martes, 27 de julio de 2021

Añoranzas

 

 

 

     En unos tiempos lejanos,

Una espada delgaducha

Se aproximaba al poblado

A practicar la rapiña.

      Se conformaba con poco,

Unas coles, un conejo,

Y unos huevos de gallina.

 

       Le tocaba darse prisa

Pues la escoba vigilaba,

Oculta tras las cortinas

Esperando su llegada.

 

       Y tras mil y un intentos

La espada ya se cansó

Que una escoba hecha de caña,

Siempre saliese a su encuentro

Y ganase la batalla.

 

 

 

    El tiempo se hace aburrido.

          La escoba coge el camino

Abandonando el poblado.

      Hasta llegar a un chamizo

Por las zarzas ocultado.

 

           Al oír extraños ruidos

Se mueve la verde hiedra.

           La espada desenvainó

 y se puso tras la puerta.

 

          Detente y explícame-

                ¿Qué vienes aquí a buscar?

 

         No pretendo hacerte daño,

A escondidas me he escapado,

Y te vengo a saludar.

 

           En la casa, solo barro.

     Desde que no nos acechas.

Ya nunca, salgo a volar.





 


domingo, 25 de julio de 2021

Príncipe de las tinieblas

 


 

Entre peñas escarpadas

 Un joven desesperado

Va buscando su final

En aquel acantilado.

 

Lo llaman en fin del mundo

Más allá no existe nada,

Tan solo la oscura noche

Por tinieblas abrazada.

 

Donde dicen se oyen voces

Junto aquel castillo en ruinas

Donde un alma se pasea

 En las noches que no hay luna,

Se despoja de su ropa

Y alza los brazos al cielo

Mientras una cruz suspira

Medio enterrada en el suelo.

 

Hoy vengo a entregar mi alma

A cambio de un gran favor.

Vuelve a la vida a mi amada

Y reniego de mi dios.

 

Fosforecieron los huesos

Que aún quedan allí enterrados.

 Al acercarse al abismo

Una mano lo detuvo.

Y la cruz flotó en el aire

Antes de hacerse pedazos

 Al golpear contra un muro.

 

 

(.- tu amada te está esperando

Camina recto al ocaso

Y deja salir tu alma

Que de ella, yo me hago cargo)

 

Una voz se oyó a lo lejos.

Era la voz de su amada.

Avanzó hacia el horizonte

Donde no existía nada,

Y se perdió en el abismo

Pero sin soltar su alma.

 

 

Desde entonces allí vive

Su eterna felicidad.

Los sótanos del castillo

Su morada permanente.

En las noches que no hay luna

Se Pasea entre la niebla.

Cubierto por una capa

Que levita entre las ruinas.

 

Príncipe de las tiemblas.

Por engañar al destino

Porque al abrazar su amor

desandaron el camino

Que la parca les mostró.

 

Limbo de noches perpetúas

Dos almas enamoradas,

Príncipe de las tinieblas

En la colina encantada.

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 24 de julio de 2021

Parchís - 21

 


 

         Esa tarde una maestra (La de segundo) salía muy enfadada;  Alicia se acercó para quitarle hierro al asunto.

  -Alicia.- tranquila que días malos tenemos todos y no dejan de ser niños.

      La maestra se puso brazos en jarro en la puerta del colegio y avisó con tono de pocos amigos:   .- que sea la última vez que volvéis sin los deberes hechos.

 

    Almu agachó la cabeza y se mantuvo callada.    

       La madre empujaba la silla y Parchís caminaba a su lado, esperando que alguien le dijese que subiera al regazo de Almu.

 

.- Sara.- pero ¿es verdad que no has hecho los deberes?

-Almu.- es que no sabía hacerlos, de verdad, eso no nos lo había explicado; mira, mira.

 

          Pararon junto a un banco, se sentaron y Almu sacó el cuaderno de la mochila.   Era una operación que no tenía ni pies ni cabeza.

-Berta.- pero tú ¿estás segura que esto está bien copiado?

