martes, 22 de diciembre de 2020

Te encontré

 

Te encontré

 

Estrofa 1

Busqué el amor

En la sombra de la esquina

En los cartones

Del oscuro callejón.

Por los rincones

De jeringa y cucharilla

Entre los dedos

De la mano de un ladrón.

 

Estrofa 2

Busqué consuelo

En garitos trasnochados

Junto a unos labios

Empapados en alcohol.

En una barra

Que no marcaba las horas

En esa copa

Con las huellas del error.

 

Estribillo

 

Y te encontré

Asomada a la ventana

De cristales empañados

Entonando una canción.

Y te encontré

El brillo de tu mirada

Ese amanecer lluvioso

Mi camino iluminó.

 

 

 

Y te encontré (coros)

 

Me decía mi mamita

Que una linda vecinita

Me haría despertar

 

Y te encontré (coros)

 

La vida se ha vuelto hermosa

Por fin vino a verme un ángel

El infierno puede esperar, YA VES.

 

Y te encontré (coros)

 

En el amor

Nadie entiende a ver la razón

……..(trombones)……

Surge la chispa

Dentro de tu corazón.

 

Final instrumental.

 


Vídeo YouTube



sábado, 21 de noviembre de 2020

Que bueno

 

  

 

 

Rectificada

--- Que Bueno.---


  No me mientas, no hace falta,

nunca estuviste a mi lado.

     ¿Qué te importaron tus hijos?

        Cuando te necesitaban…

disponible nunca estabas.

 

    ¿Con quién andas a esas horas

que ya no hay nadie en la calle?

     Ya no hace falta que escondas

los zapatos al entrar,

para enmudecer tus pasos.

         Mi cuarto ya se cerró.

   Me acostumbré a dormir sola

sin mirar por el balcón.

  

           “Compañero” ya lo ves.

    Sin billete en las braguitas

ellas ya no te hacen caso.

    Amigotes que sonríen

viendo la cara que pones

al comprobar tu fracaso.

 

Fuiste;

      Bueno para todo,

menos para obligaciones.

     Bueno para andar de copas.

             Bueno para reuniones.

    Experto en ver madrugadas,

pero no de  madrugar.

      Bueno para tus amigos

y para el dueño del bar.

       Qué bueno que te has marchado

para nunca regresar.

 

       Y sin buscarlo en la vida,

un día encontré el amor.

    Ahora comparte mi cama

y le da luz a mi almohada.

       Y cuando clarea el día,

después de desayunar,

a esos hijos, (que son tuyos),

les regala una sonrisa

a la hora de despertar.

 

      Con mi amiga y compañera

mi alma ha vuelto a florecer,

     no solo dice te quiero,

          también, nos sabe querer.

        Que bueno vivir queriendo

  y ser querida al querer.

      Que bueno hallar la grandeza

del amor de una mujer.

 

 

Ojos de gata.

 

 

Vídeo YouTube



 

 

 

 

 

 

 

viernes, 20 de noviembre de 2020

Blanca Flor

 

BOLERO: Mi blanca flor.

 

Estrofa 1

 

Serás divino reflejo

Del amor que te proceso

A la hora de dormir

Dándote de nuevo un beso.

 

Al despertar con el alba

Me resignare a vivir

Sabiendo que poco queda

De mi soledad sentir.

 

Siempre teniendo en  las manos

Del primer día el calor

El tiempo también se duerme

Los besos cierran los ojos

Recordando nuestro amor

 

3/4

Y cuando la luna

Acuna los sueños

Cogidos del brazo

Paseamos la luz.

 

 

 Estribillo……

 

Espera junto a mi cama

A que por fin llegue el día.

Que tras el anochecer

Se acerque la madrugada.

Que de luz a un nuevo tiempo

Tras un triste y frio invierno.

Colores de primavera

Paseando en una pradera.

 

Candilejas que iluminan

La senda hacia el horizonte.

Niebla suave de algodón

Fluye bajo nuestros pasos.

Se disipa la tristeza

Cogiendo con sutileza.

La cintura de mi amada

Elevando la mirada.

 

 

 

 

Estrofa 2

 

Aquellos que ahora nos sueñan

Dando cobijo a los sueños

Que forman sedosas alas

Dama de blancos cabellos.

