martes, 31 de diciembre de 2019

00:00:h




…Las campanadas esperando
en el reloj de la plaza,
la algarabía se agita,
alzan sus copas al cielo
y brindan con ilusión,
ya comienza el año nuevo.

…En sus mentes embriagadas
deseos que realizar,
voluntades que mañana
ninguno ha de recordar.

 …Festejemos un final,
arranquemos esa hoja
que queda en el calendario,
y estrenemos uno nuevo
que ha de durar otro año.

…A todos yo les deseo
que tengan prosperidad,
que los versos del poeta
hagan que las almas limpias
rebosen felicidad,
y si lo cree conveniente
nos de algún tirón de orejas,
cantemos las alegrías
y reivindiquemos quejas.

…Ya están mirando hacia arriba
las manillas del reloj.
..Recordando los momentos
que el que se va, nos brindó.
! que viva el año que viene ¡
la madre que nos parió.
..De la tierra en que nacimos:
Los feos, también los guapos,
Mis amistades y YO.





domingo, 29 de diciembre de 2019

Reina de Corazones



    Diciembres de hace ya años,
por navidades Diciembre.
    Diciembre en sitios lejanos,
De este a oeste Diciembres.

        El destino nos unió
fundiendo nuestra amistad
en un beso deseado.

        Y con la cara de luna
Iluminaste el invierno
cobijándome en tus brazos.

          Al llegar la primavera;
     El mejor regalo, Abril.
            Y pasados unos años,
 Abril, el mejor regalo.

     Veranos de caminantes
y otoños de incertidumbre.
    Momentos buenos y malos
con tristezas y alegrías,
por la cintura cogidos
creando la partitura.
    Como armonía el vivir
Y como clave, la duda.

    Hemos dado tantos pasos
por la ciénaga del mundo.
     Hemos cruzado los puentes
de un lado al otro del río.
     Alcanzado tantas cimas
atrapando las estrellas,
y bajado hasta las grutas
donde guardados se encuentran,
 tesoros, tuyos y míos.

     En este jardín de vida
vemos crecer nuestras flores
regándolas cada día
disfrutando sus colores.
     Ilusión en la mirada
Y gozo en los corazones.
    Que el tiempo, siga corriendo,
colmados de bendiciones.

      Y cuando llegue la hora,
nunca me iré de tu lado.
    Reencarnándome en almohada
para cuidar te tus sueños.
       Con mi disfraz de pijama
daré abrigo a tus hechuras,
y al mirar por la ventana
verás páginas pasar,
cargaditas de ternura.

     Cuando en las noches de invierno,
el viento haga melodías
susurrando en tu balcón,
piensa que son mis caricias
acercándose a tu cuerpo.
          Que no soy una ilusión.
   El pentagrama mis dedos.
       Las notas son dulces besos,
Y Tú… mi mejor canción.

--- Feliz Cumpleaños  ANA ---





viernes, 6 de diciembre de 2019

Minutos de Vida (29)






        Al poco tiempo Belarmino no podría acudir a la cita.
           Algo parecido a un resfriado había degenerado en bronquitis.
     La primera vez que atravesaba aquella verja de hierro, era para salir a visitar a su amigo en el hospital.
     Un taxi lo recogía junto con Arturo para hacer un largo camino hasta la ciudad.    Un camino que él no recordaba.
      Pero cuando entraron en la urbe, comenzó a explicarle a Arturo todo lo que se le venía a la mente y que calle habían de coger para llegar a su destino.
        Después de pasar unas horas en el hospital junto a su amigo contándole cosas que pudieran entretenerlo y dar ánimos, se despidieron prometiéndole volver para dar un paseo cuando se recuperase. Después le pidió a Jesús que los llevase a un par de sitios.
      Primero fueron hasta el polígono, para que Arturo viera donde tenía su taller. Estaba cerrado con un cartel de -SE VENDE – remachado en las puertas.
      Después a una calle céntrica donde había muchos comercios de toda la vida y al final a una pequeña iglesia, que por suerte estaba abierta.   Así que entraron para recordar junto al altar el día en que Belarmino y la difunta Clara contrajeron matrimonio y junto a la pila bautismal cuando bautizaron a Clarita y él fue el padrino.
        Desde allí mismo volvieron a pedir un taxi de regreso a la residencia.
                   --- por su barrio…  no quiso ni pisar ---

La segunda vez que salió.  ---Quien se lo iba a imaginar---.
     Fue para acompañar hasta el cementerio los restos de su querido amigo. Aquel catarro mal curado había podido con él.     Allí sobre la lápida, dejo su locomotora.   Allí también se quedaron: Bella, Perro y Grifo.
     
