jueves, 30 de diciembre de 2021

Pensada fin de año.

 

          Todo es girar infinito y el final no es más que un principio; acaba un año y empieza otro nuevo, nada tiene porque cambiar, es un día más en nuestras vidas.   Al igual que las estaciones se van sucediendo unas tras otras en su orden establecido.

     Haremos nuevos planes, que quizás nunca se llegaran a realizar y se enmendaran errores que sí, se volverán a cometer, porque también nosotros, hemos sido creados en un universo que se mueve en  círculos y elipses que giran alrededor de un punto indeterminado.

             Nos conformaremos con pensar aquello, de que la esperanza es lo último que se pierde e intentaremos corregir nuestra trayectoria acomodándola a nuestros interés personales, o tal vez morales para al final de esos nuestros días, haber conseguido blanquear nuestra débil conciencia, por si acaso el final, no es más que un nuevo renacer.

       Entre tanto podemos hacer varias cosas; pero cada uno deberá confeccionar su propia lista y ordenarla con respecto a sus prioridades.   En mi lista dejaré un espacio   “no sé muy bien en qué lugar colocado” donde pensar en que todos vosotros, lleguéis a cumplir alguna de vuestras aspiraciones.

 No lo vais a tener fácil, por desgracia los seres humanos somos poco humildes a la hora de solicitar y demasiado egoístas cuando nos toca dar, pero eso no hay quien lo arregle, así que pensad por un momento en lo que este año que termina os ha regalado y no lo dejéis olvidado, culpando a todo lo que os ha podido quitar, o quizás a aquello que nunca pusisteis interés por conseguir.

  Esta es mi pensada de fin de año. Intentar ser felices día a día, y quereos a vosotros mismos tal y como os gustaría que os quisiesen.    ¿A los demás?  No sé. Seguro que  de lo que tengamos de sobra, no nos importa regalarles un poquito, por muy tacaños que seamos.

FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO.

 


Carlos Torrijos
C.a.r.l. (España)

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Carboncillo

 


    Flor que esparce su perfume,

por la funda de mi almohada.

   Mano, cogida entre sueños,

brillante luce tu cara.

Suavidad en tus caricias,

un suspirar de ternura

al llegar la madrugada.

 

     Proteges todo tu hogar

con alas de mariposa.

     Vivos colores, brillantes,

como pétalos de rosa,

que nada turbe la paz,

que nada intente igualarte,

pues tú eres la más hermosa.

    Valiente espada de acero

contra las necias palabras.

    Tan suave como una pluma

en pestañas ensamblada,

para los más tiernos besos

a tu pequeña camada.

 

      Para qué envidiar al sol,

si la luz, está en tu cara.

     Para qué, querer la luna,

si eres, la noche estrellada.

 

    El amor de mis amores,

diosa de mi corazón.

     El tallo de mis retoños.

        El deseo de mi pasión.

   No sueltes, jamás, mi mano,

si me faltas, muero yo.

 

 


Regalo de cumpleaños para  mi amamantísima esposa. 

 Ana Sánchez González.




 

 

jueves, 23 de diciembre de 2021

Sonrisas al Horizonte

 



     En sus manos el futuro,

en sus pies el avanzar,

en su mirada esperanza,

en su pecho libertad.

     En el estomago hambre,

en las heridas la sal,

en las espaldas un peso,

que nadie quiere aliviar.

 

     Niños que lanzan sonrisas

mirando hacia el horizonte.

    Las olas del mar las llevan

y no encuentran un abrazo.

     Pero siguen sonriendo,

y al viento, siguen cantando.


    El sol tras esa montaña

les anuncia un nuevo día.

    Y cuando llega la noche

la luna vuelve a brillar.

      La vida es una quimera

que nadie les ha explicado,

entre el cielo y el infierno,

en el limbo, se han quedado.

 

     Ustedes entre sus dedos,

en la palma de sus manos,

tienen la llave que abre

la piedra filosofal.

     Seamos quienes otorguen,

luz a su felicidad,

con música y poesía

nuestro abrazo llegará.