- Almu.- sí, de verdad, esto está tal y como ella lo puso en la pizarra.

  La madre lanzó un suspiro.- ay señor, no me extraña que todos hayáis ido a clase sin hacerlo. (Todos los signos estaban mal puestos)

        Parchís no hacía nada más que mirar el cuaderno buscando una solución.

-Berta.- no te preocupes, esto está mal.

   Pero él movía la cabeza, sabía que ese problema tenía solución, solo era cuestión de tiempo.

       Se levantaron y se fueron a casa; nada más llegar, se fue al comedor y volcó de un manotazo el cesto de los números.  Fue colocándolos en el orden que estos estaban escritos en el cuaderno de Almu.

    Sara y Berta, se pusieron a la tarea diaria; unas sumas y unas palabras que unir con una línea, relacionándolas entre sí.

 

    Pasados unos 15 minutos, Parchís se puso a pasear frente a ellas con aire chulesco, ronroneando y luciendo su capacidad de intelecto.

 

-Berta.- ¿ya has sido capaz de solucionar el problema?

-Parchís.- miauuu.

-Berta.- pues explícanoslo a Sara y a mi

    Parchís movió la cabeza a los lados, las miró con aires de grandeza y se echó sobre un cojín.

-Sara.- Jo, pero explícanoslo

-Berta.- déjalo, se cree muy importante, pero esta noche ya se quedó sin cena

     A él parecía darle igual, todo llegaría en su momento.

 

   Arturo llegó a casa y le explicaron lo sucedido; no podían quedarse con la duda, así que los tres se pusieron a pensar en la solución.   No entendían nada, los signos de suma, resta e igual no estaban en el lugar donde debían de estar.

-Arturo.- venga Parchís, si lo sabes dinos la solución.

    -Este seguía en el cojín haciéndose el dormido-

         -Sara lo cogió por el rabo y lo bajo al suelo-

-Sara.- Gato malo… a dormir en el suelo y sin cenar que te quedas.

       -Pero eso no parecía influir en su aptitud-.

 

      Al día siguiente llegaron al colegio; La madre de Almu se dirigió a la maestra para decirle que esos problemas no estaban bien.

-Maestra.- si señora, están bien; aunque usted tiene razón, tal vez no se los explique con claridad y por eso la confusión.

 

             -Allí llegaban Berta, Sara y Parchís-

-Berta.- Alicia, -(llamando a la maestra de Sara)

-Alicia.- ¿que se te ofrece?

-Berta.- dile a la maestra de Almu que venga por favor, que se va a llevar una sorpresa

    - ese era el momento que Parchís esperaba, desde el día en que intento reírse de él la sabelotodo-

-Maestra.- dígame señora

-Berta.- aquí el pequeño Parchís que quiere resolver su problema

-Maestra.- ¿el gato?

    - Parchís la miro y alzó el lomo-

- Sara.- un respeto, que tiene nombre; se llama Parchís

-Alicia.- y además es muy inteligente, no hay que reírse de él.

-Maestra.- bueno, pues si así lo creéis...   Vamos para la clase

      --- todos entraron en fila a la clase de preescolar, porque era la más grande; se colocaron  formando un semicírculo y así todos podrían ver lo que pasaba entre Parchís y la maestra, colocados ambos al lado de la pizarra.

 

   La maestra cogió la tiza y se puso a escribir números al tiempo que Parchís los buscaba y los colocaba en el suelo como copia perfecta.

   Todos estaban desconcertados, solo eran números, entonces la maestra puso un signo de igual entre los dos primeros bloques, uno de resta entre el segundo y tercer bloque y un signo de suma al final.

 

   Parchís se puso a dar vueltas alrededor de los números, mientras la maestra comenzaba a esbozar una sonrisa maligna.

    Por fin se decidió y fue a buscar los números del resultado para colocarlos uno por uno, sin prisas, no fuera a cometer un error.

 

-Alicia.- Muy bien Parchís; tan solo era una operación formulada al revés; eres el gato más listo y bonito del mundo mundial.