          A partir de entonces, solo una visita más pasados tres meses y ninguna historia más volvió a oír de los labios de Clarita.

              Varios meses después, con sus plenas facultades rehabilitadas, una noche llegó a su habitación.   Estaba vacía, fría, triste, nadie en la cama, nadie que le dijese como colocar la ropa sobre la silla.
      No tenía sueño, así que sin hacer ruido se bajó a su sillón.   Sus amigos del alma, también se habían disipado.         Una ligera pincelada como una neblina quedaba  flotando en el aire.    Bella, Perro y Grifo  ya no regresaron.
      Esos en los que había encontrado: el amor que nunca buscó, la compañía a la que ni le hizo aprecio y la ilusión fantástica de los sueños que jamás tuvo, se difuminaron de su mente, destruidos por el peso de la realidad.

Se entretuvo recordando la casa del pueblo en el que nació, una a una las cosas de infancia y juventud. sus padres, su hermana, su amigo y familia que ya no estaban.
     El día de ayer, la semana pasada, el mes anterior.         El momento de hace unos años en que cruzó aquellas puertas acompañado por su cruel sobrina y la marcha de esta frotándose las manos con el botín conseguido.

   Pena, nunca haber tenido mujer ni hijos.       Toda la vida dedicada a doblar el lomo para al final no tener nada.        Nada ni nadie pues hasta sus ilusiones estaban perdidas.

    Reme por fin llegó a la edad de jubilarse.   A Laura, hace tiempo se le acabó el contrato.   Andrea, encontró un puesto mejor remunerado fuera de aquellos muros y Arturo, un día tras una discusión con la directora cruzó la verja y la cerró tras de sí para siempre.
La alegría que parecía vislumbrarse con los logros obtenidos por la terapia, no pueden mitigar la tristeza de su gran pérdida.

    De vuelta a su habitación, por la espalda, sintió una mano en su hombro (era la directora)
         .- Perdónalos, su juventud les hizo precipitarse
.-¿usted sabía?
         .- Sí, pero no hice nada. Lo siento. Unos minutos pueden ser suficiente para vivir plácidamente, pero toda una vida de recuerdos suele pesar demasiado.
.- sí...  Demasiado

         En su mesita, ni la vieja locomotora le acompaña en la soledad mientras mira por la ventana esperando a que ese carruaje de caballos negros cruce las puertas de nuevo y ojalá, él sea a quien viene a buscar esta vez.



FIN

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Minutos de Vida (28)





El lunes por la mañana en el gimnasio, todo era alegría, por fin alguien había visitado a Rafael, por fin el contacto con la realidad iba a ser posible y esto le haría ir cosiendo a base de remiendos todo su pasado.
       Las pastillas no tenían contraindicaciones que pudieran afectar a la funcionalidad de sus órganos, por lo que se las seguirían suministrando.    Nada se perdía y si en algo ayudaban, pues bienvenido fuera.
    Siempre el último domingo de cada mes. Recibía la visita de su fiel amigo junto a su hija y su yerno.       Las anécdotas que le contaban se le quedarían grabadas en su memoria para toda la vida gracias a Bella, que siempre estaba pendiente para que no olvidase ni una palabra.
          Bella, Perro y Grifo serían como su disco duro.    Ellos irían guardando frases, emociones, imágenes y todo lo necesario para resolver las incógnitas en caso de duda.
   Tenían un montón de fotografías de la ciudad en las que ir apuntando detrás en que calle estaba y algo que allí hubiese sucedido digno de recordar.
    En casa de la hija de Belarmino se guardaban cantidad de cosas que estaban relacionadas con Rafael -- (al fin y al cabo, era uno más de la familia)- cada vez había más historias con las que ir rellenando el  extenso vacío.
    
