable.
      Luego de callejear, por los recovecos estrechos del casco antiguo,  llego a la avenida que bordea la margen izquierda del rio, la niebla ya intenta adueñarse del entorno, pero aún se vislumbran, claramente al fondo, las luces amarillentas que iluminan los ojos del puente de piedra, por el que cruzar a la otra orilla y así acceder después de pasar un descampado a esa carretera comarcal que me llevará a mi destino, aunque de manera real, hay que pasar dos rotondas, hasta llegar  al Km.0 de dicha ruta.
       En quinientos metros, se disipa la niebla, en el cielo, situada justo enfrente, una estrella emite destellos que perecen hacer cambiar de diámetro su tamaño.
     Los altavoces de la bandeja trasera, susurran matices clásicos interpretados por una sinfónica, mientras entretengo el trayecto contando y localizando los puntos kilométricos, algunos se me pasan otros no están.
      Al salir de una curva, veo por el retrovisor interior, la señal de flechas en blanca y azul, teñidas de rojo, por las luces traseras de situación, toco levemente el pedal de freno, para darle más intensidad de color y ver cómo según me alejo va desapareciendo de mi vista.
      En un instante de rompe la monotonía, hay que levantar el pie del acelerador y reducir de a una marcha más corta para atravesar por medio una población, en la que se encuentran varios pasos de cebra elevados, para evitar la tentación de mantener una velocidad inadecuada, después del último de ellos, la oscuridad deja ver de nuevo las lucecitas que llenan un firmamento tan oscuro, totalmente raso, esta noche van a caer chuzos de punta.
     Más adelante, una pendiente pronunciada, que acaba en un cruce de caminos, y en un momento, al llegar a la cresta de una rampa, por un momento se deja ver el alumbrado público, de la localidad donde habito, una curva pronunciada, otro por de ellas algo más suaves y la vista accede a la señal roturada con el nombre del municipio, a tiro de piedra, la plazuela donde cada noche tiene el vehículo  un merecido descanso, cuatro pasos y en casa.   Casa, una palabra tan pequeña y cuanto conceptos pueden agruparse en su interior;   Pues eso, como desde hace algún tiempo, cada noche, en casa, con la family.  Uuuuuuum

martes, 8 de enero de 2013

Don Aurelio (4)


Continuación de Don Aurelio (3)

Publicado el: 17/Dic./2012.


    Andrés, se dedicó unos días a observar la aptitud de D. Aurelio, luego, empezó a mantener alguna conversación que otra, amenas, sin importancia, nada que denotase un cambio en su relación con los internos.   Llegó la noche del viernes, entraba de turno de noche, como de costumbre, hizo la ronda por las habitaciones para comprobar el estado de los pacientes, luego se dirigió a la sala de televisión, allí, a unos metros de Matías, estaba D. Aurelio en un cómodo sillón, viendo una película, Andrés, se acercó, puso otro sillón junto al suyo, y comenzó a hacerle preguntas sin sentido para comprobar su reacción, D.Aurelio siguió mirando el televisor, al momento volvió la cabeza y dijo: 
  .-Andrés, deja de preguntar tonterías y cállate, que no me dejas oír.
    Los rayos catódicos eran la única luz que iluminaba la sala, gracias a los cuales se pudo apreciar que Matías estaba con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en el lateral del sillón, dormía plácidamente, en ese preciso momento Andrés, comenzó a relatarle todo lo ocurrido en los días anteriores;  observaba sus gestos, para cerciorarse de que era veraz  todo lo referente a su estado mental y por supuesto, lo referido al dinero de la minuta que ocasionase su divorcio.
     Un poco antes de la finalización del relato, la mirada le empezó a brillar por la emoción, era algo que no se debía  esperar, pero no solamente lo esperaba, tenía claros incluso detalles que Andrés había obviado.
      De repente un temor agitó su mente, ¿estaré loco de verdad?, por si acaso, mejor esto no lo comparto con nadie, no vaya a ser que.....
   El filme, estaba a punto de acabar, ya los créditos llenaban la pantalla, había orden expresa de que todos los internos debían de estar en su dormitorio antes de las doce, para lo cual faltaban unos pocos minutos.
   Se dirigió a su habitación, como cada noche, de rodillas a los pies de su cama, recitó esas oraciones que aprendió de pequeño de los labios de su madre, se metió en la cama, dejando como de costumbre los brazos por fuera de la manta y apagó la luz mirando fijamente la bombilla que había en el techo, lo que hacía que pareciese quedar un punto iluminado en su retina durante un buen rato.
     Pasó la noche.   Comienza a entrar la luz, por las rendijas de la persiana, medio adormilado, se levanta de la cama, sobre el pijama de listas, se pone una bata de paño, se calza las zapatillas a la chancla y por un pasillo desierto, con las canas alborotadas y la barba de tres días, se dirige al patio.
   Solo, se sienta en un banco, de su bolsillo, saca un palito reseco y lo pone entre sus labios a modo de pitillo, con su mano derecha, sobre el regazo, sujeta su mano izquierda cada vez más temblorosa.
    Una silueta blanca se acerca, la borrosa imagen, arrodillada a sus pies, coge y calienta suavemente sus dedos.  .- Vamos José, que te estás quedando helado.   Se pone en pie y cogido de su brazo, arrastrando las suelas por la arena, mirando con nostalgia la verja de hierro que cierra los muros, se dirige de nuevo al interior del pabellón, donde sentado en un sillón, atado por la cintura, vuelve a cerrar los ojos, ya no hay nadie, todos se han ido, está solo, patéticamente solo.
     Ayer fue D. Aurelio.    Hoy... 
                                         en su mente...  
                                               sabe dios……


F I N