 

     Niños que lanzan sonrisas

mirando hacia el horizonte.

    Las olas del mar las llevan

y no encuentran un abrazo.

        Pero siguen sonriendo,

y al viento, siguen cantando.

 




 

miércoles, 22 de diciembre de 2021

Trigales secos

 


 

     Trigales secos.

  Mieses segadas a hoz

que descansan en el suelo.

   Miradas pérdidas,

que conservan el recuerdo

 de su verde juventud

cuando el aire la mecía

Junto con flores y aromas

hoy en el tiempo perdidas.

   Las primaveras se agotan.

Verano en que el sol abrasa

enmudeciendo los labios,

para sumir las palabras

en una niebla otoñal.

   En el inverno las nieves

vida darán a la tierra,

 en su nueva primavera

otra vez… florecerá.

 

 


domingo, 19 de diciembre de 2021

la ratonera

 

Tantos años, disimulando,

esa cojera, nada,

una plantilla de un centímetro

dentro del zapato mocasín.

Una tontería, una ridiculez,

un estrabismo en la vista

tras las gafas de sol.

Un defectillo sin importancia.

¿Que no me entero?

Si ustedes supieran.

Los tapones de cera

que no se cansan de molestar.

Por lo demás, bueno,

quitando esas taquicardias,

alguna cosita de hígado,

piedras en el riñón,

cosas que en todos es normal.

¿Fumar? Claro,

algún vicio hay que tener.

Pero alcohol nada,

bueno solo de vez en cuando.

En las reuniones,

una copita con el café

a la hora de la sobremesa,

el vino de las comidas,

ya saben lo cotidiano.

Eso sí, estoy empezando,

tan solo el planteándome

el hacer ejercicio

cuando no haga frio.

Pensé, en que la verdura

me podría venir bien

el incluirla en mi alimentación,

pero….. no sé.

El verde en el plato

está bien como decoración.

Pues eso, y a qué viene esto.

A sí, a que tras tantos años

uno se acostumbra a todo.

A vivir con sus defectos,

 a olvidarse de sus virtudes,

y a pensar en el mañana.

El pasado-mañana

queda demasiado lejos.

Para que mirar atrás

si ya no tiene remedio.

Por otro lado,

el horizonte queda lejos,

no lo consigo

alcanzar con mi mano.

Hoy pienso, eso sí,

sin esforzarme demasiado

pues dicen que pensar mucho,

puede dañar el cerebro.

Para algo que parece aún,

no tengo muy deteriorado,

habrá que cuidarlo.

 



 

 

Nav.2021

 Para el evento:

Festival de la poesía navideña 2021
en RadioSatéliteVisión y AméricaVisión
Título:
Regalo de navidad
Texto y voz:
Carlos Torrijos
País... (España)
A un Hospital, una caja,
yo tenía que mandar,
envuelta en papel regalo,
regalo, de navidad.
Que poner en su interior
que colmase de alegría,
y diera luz a las sombras
de quienes allí Vivian.
Un rato quedé pensando
que podía yo enviar.
Metí unos cuantos abrazos,
besé todo su interior,
luego un puñado de letras,
en recortes de cartón,
y después, cerré la tapa,
y puse la dirección
Cuál sería la sorpresa,
cuando al abrirlo en destino
surgieron de allí unas manos,
y tras sentir unos labios
pegados a su mejilla
sonó una voz a los lejos
recitándole un poema.
Y hasta las nubes lloraron,
lloraron lagrimas blancas
que desterraron la pena.
Carlos Torrijos
C.a.r.l. (España) 2021



jueves, 16 de diciembre de 2021

Etapas.

 

Al finalizar el año,

tal vez por tradición o que se yo.

 

Nos asalta la duda,

volvemos la mirada,

a ratos reímos,

a ratos lloramos,

a veces cerramos los ojos

en besos callados.

 

Los pocos aciertos,

los muchos errores,

algunos tropiezos

en sueños gastados,

sentados rezamos

cruzando las manos.