         Todos estaban muy contentos y esperanzados.  Veían que su esfuerzo daba sus frutos y que Andrea no se equivocaba cuando en su día los convenció para afrontar este reto.   Todos, menos Belarmino.
       Se le veía preocupado, siempre pensando incluso en casa según su hija, pero él no quería soltar prenda de sus preocupaciones.  
         Ese domingo llegó con un semblante distinto. Menos mal, por fin había recordado donde había puesto los recuerdos de cuando eran niños. Los había guardado tan bien para que no se perdieran que en estos meses no había sido capaz de encontrarlos.   Allí en una maleta, en el trastero estaban todos. Cosas que normalmente estarían en la basura, pero que a él le dio por guardar.
       Desde ese día sus raíces fueron tomando forma y sus piernas volvieron a correr por las calles de aquel pueblecito ruinoso. Un lugar que durante mucho tiempo los dos pretendieron olvidar, pero ahora al recordarlo se les llena la cara de ingenuidad dejándose llevar por los sueños de futuro que entonces tenían y que por ser demasiado fantásticos jamás llegaron a realizar.

   Por fin esas anécdotas fueron haciendo que las volviese a visionar en sueños y llegó la gran sorpresa. Pasados unos meses Rafael pidió a todos “incluyendo a Bella” que lo dejasen solo con Belarmino.
    Cerró la puerta del despacho, colocó una silla y se sentó frente a su amigo.
.- hoy quiero que me cuentes la historia de este tren (poniendo la locomotora sobre la palma de su mano)
      .- ay amigo, tu pequeño tren. ¿Te acuerdas?
.- creo que sí, pero me gustaría que me la contases tú
        
      La curiosidad de todos hizo que rompiesen su intimidad poniendo la oreja pegada a la puerta. Sabían que estaba mal, pero no pudieron evitarlo.

             Belarmino empezó a contar el día en que se la regaló su padre y como jugaban los dos con aquel juguete en la calle.   Rafael callado lo escuchaba con atención.  Entonces llegó el momento en que aquel niño grandullón pretendió arrebatársela y ahí se produjo el milagro.
.- si no me sujetan sus hermanos, me lo como
--- Belarmino quedó mudo ---
.- tú Belarmino, tú solo te enfrentaste a todos para defenderme. Ni siquiera mi hermana nos ayudó y eso nos costó unos cuantos moratones a los dos.    Pero desde entonces no volvieron a quitarnos nada
        .- pero ellos también se llevaron lo suyo
     ---- entre risas los dos siguieron recordando aquel día ---
.- aún siento entre mis dedos los pelos de la pequeña, aquella rubia que era más mala que la sarna
      .- sí, menuda calva le hiciste. Y del ojo del mediano que estuvo morado un tiempo
.- por cierto ¿cómo se llamaba?… a sí, Romualdo
       .- claro el que decían que era de otro padre, porque les salió pelirrojo
     --- y entre risotadas pasaron toda la mañana ---
        Cuando llegó la hora de despedirse, todo era felicidad. Ellos continuaban hablando pasillo adelante y el resto en silencio tras ellos contenían la emoción.
            Todavía quedaban muchas lagunas, tal vez las más turbias, esas que sin quererlo también se irían rellenando sin que nadie se las recordase.     Tan solo sus sueños.   Esos sueños crueles que no respetan nada.    Esos que no olvidas al despertar.



     

lunes, 2 de diciembre de 2019

Minutos de Vida (27)