 

  Parchís saltó  sobre ella con cuidado y se le subió a los hombros para rozar sus bigotes en la cara de Alicia.

   Cuando quisieron darse cuenta la otra maestra había salido de la clase haciendo “fu” mientras los demás maestros, niños, niñas y madres sonreían ante la cara de chulito que ponía  Parchís.

 

 


 

 

 

viernes, 16 de julio de 2021

Parchís -- 20


 

               Todos los días, parchís acompañaba a mamá a recoger a Sara al cole. En la puerta todos los alumnos lo saludaban como si fuera una más de ellos y Almu lo ponía sobre sus piernas para ir acariciándolo hasta la calle en la que se dividían sus caminos para llegar a casa.

 

           En la mesa del comedor, juntos se ponían hacer las tareas diarias, que no eran más que un repaso a lo que ya tenían bien aprendido, por lo que Sara se esmeraba en hacer una bonita caligrafía, para que su cuaderno estuviese radiante.

 

          Las inquietudes de Parchís no se veían satisfechas con aquellos torpes ejercicios;  de un manotazo volcaba el cesto donde se encontraban guardadas todas las letras y números, así el por su cuanta iba incrementando su habilidad en construir nuevas palabras y en operaciones matemáticas más complicadas. 

 

          Cuando llegaba a casa Arturo, entraba directo a la cocina.  Lo primero era beber un vaso de agua. Siempre venía rápido del trabajo y la maldita escalera parecía tener más peldaños cada día que pasaba.

 

   Luego se iba al salón. Allí, mientras Berta supervisaba el trabajo de Sara, él se ponía con Parchís.  Ese día tenía un gran regalo, que seguro le haría mucha ilusión a esa intrépida ansia que tenía por aprender.

 

       Se sentó en el suelo y llamó también a Sara y a Berta, para a continuación sacar un dado de madera con signos rotulados en cada cara.

 

       .- Mirar lo que os he traído.   Esta cruz es el signo más y esta ralla el menos, pero estos ya los conocéis.

     Atentos, ¿veis que esta cruz  va de esquina a esquina? Bueno, por eso en vez de cruz, se llama aspa y es el signo de multiplicación y estos dos puntos significan división.  Para finalizar con estas dos rayas, que es el signo de igual   ¿Ha quedado claro?

            -Sara y parchís se miraban con cara de no haber entendido demasiado-.

.- tranquilos poco a poco iréis sabiendo para que es todo esto.

     Parchís dio un manotazo al dado y miró a Arturo pidiendo explicaciones.

   Bueno, ya sé que aún no he acabado.    Queda este que tiene un interés muy relevante, pero no es para usar en las matemáticas, es para la escritura.

-Sara y parchís se volvieron a mirar perplejos por aquella manera de hablar tan escogida-.

 Como me sobraba una cara y es muy pronto para el signo de raíz cuadrada, (en ese momento Parchís y Sara se quedaron atónitos) decidí pintar este signo;  se llama interrogación y sirve para preguntar, cuando va con una frase, quiere decir que se está haciendo una pregunta.

 

     Las cabezas se movían de un lado a otro lentamente y su respiración se hacía cada vez más silenciosa.

 

-Berta.- bueno tranquilos, que no pasa nada; hoy papá vino en plan filósofo y al final me parece que no habéis entendido nada.

     -Parchís y Sara, corrieron a ponerse junto a mamá-

  -Arturo.- Tampoco es para ponerse así; no os preocupéis que tarde tras tarde lo iremos estudiando y veréis que divertido es el multiplicar y luego la división.

 

   -Por un momento a Parchís se le quitaron las ganas de estudiar tanto-    mejor le ayudaría a Sara a repasar lo del cole.

 

    Era lo hora de cenar, entre todos volvieron a meter los dados en el cesto dejando todo recogido.  ¡Sorpresa! El nuevo dado había quedado junto al mueble de la televisión por un despiste. Parchís miró a los lados y con su pata lo fue llevando hasta esconderlo detrás del sofá.