 

La penumbra en la distancia

Que ya no puede tardar

Iluminando la espera

Con flores blancas de azahar.

 

Destellos entrelazados

En suave cuerpo de luz

En la vida y en la muerte

En la tierra y en el cielo

Me complemento eres tú.

 

3/4

 

Promesa cumplida

Allí me esperabas

Sentada a mi lado

Para el vuelo alzar

 

Estribillo……

 

Espera junto a mi cama

A que por fin llegue el día.

Que tras el anochecer

Se acerque la madrugada.

Que de luz a un nuevo tiempo

Tras un triste y frio invierno.

Colores de primavera

Paseando en una pradera.

 

Candilejas que iluminan

La senda hacia el horizonte.

Niebla suave de algodón

Fluye bajo nuestros pasos.

Se disipa la tristeza

Cogiendo con sutileza.

La cintura de mi amada

Elevando la mirada.

 

 

Final…

 

Con las mejillas unidas

El tiempo será infinito.

Con un bolero de amor

Te regalaré una rosa.

Con olor a medio día

En una suave armonía.

Blanca como tus cabellos

Bailando por nuestro cielo.

 

Carlos Torrijos

                C.a.r.l. (España)



 


   


jueves, 8 de octubre de 2020

Pensada nº X Quién soy

 


 

Tú o yo, qué más da.

Destinados a vivir aquí

siendo oriundos de otros mundos.

Espacios distintos

con cielos e infiernos diferentes.

Donde los cuatro elementos,

se fusionan o repelen de diferente manera.

Donde la belleza no es compartida

por los cánones de la misma silueta,

y donde las creencias divagan

formando elipses nada parecidas,

en torno a esta masa que cubre las almas.

 

Como pretender la igualdad

o un simple parecido entre tu mente y la mía.

Como ponernos de acuerdo en el color

que debe predominar en nuestro firmamento.

Como llegar a un consenso sobre:

El olor de la amargura,

el sabor de la soledad,

o el candado que guarda la felicidad.

 

No me preguntes quien soy.

Mejor… averigua quien eres.

 



 

miércoles, 2 de septiembre de 2020

¿¿Sueños??


  Como siempre una de mis pensadas; una tontería como tantas otras que transcribo de la libreta sin corregir, tal y como fue saliendo. (Si no ya no sería una pensada).

         Quisiera comenzar haciendo dos preguntas:
.- ¿Cuánto hace que no soñáis?
.- ¿recordáis vuestro último sueño?
       Cerremos los ojos un momento y pensemos.

           Yo he de reconocer que no me acuerdo cuando, porque hace mucho tiempo ya, lo que sí recuerdo, es que fue algo breve y preciso, un destello, un momento de felicidad que jamás la vida me regalará, por eso es un sueño.

        Dormimos para intentar obtener un descanso y sin embargo este cerebro “que es medio tonto” se empeña en revivir o crear vulgaridades; nos recuerda los problemas y preocupaciones de cuando estamos despiertos o nos crea mundos paralelos que no aportan nada relevante. Nosotros simplemente nos convencemos de que eso son “sueños” y simplemente nos conformamos con que no lleguen al grado de pesadilla.  (Bueno a veces se ponen muy pesados).
  
           Recuerdo ahora cuando escribía relatos, y música;  al menos entonces mis “ensoñaciones” tenían un propósito:       Dar luz a las sombras que mi imaginación había dejado entre paréntesis al hilvanar unas notas con otras o eso que falta antes de un punto y aparte para así concluir un párrafo.
Me despertaba y sin pereza bajaba las escaleras para que no se me olvidara; era algo emocionante y parecía eso solo fuera la primera gota de agua en una cascada de ideas que se agolpaban sin dar tiempo a escribirlas todas.  Notas que se sucedían tecla tras tecla formando melodías tan extensas que me obligaban a levantar los dedos y coger el lápiz y papel pautado, antes de que todo quedase perdido a merced del viento si no lo anotaba en el pentagrama (mi memoria, nunca fue muy buena).
    Pero a esos tampoco los considero sueños (debe ser que soy demasiado exigente) solo un deseo irrefrenable de compartir aquello que mi corazón, mi alma, mi musa o que se yo que era me dictaba.    Algo sería, pues yo no soy tan listo.