   Arturo llegó a recepción con cara de asustado. Su gesto cambió cuando vio allí a Belarmino junto a una joven señora.
.- que alegría, señor Belarmino -- estrechándole la mano –
         .- mira, esta es mi hija Clarita
.- un placer conocerla. Anda que dirás que no tienes una hija bien guapa
                 .- que se le ocurra
           En ese momento entraba otro señor por la puerta
        .- y este es mi yerno. Jesús, Arturo.
.- me alegro de verlo y si estamos todos, voy a buscar a Rafael.    Ascensión, por favor acompáñalos a la sala de visitas que estaremos más cómodos.
   --- Arturo entró a toda prisa al comedor ---
         .- Vamos Rafael que te tengo una sorpresa
.-hola, mira Perro está esperando a que lo acaricies
       .- ahora no. Pero luego vengo y le rasco la cabeza
.- pero ¿qué pasa?
       .- un regalo caído del cielo
       Fueron a la sala de visitas.    Rafael no entendía nada y Arturo no le daba ninguna explicación.    Al llegar Rafael se quedó parado en la puerta.
        Allí sentadas estaban tres personas que no eran internos ni trabajadores.
  En el mínimo intervalo de un segundo los tres se levantaron para abalanzarse sobre él a abrazarlo.    El pánico se reflejaba en la cara de Rafael.     Arturo lo cogió de la cintura y comenzó con las presentaciones para que estuviese más tranquilo.
       .- mira Rafael, este es tu amigo Belarmino, el de la foto
.- ¿Belarmino? Pero no se parece
                  .- sí amigo, ya han pasado sesenta años desde aquel día y eso son muchos años    – con una mueca, tragándose las lágrimas de la emoción—
       .- esta es Clarita su hija, cuando era pequeña, siempre le comprabas algún regalo
 .- es muy guapa
        .- este es Jesús, su marido
.- él también es muy guapo
         .- si te parece bien, nos sentamos con ellos y que nos cuenten cosas de cuando vivías en la ciudad
.- ¿en Salamanca?
         .- no, a Salamanca sólo fuisteis de excursión
.- ah vale
      Era una situación difícil, ellos no se esperaban tal deterioro en la memoria de Rafael, pero enseguida empezaron a hablar con toda naturalidad, como si nada pasase y a contarle anécdotas graciosas que habían vivido juntos.
 ---Clarita se arrodilló ante él ya sentado y le cogió las manos ---
      .- Que sepas que aún guardo una muñeca que me regalaste ¿quieres que te cuente cómo fue aquel lejano día?
.- si claro, pero…
                             ---Enseguida intervino Arturo ---
   .- no pasa nada, mira voy a poner el móvil encima de la mesa y lo grabamos. Así cada vez que lo quieras oír, me lo dices y lo escuchas en su voz
.- sí.  Lo siento señorita, pero es que si no… lo mismo se me olvida
           .- tranquilo, no me importará contártelo una y otra vez siempre que quieras.
.- que guapa eres
              .- tú también. Ahora te voy a contar lo que pasó.   
         .- ya está grabando
               .- ten en cuenta que yo entonces tendría unos ocho años.   Eran las fiestas del barrio y habían puesto una tómbola muy grande llena de todo tipo de regalos.      Salimos a dar un paseo mi madre, mi padre, tú y yo, como casi siempre.       Nada más llegar a la feria me compraste un algodón de azúcar y luego paraste frente a la tómbola a comprar unos boletos.
    --- Rafael ni parpadea escuchando a Clarita ---
    Cuando terminamos de abrir todos, hiciste un montón con los que tenían premio. Habíamos reunido unos cuantos  puntos y a cambio podías elegir entre un osito de peluche o un juego de café de plástico.   
  Mientras decidías que cogerme, yo vi esa preciosa muñeca que colgaba de un cordel del techo.    Yo quería aquella muñeca, pero valía muchos puntos.
          Tú volviste a pedir más papeletas para probar suerte, pero no teníamos suficientes puntos.     Mamá se enfadó con los dos.     Conmigo por pedirla y contigo porque me tenías muy consentida.       Nos callamos y nos fuimos sin nada.     Luego me montaste en los caballitos y después de comer unos pinchos volvimos a casa.
     Tú te fuiste para tu casa.      Mis padres me pusieron el pijama y me acostaron.  Cuando ya estaba dormida, sonó el timbre y me despertó. Oí voces en el comedor y me levanté para ver qué pasaba.
               Allí estabas tú con aquella muñeca que era tan alta como yo y mi madre enfadada.  Habías vuelto a la feria y no dejaste de comprar boletos hasta que la conseguiste para mí.   
      Desde aquella noche, durante meses durmió conmigo en la cama (aunque era de un plástico algo duro) y luego le hicimos un pedestal de madera y en él sigue siempre en aquella habitación.
   Y por hoy ya está bien, tenemos que regresar para la hora de comer, pero te prometo que volveré y te contaré muchas más cosas.
    Rafael se quedó callado, pensativo. Mirándola con una ternura que le hacían brillar los ojos
.- y… ¿me podrías traer la muñeca en el móvil?
         Pues claro que sí.    ¡Mejor no!
.- ¿porqué?
        .- mejor te traeré la muñeca directamente para que la puedas tocar.
       Se despidieron y Rafael se fue directamente a contar lo que había pasado a Bella.       Le contó la historia palabra por palabra mientras Arturo, Grifo y Perro lo miraban embelesados.