    Luego se quedó mirando a la bombilla del techo.    –Lo siento no es por nada, pero ciertas cosas, mejor fuera del alcance de los niños-   dio un salto, apagó la luz y se fue a la cocina, como si nada hubiese pasado.

 

       Papá durante la cena se empeñaba en explicar con ejemplos que era una multiplicación, ante la mirada aburrida de no comprender nada de Sara y Parchís. Mientras Berta se limitaba a cenar sin hacer caso.

       Por fin, la hora de irse a la cama. Allí en la habitación de Sara, Parchís intentaba dormir en la alfombra olvidando lo sucedido para no tener pesadillas.

 

-Sara.-  Parchís, Parchís (en voz baja).  ¿No crees que papá como profe, deja mucho que desear?

    -Este se subió a la cama y se acurrucó junto a su pecho-

-Sara.- sí, ven aquí, no tengas miedo, podemos estar tranquilos hasta los ocho de la tarde.

 

 


 

 

viernes, 2 de julio de 2021

Parchís Cap. 19

 


 

 

             Llegó el día tan ansiado y temido a partes iguales.

         Preparadas están las zapatillas nuevas, el vestidito bien planchado y la mochila casi vacía.

             Demasiado temprano para abrir los ojos, pero el primer día no está de más el llegar a la hora. 

-Berta.- Vamos levanta y lávate bien la cara, que hay que desayunar e ir al cole.

-Sara.- si eso duermo diez minutos más y no desayuno

-Berta.- que no desayunas…  vamos, que no te lo vuelvo a repetir

          Parchís ya se ha aseado y se sube a la cama para despertarla con caricias en la cara

-Sara.- ainsss.. Parchís, que estás mojado

         ..—miau, miau…

-Sara.- que pesado…  Ya voy.

      Pies al suelo, directa al cuarto de baño.  Abre el grifo y moja con cuidado la yemas de los dedos, para después ponerlos suavemente sobre los parpados, no sea  se despierte demasiado deprisa.   Pero las madres siempre están al acecho.

-Berta.- si me haces ir a mí, te meto la cabeza debajo del grifo

-Sara.- jo, mamá

        Desde el pasillo Parchís las mira metiendo prisa

           Miauuuu. Miauuuuu.

-Sara.- eres más pesado. Como no te calles, vas a bañera.

-Berta.- vamos que ya están las tostadas

-Sara.-  ummm que bien huele

 

         Por la calle adelante con paso firme, van  dirección al colegio.  En la puerta ya esperan varias madres junto a sus pequeñajos.  Unos ríen, otros lloran, otros juegan y otros “los de primer año” esperan expectantes a nuevos acontecimientos.

    Las verjas se abren y los corazones se encojen. Los más mayores van entrando y los pequeños reculan a refugiarse junto a las piernas de sus madres.

        Berta se agacha, coloca el cuello del vestido y con un azotazo cariñoso le indica que entre.

      Parchís está deseoso de entrar y saber que hacen allí, pero… No, él no puede entrar. Él tendrá que estudiar repasando en casa los deberes de Sara.

-Sara.- ¿Y por qué no puede entrar Parchís?

-Berta.- porque este colegio solo es para niñas y niños

-Sara.- pues yo sola no quiero entrar

-Berta.- ya verás, entiende que luego en casa tú le tienes que enseñar

-Sara.- pues que se quede él y luego aprendo yo en casa

         Ya solo queda ella en la puerta, dentro los llantos resuenan, mientras las madres esperan angustiadas en la puerta.  Tras hacer un recuento rápido, alguien falta, así que la maestra a ver quién es la rezagada.

..----- Pero si eres tú Sara

-Berta.- mira a ver si la convences, que quiere que entre el gato

..---   ¿pero no quieres entrar conmigo?

-Sara.- ¿porqué no puede entrar Parchís? Si es más listo que todos

…---- Te hago un trato: le hago un examen y si aprueba entra.

      (Esa maestra no sabe con lo que está jugando)

         Todas las madres sonríen, viendo que la maestra parece agradable y da buen trato a los pequeños.