Una cosa “imposible” de realizar, una situación que no se puede “medir ni pesar”, un pasaje que no se puede guardar entre las agujas de un reloj.
 Eso es un sueño;  lo irrealizablemente perfecto, eso que es capaz de sobrepasar el infinito, esa gran mentira, tan increíble que no puedes olvidar al despertar, pues su recuerdo es mayor que la propia vida.

         Ahora os vuelvo a preguntar:
.- ¿Cuánto hace que no soñáis?

     Dormid, dormid y espero que hoy soñéis.


















   



lunes, 24 de agosto de 2020

Imaginería




       Ay, la señora Lucinda;  toda la vida sola.
             Bueno, sola, sola, no.

        La niñez, la vivió junto a sus padres y hermanos en aquel pueblecito perdido de la montaña asturiana, hasta que con la mayoría de edad, fue a buscar suerte a la gran ciudad;   allí conoció a un joven y al tiempo se casó y se fueron a vivir a un núcleo minero.   Su marido no resultó ser la joya que se merecía.     Gran trabajador según sus compañeros, pero hacía su vida de la mina al bar, del bar a la cama a dormir la mona y cuando se levantaba, otra vez a la mina, hasta que un desprendimiento, se lo llevó para el otro barrio;     ese en el que las lápidas blancas contrastan con la negrura del carbón.

         Por suerte, siempre tuvo al lado a su gran gato; un animal de pelaje brillante y grandes ojos (regalo de boda de una amiga algo tacaña “todo hay que decirlo”).

       Debajo de la mesa, cada mañana, ponía agua limpia en un cuenco y del plato, cambiaba las galletas por unas recientes y tiernas.         Luego, se sentaba y mientras se entretenía haciendo punto de cruz  “hasta que la vista y las manos dejaron de prestarle esa opción”,  le contaba historietas, anécdotas a veces inventadas de cuando era pequeña y de aquel lugar al que nunca regresó.

     Una noche de calor, como tantas otras, la ventana del salón estaba entreabierta para que corriese el aire.
  Algún animal, posiblemente otro gato, entro en busca de las galletas.      El caso es que a altas horas, serían las tres; desde el cuarto donde dormía, oyó un ruido; como un restallido contra el suelo y de repente un gran golpe de viento abrió la puerta de su habitación.

   La señora Lucinda se levantó; allí bajo la mesa estaba el gato tumbado, la cabeza separada del cuerpo, las orejas y el morro hechos añicos, las patas delanteras cada una por su lado y el agua del cuenco esparcida por el suelo.

        Recogió pedacito a pedacito, intentó reconstruirlos pegando cada pieza en su sitio con sumo cuidado pero era una misión imposible para una persona mayor con el pulso poco firme.

    Ya no comía como antes, parecía no prestarle atención a sus historias,  quedó tullido,  apoyado en un cachito de teja para mantenerse erguido.

                    Pasados los meses, decidió envolverlo en una linda y suave toalla y llevarlo a reposar bajo tierra en una pradera cercana que siempre estaba iluminada por la luz del sol donde las flores y el pasto dibujaban figuras realmente bellas.

         Cuando volvió a casa, puso una manta doblada bajo la mesa y allí, apoyando su cabeza en un cojín se durmió junto al cuenco y el plato aún con galletas.

       Nadie sabe cuánto tiempo pasó.  Cuando la hallaron, su cuerpo había desaparecido de entre sus ropas.
            Tan solo su cara bajo el pañuelo negro de cabeza y sus manos entrelazadas asomando por las mangas de la blusa convertidas en brillante porcelana.







lunes, 17 de agosto de 2020

Retrato

 


 

 

         La pasión descansa abatida, sobre las frías baldosas del suelo descolgándose del somier.        Guirnaldas que en el cabecero, olvidaron con el lento paso del tiempo sus laureadas y triunfales batallas.      Sobre la almohada suave,  flores  de amarillentos pétalos cierran los parpados exhaustos retornando así en sueños a la anhelada juventud. 

      Mientras, el amor infinito resplandece entre las sabanas bordadas al cogerse las manos esos cuerpos desgastados que se refugian bajo la vieja colcha de cuadros hecha de retales de toda una vida.

 

Imagen de la red

 

jueves, 13 de agosto de 2020

Luciérnaga

 

La renuncia era inmaterial y la basura, se acumulaba en su mente.  Un reto, un proyecto inaccesible.