 

Miramos al frente

pensando que bueno,

ya todo es pasado.

Que nos hemos hecho viejos

a trote por los senderos,

buscando las cuatro perras

con que llenar monedero.

Y nunca se ha visto lleno,

pues tendría un agujero.

 

Y al final de cada año

como al final de la vida,

volteamos la mirada

y recordamos que antaño…

Agachando la cabeza,

y no hay nada en nuestras manos.




miércoles, 15 de diciembre de 2021

Mujer de Piedra

 

Seudónimo: Ojos de Gata

Título:  Mujer de piedra

 

 

          Sin voltear la cabeza destino a ninguna parte,

cuantos recuerdos dormidos como austero pasajero

buscando en el horizonte la lejanía de la tarde.

 

        Árbol trepado mil veces, adoquines duermen pena.

Amores de adolescencia como reducto de un sueño

enjugado por las lágrimas, blancas que entonan poemas.

 

     Calles tristes,  envejecidas,

           Sumidas en un acaso, tal vez.

Clamando están a los cielos

en un alba que no llega.

      Cementerio rebosante

de las almas quedaron

merced de la soledad.

       Sin los besos, sin abrazos

de labios amamantados,

sin  palabras de consuelo,

caricia en la despedida

como epitafio final.

 

       Pueblo grande dormido vigilado desde el cerro

entre el verde de pinos por la estatua iluminada.

     Cielos azules reclamando nubarrones.

          Que traigan gotas de agua

versos que vengan teñidos

por amarillo de aliagas.

 

      Despoblada, herida, queda mi tierra.

           Privada está de ilusiones.

                 Espejismos diluidos

en la piel verde de rana

ahora convertida en sapo.

        Los príncipes encantados

engullidos por los patos.

        Y al llegar a San Antón,

la niebla les dijo adiós

como a carta en un buzón.

 

 

      Cabellos sedosos con olor a lavanda,

morquera, tomillo, a fuente del canto.

       Sobre el cutis fresco como ensalada de berros,

collejas verdes en garbanzada

y caza en el morteruelo.

        Sobre los hombros la sierra

con las piedras encantadas.

       Júcar que baja rugiendo

acariciando su espalda.

       Deseoso, llegar a los pies de tu muralla

susurrando en recovecos

que dan a sus aguas calma.

 

       Duerme.

             Duerme tranquila La siesta al sol

como lagarto en los riscos

enamorando a una flor.

        Tus canas bajo la luna,

cepillo de plata y hueso

el que antaño nos peinó.

 



 

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Hijos del fuego .- FINAL

 

1976.-
      Se reunieron de nuevo en las estancias destinadas a hospedería en el monasterio de Osera (Orense).   Todos los oficiales de la sexta compañía de reconocimiento ya arden en el infierno.

         Francisco y el capitán van relatando una a una sus venganzas;    viajes esporádicos a distintos sitios donde hacer justicia. En los que recordar aquella noche a quienes arrebataron el futuro a los habitantes de aquel pequeño pueblo, antes de proporcionarles un billete hasta las puertas del infierno.

           Diez copias de unos legajos donde está el censo de 1937;  nombre y apellidos de su pasado, calles que ya no existen y cenizas que ahora cubren las oscuras aguas de un pantano.

          En un documento anexo, los nombres de esos que sobrevivieron a la guerra, los pelotones de fusilamiento o la cárcel, y han sido marcados con una equis de la lista uno a uno.

          Tras unos días de retiro, todos vuelven lo cotidiano  jurando silencio de todo lo hablado.   Quedan allí solo los dos:      Francisco junto al capitán, en el recogimiento de esos muros a purgar sus culpas hasta la muerte.

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                      Entre 1930 y 1933, nacieron unos cuantos niños en un olvidado pueblo por la historia;  el resto de los nacimientos fueron niñas con sus nombres diluidos en  el no importan, al igual que el resto de vecinos.

