Qué no daría

 

Amigo  en  la  sombra

        que  tiende  su  mano.

Palabras  de  aliento

          en  la  desesperación.

Dulzura  en  caricias

         que  afloran  sonrisas.

Deseos  ocultos

        por  sueños   opacos.

    Beso  en  la  mejilla

           al  decir   adiós.

 

                El  tiempo  se  esfuma

          entre  bambalinas.

     El  camino   impide

mirar   hacia   atrás.

     Distancia  que   avanza

        a  puntos  opuestos.

            Recuerdos   que   duermen

                  sin   oír  tu  voz .

 

         Marchita  mirada

             viendo  el  horizonte

                  en  mi  atardecer.

           Que  no  daría  yo  ahora,

     por   cada  día

a  tu  lado   amanecer .

Mi niño

 

 

  Cuantas noches sin dormir.

       Cuantos días de rodillas

rezando junto a tu cama.

 

   Cuantas horas trabajando,

para llevar a la mesa

los más sabrosos manjares.

 

   Cuanto esfuerzo en mis riñones,

para pagar los estudios

que luego dejaste a medias.

 

   Cuantas palabras tragadas

por no romper tu ilusión.

   Cuanto agachar la cabeza

por seguir viendo a mis nietos

sin provocar  discusión.

 

   Tras llevarte en mis entrañas

nueve meses de mi vida,

a la hora de nacer

sola a tu lado yo estuve.

 

   Ahora en mi lecho de muerte

sola me encuentro de nuevo.

 

    Para acogerte en mis brazos

acunándote entre  nubes,

allá en lo alto te espero.

Como entonces

 

 

Tanto te amé que te odio.

Tanto te sufrí, que te extraño.

Tanto deseé tenerte

que ni cuenta yo me di,

que tus besos me hacían daño.

 

Tanto lloré tu partida

que seca yo me quedé.

Te busqué por las esquinas,

por la barra de los bares,

pero nunca te encontré.

 

 Convirtiéndome en felina

cada día al atardecer.

Me refugié en otros brazos

que me brindaran placer.

 

Como entonces aun espero.

Siento que se abre la puerta

entrando en la habitación.

 

Como entonces nunca llegas.

junto mí, tan solo el lecho

con sabanas de algodón.

 

 

 

 

Sembradora de ilusiones

 

 

    Hoy te canto a ti, mi reina.

    No creas, que yo te olvido.    

   Ni pienses que no te sueño

en cada verso que escribo.

 

    La poesía es un arte

con el que reivindicar,

los ojitos de esta gata

al viento quieren maullar.

 

      El tiempo es una quimera

 que no tiene marcha atrás.

     Has de recoger lo bueno

que brinda lo que sembraste,

desechando los hierbajos,

las piedras que retiraste

en el huerto que soñaste.

 

    Cuidar las plantas que ofrecen

flores de felicidad.

       Nunca regar demasiado

las que tienes por costumbre

 o te niegas a arrancar, 

sabiendo que en un descuido

te harán otra vez llorar.

 

 Por bella que sea la rosa.

   Por viejo que sea el rosal.

     Aunque te ofrezca su aroma

queriéndote cautivar,

no te acerques demasiado

sus espinas te herirán.

 

  Cuida bien tus pensamientos.

      La alfombra de margaritas

que ilumina tu mirada.

    Abraza las amapolas

que crecen en el trigal.

     Las uvas que da la parra,

que cuando llegue el otoño

tu garganta endulzarán.

 

Que no te cuenten milongas,

que distraigan tu atención.

           Tu felicidad la meta.

      Tus hijas la devoción.

Si te sobra algún minuto

    que compartir con cariño,

        mi amada… aquí estoy yo.

 

 

 

La reja

 

    Te encaramaste a la reja

para trepar al balcón.

    Me dedicaste unos versos

regalándome una flor.

    Creyendo en tus lindos ojos

te invité a mi habitación.

 

No volviste a visitarme

    después de tan breve encuentro.

No creas, no me arrepiento

    aunque haya pasado tiempo.

Seguro no te gustó

     que te mandara hacer vientos.

 

                 Pero las cosas bien hechas.

              Para un roto un descosido.

                        Una mujer como yo,

                  no quiere solo un vestido

               para colgarlo en la percha.

La espera

    Me abrazas de las caderas

queriendo sentir mi vientre.

   Encaramado a mi cuello,

me susurras melodías

antes de besar mi frente.

 

 Tus manos sobre mi espalda.

   Tu pecho contra mi pecho.

     Tu cuerpo junto a mi cuerpo

 compartiendo el mismo lecho.

 

         El atardecer nostalgias.

       La noche más seductora

    empapada en nuestros besos.

          El amanecer porqué.

     Si el día es la soledad

           esperando tu regreso.

Mentira

 

No te fíes de los versos,

de mi identidad ficticia .

Tan solo soy una pluma

en un tintero de sangre ,

lo que te cuento…

Es mentira.

Truán

 

Se enamoró de un señor

sin arte ni beneficio,

escritor decía de oficio,

de afición, embaucador.

 

Juntaba versos rimados

con que adular a señoras,

que en su habitación a solas

soñaban con el pasado.

 

Endulzaba sus oídos

con frases que encandilaban

aquellos mitos caídos.

 

El dinero que pagaban,

con destreza era cogido

por quien a otros plagiaba.