Elevarse hasta los cielos sin creer en los dioses.

Salir de ese infierno, encadenándose al caldero.

Cerrar los ojos, para ver la luz verde reflejada en el espejo.

Escuchar los sonidos sordos de las piedras, para enmudecer el murmullo del viento.

Las flores en blanco y negro, se disfrazan de mariposas sin alas, entrando bajo la tierra del jardín, en busca de estiércol.  El hedor saturó la pituitaria y el resto de olores se desvanecieron.

Cuando salgan de nuevo y la verde luz esté dispuesta para atravesar sus parpados, las pestañas estarán cerradas y el cristal espejo, tal vez roído y cuarteado.

Las estrellas y la luna se habrán difuminado en sombrías  y oscuras marañas; pero aún así, siempre… siempre seguirán existiendo lucecitas en el bosque.

Será suficiente una luciérnaga para dar voz a las palabras creando  un poema.



 

sábado, 6 de junio de 2020

Para MATEO


Don de Yahveh.


   Niño alado, que hereda la pluma
con la que surcar los cielos,
esparciendo sus poemas
haciendo volar los sueños.
             Mateo que llega al mundo
      derrochando su alegría,
      el gran regalo de dios,
      la luz que ilumina el día.

Hombre de brazos valientes.
      Sabio con la mente clara.
           Lengua de parcas palabras.
                Humilde en juicios ajenos.
                     Docto en amor de familia.
                         Amigo de sus amigos.
                              Y extraño a la hipocresía.

    Que siempre sea bendecido
el día en el que has llegado.
   Bendito el niño que duerme
arrullado entre los brazos,
que han ido acumulando
la experiencia de los años.




lunes, 11 de mayo de 2020

PARCHÍS (14)