..---- bueno señoras aún no nos hemos presentado. Me llamo Alicia y soy la maestra de preescolar, así que los tres primeros años los parasemos juntas y ayudándonos con estos renacuajos.

       Se saludan y por ser el primer día, van a pasar un rato agradable y así conocerse un poco mejor.

-Alicia.- bueno vamos hacer una cosa. Vamos a entrar todas a clase “a ver si damos consuelo a esas lagrimas” y de paso vamos a ver las facultades de este gato tan bonito

-Sara.- no lo llames gato, se llama Parchís.

-Berta.- te puedes callar

-Alicia.- vamos Parchís

       Ya en clase, cada madre se sentó junto a su criatura.

Alicia.- no, no, estas mesas para los pequeños y esas para los mayores. A ver qué lado se porta mejor este o ese. Por primera vez le vamos hacer un examen de acceso a un gato.

        (Parchís le regaño por no llamarlo por su nombre… MIAUU.)

     Perdón, perdón, a Parchís.  Yo voy hacer las preguntas y vosotros vais a ser los jueces.

             La maestra y Parchís se pudieron en el centro.

      Comenzó el examen, Alicia tiró unas letras y unos números de cartón en el suelo, cada letra y número que decía, Parchís la iba cogiendo es su boca y poniéndola cerca de sus pies. Los niños y madres poco podían decir, no daba tiempo a que buscasen en el montón con la mirada.

     La maestra se había metido en un compromiso del que no sabía cómo salir.

-Alicia.- pero ¿Quién le ha enseñado las tetras?

-Sara.- las hemos aprendido juntos, nos las enseñó mamá,  pero él sabe más que yo;  sabe hasta de cuentas.

-Alicia.- yo debo de estar soñando. Un momento que ahora vuelvo.

      Fue clase por clase indicando al resto de maestros que fueran a la clase de preescolar un momento. Y luego una vez allí volvió al examen. Había que buscar algo para convencer a todos los presentes de que Parchís no podía ir a clase.

-Alicia.- bueno, ahora cada uno va a ir haciendo una pregunta a Parchís y si la acierta, iremos viendo a que curso se debe incorporar.    ( a ver se pasaba de curso y que resolviese otro la papeleta)

…---- muy bien, (dijo uno de los maestros)  estate atento.

      ---  En el suelo las letras estaban amontonadas ---

.--- escribe tu nombre.

      Comenzó a poner las letras correspondientes a los pies de dicho maestro dejando el hueco de la “i” libre. Daba vueltas entre el montón de letras y no se decidía, entonces ante la mirada atónita de todos cogió la “i” y la puso en su sitio, se paró un instante y en el suelo hizo una rayita con la uña.   Berta se comenzó a reír a carcajadas…   .- Claro es que en casa tenemos también vocales con acento.  (todos se miraban intentando saber dónde estaba el truco)

      La profe de mates, quería saber hasta dónde llegaba aquel prodigio de animal.

       Cogió tres números y los puso en línea. Luego hizo lo mismo con otros tres y los situó debajo. Con unas tizas trazó una línea horizontal y escribió un signo “más” al lado.

…--- a ver si eres tan listo. (Con voz incrédula y altanera)

                 Parchís se fue al lado de Berta y la miró, manteniéndose sentado frente a ella.

-Berta.-  Sí, te dejo que lo hagas, pero con una condición: lo haces y nos vamos. Tú sigues aprendiendo en casa y Sara tiene que venir todos los días sola al colegio sin protestar.

     Parchís se fue frente a  Sara a ver que decía.

-Sara.-   eso no es justo.

          (Parchís seguía esperando)

-Sara.-      Venga vale.

                 En aquel montón, fue buscando números y poniéndolos uno a uno en su sitio hasta realizar la suma correctamente. Una vez terminada la suma todos se pudieron a aplaudir.    Él se fue al lado de la profe de mates y le ofreció un maullido que le puso los pelos de punta (MIAUUU) y sin darle más atención se fue a los brazos de Berta a acorrucarse y con su ronroneo decirle que ya se podían ir a casa.