      A esos niños; (ya con edades comprendidas entre los 4 y 7 años)     escondidos tras la oscuridad de la noche, el entonces párroco de la iglesia, los llevó andando hasta llegar una vieja casa de campo donde un amigo les daría cobijo.  Tras ataviarse él y su amigo con roídos uniformes de soldados para pasar desapercibidos, se dirigieron con los pequeños a una estación de ferrocarril cercana.

          Allí montarían en un vagón que los llevaría hasta la ciudad y allí dejarían a sus acompañados en un orfanato.

  Sin pasado, nombre ni apellidos, comenzarían un nuevo periplo asistidos primero por milicianas y luego al acabar la guerra serían llevados a un convento de monjas donde se recogieron a todos aquellos menores sin identificación ni recuerdos.

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      Pasados unos años, en 1942;   el sacerdote que había llegado a capitán capellán en el ejército;      pidió el abrir una nueva comunidad de la orden de los benedictinos en un monasterio derruido situado en una zona despoblada sierra castellana. Había bastante buen terreno alrededor para pasto de animales y poco a poco reconstruirían sus muros e iglesia para la consagración a Dios.

Como primeros  miembros de la congregación, solicito el coger a chicos jóvenes sin apenas futuro y buenos brazos para colocar piedra y cuidar de la tierra y el ganado.

Nueve fueron los elegidos, ocho de ellos permanecieron  junto al prior, entre aquellas ruinas de piedra hasta que esa aventura llegó a su final.

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Mayo de 1937;  en un pueblo perdido, las mujeres salen del rosario, los hombres y jóvenes llegan del campo y los niños y niñas entran en la casa para cenar antes de que oscurezca.

    El pueblo es cercado por las tropas;     un gran fuego se extiende desde los alrededores hasta el centro, al tiempo que los morteros lanzan sus proyectiles incesantemente.
     Todo aquel que se asoma a las ventanas o la puerta de las casas intentando escapar, es masacrado por las balas de mosquetón desde los montículos que circundan el pueblo.              Los gritos, disparos, humo y olor a carne quemada se mezclan en el atardecer.

    Nadie queda con vida en aquel lugar.      Tan solo unos pocos animales han podido escapar a los montes.

  Ninguna casa en pie, tan solo la torre de la iglesia con el campanario caído sobre los muros del viejo cementerio que está junto a ella.

 En los sótanos de la iglesia, entre escombros, refugiados en un lúgubre pasadizo utilizado para derivar el agua al riachuelo cuando la lluvia es intensa y el cementerio se anega,  quedan escondidos unos niños que han quedado recibiendo las lecciones de catecismo junto con un joven párroco tan aterrorizado como ellos.

          Padres, hermanos, familiares, nombres, apellidos y todo pasado, quedará allí bajo las cenizas;     El tiempo se encargará de intentar enterrar allí también esos pocos y crueles recuerdos.

 

 

 


F I N

Carlos Torrijos Pareja
C.a.r.l. (España) 2021

viernes, 3 de diciembre de 2021

Hijos del Fuego .- 09

 



              El hermano Andrés; El menor de todos quiere ser sacerdote y en el seminario cursa estudios de filosofía y  teología.  En su tercer año es enviado a como ayudante del vicario en la cercana parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes y capellán del colegio Siervas de María.

               Su gran pasión por el latín, le hace pasar mucho tiempo en la biblioteca estudiando manuscritos que allí se guardan llenos de polvo sin que nadie les preste casi atención.   Algunos de ellos están limpios y colocados en otra estantería, lo que da fe de que no es el único al que aún le interesan los textos olvidados.

    En el centro de ese colegio donde las monjas caminan por los pasillos como escobas flotantes entre las alumnas de uniforme a cuadros, hay un bello patio bien cuidado donde un señor con la azada al hombro no para de dar vueltas entre los rosales que están a punto de romper.

         A ratos una hermana ya mayor y de andar pausado, se sienta junto a él y hablan durante largo tiempo con sus manos cogidas.

      Pasados unos meses, algo atrae la atención de Andrés en la biblioteca.