        Han pasado dos semanas y la cosa por casa está tranquila; pero como dice el refrán: (Poco dura la alegría en la casa de los pobres).
    Tenían una factura pendiente y aunque Berta había ido dando algún que otro poquito cada quince días (la quincena que podía) el señor no estaba dispuesto a esperar más.
      La cama y el mobiliario de la habitación de la niña, la habían comprado a plazos y justo al poco tiempo fue cuando despidieron a Arturo y todo se les vino encima.
    A la hora de cenar, Parchís levantó el lomo con el pelo erizado y se dirigió con malas artes a la puerta de entrada “los tres lo miraron extrañados”.
      --- Al momento sonó el timbre ---
-Arturo.- ¿Quién será a estas horas?
-Berta.- no sé, pero a Parchís no lo agrada la visita
       ---- volvió a sonar el timbre ---
-Arturo.- ¡ya voy! Joder con las prisas
         Nada más abrir la puerta, el señor le puso la factura en la cara. El pequeño Parchís levantó aún más el lomo con no buenas intenciones y al verlo, Berta se apresuró a cogerlo en sus brazos (era pequeño, pero todo una fiera)
      El matrimonio, quedó sin palabras, que podían decir si el señor en parte tenía razón, se habían comprometido a algo que no pudieron cumplir.
     ------ .- vengo a cobrar esta factura
-Arturo.- mire, he empezado a trabajar este mes, le prometo que a finales pasamos por la tienda y lo financiamos de nuevo aunque nos cobre algo más de intereses
      -------- .- ni tienda, ni tiendo; o me la pagan o mañana mismo mando a recoger los muebles.
-Berta.- usted no escucha; le acaba de decir mi marido que le vamos a pagar
       El señor les volvió a mostrar la factura; en ese momento Parchís saco sus uñas y escapándose de Berta, partió el dichoso papelito en dos.
      ------ .- Cuidado con este mico, no le vaya a pasar algo
   Arturo cerró la puerta en sus narices dando un portazo; él no era así, pero la impotencia de no poder pagar en ese momento y la amenaza a su pequeño le hicieron reaccionar con esa mala leche.
   En el rellano se oyó la voz.- mañana vengo al medio día; o el dinero o me llevo hasta los tornillos.
       Que disgusto, que mierda, maldito dinero, ahora que empezaban a levantar la cabeza de nuevo.
   Junto a la mesa, ya la cena no les entraba, cabizbajos pensaban como solucionar el problema antes de que se volviese a armar el escándalo al día siguiente.
-Sara.- no os pecupeis, que este y yo fiendemos
       No tuvieron más remedio que esbozar una sonrisa mirando a esos pequeños valientes seguros de su fuerza.
-Berta.- ¿y si hablas con tu jefe?
-Arturo.- ¿con Anselmo? Bueno, no me quedará más remedio; pero jolín,  llevo poco tiempo en el trabajo y a ver que dice el hombre; pensará que a menudo moroso ha contratado.
-Berta.- tú habla con él, tampoco perdemos nada, si dice que no, pues habrá que buscar otra manera
-Sara.- eso, vamos Pachís y yo
-Arturo.- gracias pequeña; a ti y a parchís, seguro que no os negaba la ayuda solo con ver vuestras caras
-Berta.- bueno, mejor vamos a la cama, a ver si al menos somos capaces de dormir.
       A primera hora sin apenas haber dormido, Arturo se levantó y se fue al trabajo dando vueltas a la cabeza, para encontrar las palabras con las que pedir el favor.
       ---- ya en la nave ----
 -Arturo.- mira Anselmo, tengo un problema, ¿podríamos hablar en privado?
-Anselmo.- sí claro, vamos a la oficina.  ¡Ir preparando que ahora venimos! (dijo a los otros trabajadores)
-Arturo.- no sé ni cómo empezar
      Fue narrándole todo lo que había ocurrido meses atrás, concluyendo con lo acontecido la noche anterior en casa.
-Anselmo.- tranquilo déjamelo a mí; ¿y dices que es el borde ese de la tienda de ahí abajo?
-Arturo.- sí, el de muebles Velasco
-Anselmo.- iros a trabajar que de esto me encargo yo
-Arturo.- pero me lo tendrá que ir descontando poco a poco, ahora no podemos disponer…
-Anselmo.- tú de eso no te preocupes ahora, que todo tiene arreglo
-Arturo.- bueno, pues me voy a trabajar
-Anselmo.- ¡vamos chavales, al tajo! Ya sabéis, cargáis lo de la calle princesa y a la tarde ya lo descargaremos, que esta mañana tengo cosas que hacer; tranquilo Arturo, no te vayas a lesionar por estar pensando en otras cosas.
        Salieron con el camión a su rutina; Anselmo pensó en quitarse el mono de trabajo, pero para qué, él era lo que era, un currante, con mono o con traje.
        Cuando iba calle abajo dirección a la tienda de muebles, de pronto paró en seco. ¡No! No iba a perder la oportunidad de reírse un rato. Así que se dio la vuelta y fue a casa de Arturo.
   Llamó a la puerta y esperó pacientemente, era muy temprano y seguro que aún estaban en la cama.   Al momento salió Berta con los ojos medio cerrados “hacía apenas una hora que había conciliado el sueño”
-Berta.- perdone señor, ¿Qué quería?
         De repente abrió un poco más los ojos y al verlo con el mono, se pensó lo peor. Su rostro palideció y sus piernas empezaron a temblar.