   En esa estantería desde el primer día había cinco libros ahora solo hay cuatro. Algo lo impulsa a salir y mirar a su alrededor. El patio está vacío, el jardinero no está y su azada tirada junto a una piedra con el astil roto.
Por suerte se aproxima una hermana a la que preguntar.

 .- Ave María hermana

         .- sin pecado concebida

.- una curiosidad ¿me podría decir si le ha pasado algo al jardinero?

       .- estará en la habitación de la hermana Milagros

            -Andrés se le queda mirando sin entender nada-

      .- a claro; Ceferino es el hermano pequeño de la hermana Milagros. Lleva ya un tiempo bastante delicada pero ahora, no parece tener remedio

.- ¿y me podría indicar su habitación?

       .- subiendo las escaleras del fondo la segunda puerta de la derecha.

    Su intención no es otra que darle compañía y consuelo en esos últimos momentos. La puerta está entreabierta y de dentro sale una voz tenue leyendo en latín.

                   El que lee es Ceferino sentado junto a su cama sujetando entre sus manos el libro que echó de menos en la biblioteca.

.- Ave María purísima; grato el oír leer en latín con esa maestría

       .- pase si quiere y siéntese, pero en silencio, Milagros ya no está para muchos ruidos

.- si no le molesta yo rezaré mientras usted lee

        -Allí se pasan más de dos horas hasta que Milagros haciendo un esfuerzo abre los ojos y estira su brazo para coger la mano de Ceferino-

                 .- no te olvides de Pascual, conduce su alma por los caminos del bien para que me acompañarme cuando llegue su hora

       .- no te preocupes, esta tarde iré  decirle que venga a verte

                .- si por fin lograses que viniera

      .- ahora descansa

             Los dos salen de la habitación y se dirigen hasta la biblioteca a dejar aquel libro en su sitio.

.-lee usted muy bien en latín

          .-Llevo casi toda la vida cuidando de este patio y he tenido la mejor maestra que ha pasado por las aulas este colegio

.- su hermana

       .- sí, ella, desde que se puso enferma ya las niñas no aprueban con nota esa asignatura;  una pena y ahora la quieren quitar

.- yo estoy leyendo varios manuscritos y es una lástima que estén tan descuidados,   llenos de polvo y todos amontonados

       .- durante un tiempo los tenía ordenados y cuidados, al igual que toda la biblioteca, hasta que la directora me dijo que yo no me tenía que meter en las cosas que no me incumbían, que me dedicase a limpiar los pasillos, cuidar las plastas y dejase en paz los libros.

.- pero como se puede consentir eso

      .- donde hay patrón no manda marinero

.- si quiere lo podemos volver a hacer juntos

     .- demasiado tarde, no me merece la pena, Milagros no llegará a verlo todo de nuevo como a ella le gustaba.

         Por la tarde un anciano enjuto, subía las escaleras junto a Ceferino.     En la puerta de la habitación hacían guardia dos hermanas, dentro otras dos amortajaban el cuerpo de la difunta Milagros.      Pascual había llegado tarde a la visita tantos años esperada.       En las escaleras esperaron sentados en silencio hasta que llegó el ataúd.

         En la capilla, toda la noche los dos hermanos a los lados de Milagros,   las hermanas rezando, en los bancos dando cabezadas  y Andrés en su cabecera cabizbajo, leyendo textos en latín, para que su alma transitase exultante de gozo a la diestra del padre.

     Al poco tiempo, de nuevo Ceferino ausente de sus quehaceres y al igual que la otra vez la azada junto a la piedra con el astil partido.

 .- Ave María hermana

      .- sin pecado concebida

.- ¿me podría decir donde está Ceferino?

       .- le han dado un aviso urgente, algo de su hermano Pascual

         Efectivamente; con una vieja y oxidada pistola que guardaba junto a cosas olvidadas en el cajón del armario, se había levantado la tapa de los sesos.         Ceferino ya nunca volverá a hablar en latín a las flores del jardín y la azada quedará con su mango roto, dormida junto a la piedra.
           Ahora deambula por los pasillos  esperando a ser trasladado al psiquiátrico donde acabará sus días.