-Anselmo.- tranquila, tranquila, que soy Anselmo el jefe de su marido.
    Berta cayó desplomada quedando sentada en el suelo y llorando desgarradamente de los nervios
-Anselmo.- vamos señora, no llore, que todo se va a arreglar, pero venía a hablar con usted.
       --- La cogió por debajo de los hombros y le ayudó a incorporarse ---
    Se dirigieron directamente a la cocina y se sentaron a la mesa; Berta  estaba como en el limbo.   De pronto se levantó sobresaltada.
-Berta.- perdone, perdone, ¿quiere un café? Es que no estoy
-Anselmo.- tranquilícese, siéntese un poco, que vengo a proponerle una cosa.
-Berta.- lo que usted diga, ¡uy! perdón yo me llamo Berta
-Anselmo.- por favor Berta, a mi de tú, que el usted me hace muy mayor --- mostrando una agradable sonrisa ---
     Eso que parece una simple bobada, tranquilizo a Berta que con una aspiración profunda y un largo soplido parece que soltó todo el nerviosismo.
     Anselmo le comentó lo que había pensado y Berta entonces sí le preparó el café para que se lo fuese tomando mientras que ella despertaba a la pequeña Sara y se vestían para acompañarlo.
     Camino a la tienda, Sara y Parchís iban delante de ellos, erguidos, imaginaban que iban a algún sitio importante donde tendrían que demostrar su valía.
      Detrás Anselmo y Berta, solo se reían de aquellas dos miniaturas, con ansias de comerse el mundo.
       La tienda acababa de abrir, aún no había nadie; entraron y resonó la voz de Anselmo  .- ¡a ver dónde está el jefe!
     ----- .- ¡bravo por la educación! Vaya forma de entrar a voces en los sitios
       Anselmo no se cortó ni un pelo   .-¡ que dónde está el jefe!
      ----- .- aquí estoy que pasa; ¡ah! es usted, qué ¿me ha traído el dinero?
-Anselmo.- no, el del dinero soy yo
       ------- .- yo a usted no lo conozco, pero me da igual el caso es cobrar
-Anselmo.- tranquilito, vamos por partes
         ---- .- salgan ahora mismo de aquí, yo no estoy para aguantar insolencias
Anselmo.- le aviso solo una vez, yo se que usted tiene razón y que lo normal es que cobre, pero si salgo por esa puerta tenga por seguro que no va a cobrar, de eso me encargo yo, mis abogados y los suyos, que son los que se van a embolsar el dinero.
      ----- .- a ver, ¿Qué quiere?
-Anselmo.- lo primero la factura
     --- .- ahora mismo
    ---- Anselmo tomó la factura y la revisó ----
-Anselmo.- ¿ochocientos cuarenta euros por una cama, una estantería y un armario cajonero de de uno veinte por uno veinte? ¿Pero qué es, madera de nogal? A robar a un camino.
      Hizo una pelota con el papel y  lo echó cerca del gato.  Entre Parchís  y Sara tardaron en hacerlo añicos un abrir y cerrar de ojos
      ---- .- al medio día me presento a por ello
-Anselmo.- no, al medio día no, porque en cuanto lleguemos a casa, sale todo por la ventana y lo recoge en el acera hecho astillas
       ----- .- ¿pero usted quien se ha pensado que es?
-Berta.- por favor no discutan
-Anselmo.- solo hay una forma de arreglar esto; yo me dedico a las mudanzas y se de muebles. Usted hace una factura nueva por el precio real que vale y yo se la pago ahora mismo.
      ---- Ante tal situación el señor fue a la oficina e imprimió una factura nueva ---
     ------- .- aquí tiene, págueme y listo
-Anselmo.- un momento que lo tengo que consultar
        Le dejó la factura a Sara y esta la miró con cara de sabelotodo. Sara se la mostró a Parchís y este después de alzar el lomo, de un manotazo  dejó el folio rasgado con las uñas.
        ----.- ¿pero qué hace?
-Anselmo.- revise usted bien el precio de almacén, portes y su porcentaje, que algo me dice que se ha equivocado sin querer
         ------ .- esto es lo nunca visto, ¿quiere usted pasar a la oficina y lo ve?
-Anselmo.- yo confió en usted, pero creo que se le ha ido algún numero, estos ordenadores modernos, cualquier cosita descuadra todo, siempre digo que las cuentas a mano, como se ha hecho toda la vida
     El señor no daba crédito a lo que estaba ocurriendo, estaba tan fuera de sí, que no era capaz ni de reaccionar.
      Volvió a salir con otra factura y la misma operación; primero la ojeó Anselmo, luego Sara y al final Parchís.  En este caso y tras mover la cabeza hacia los lados un par de veces, Parchís miró a Sara y con un suave “miau” dio su aprobación. Sara le entregó la factura a Anselmo, moviendo la cabeza en forma afirmativa y Anselmo echo mano al bolsillo y sacó un fajo de billetes.
-Anselmo.- tenga usted, la factura son cuatrocientos ochenta, menos cincuenta, que ya le habían entregado con anterioridad, cuatrocientos treinta.  Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete ocho y nueve; esto son cuatrocientos cincuenta y quédese con el resto por las molestias.
        Anselmo puso el dinero sobre un mueble que estaba a la entrada y sin más los cuatro salieron de la tienda y se fueron. El señor quedó allí parado, como una estatua, abriendo y cerrando los ojos pensando ¿pero esto, ha pasado en realidad, o estoy soñando?