martes, 29 de noviembre de 2016

Félix A. López Torrijos



      Me toca coger un tren
para viajar a la infancia,
He de desplegar las alas
y recorrer la distancia
que nos separa en el tiempo,
Para abrir aquellos ojos
que vieron lo que yo siento.

     Tierna y bella la niñez
cómplice de los recuerdos,
Amiga andando caminos
y hermana de nuestros sueños.

    Momentos que allí quedaron
con el pasar de los años.
Alegrías y tristezas,
amores y desengaños,
Compartimos carcajadas
riéndonos de la vida
y disimulamos llantos
al llegar nuestra partida.

     Al alzar de nuevo el vuelo
para sentirme a tu lado,
solo escribo estas palabras
para pedir a la vida
devuelva lo que ha quitado,
y que el abrazo sea pronto
que ya me cuesta esperarlo.

    Por lo demás… que mas da
nadie robará los días
ni las vivencias de antaño
que nos quiten lo bailaó…

PRIMO… Feliz Cumpleaños.



FELIXIDADES



Lizzy Lee




     Lanzando besos al aire
con melodías encantadas.
   Viendo sonreír a la luna
en tus manos reflejada.
     Aleteo de mariposas
en tus pestañas doradas.
      Emoción en cada gesto
de tus mejillas rosadas.

      Y allí sobre el escenario
la mujer se hace canción.
    La garganta se desgarra,
latidos del corazón,
el pecho cruje las notas,
el estomago se encoge,
y el poema se hace flor.

     De la playa al horizonte.
De la montaña hasta el cielo.
    En la pradera, en el río,
entre las nubes y el sol.
       Desde tu boca a mi alma,
que nada apague tu voz.


Feliz cumpleaños





lunes, 28 de noviembre de 2016

Dónde Marchaste cap.- 4º


-------- Dónde marchaste -------
----- Capítulo 4º -----

    Al medio día la expectación era máxima.
         .------ bueno Manuel ¿nos vas a enseñar ese poema?

    Manuel, comenzó a leer en voz alta, ellos asentían con la cabeza a modo de aprobación.
      .------ en verdad es precioso hasta en alemán

    Entonces Manuel dejó el papel sobre la mesa y se puso a declamarlo en su traducción al  francés.    Con la nueva entonación, eso sí era un poema de amor.
        Todos se sentaron a comer, un españolito como él, lo miraba fijamente sin atreverse a decir nada. Manuel lo miró sonriente, se puso de nuevo en pie y lo leyó en castellano. No hacía falta entender el idioma, solo con el tono de voz y los gestos de sus labios a todos se les puso un nudo en la garganta.    El poema de amor, en realidad era un desgarro en el alma.

 Manuel.- que mayor inspiración, para unas estrofas de amor infinito, que el recuerdo de una Madre.

    Al anochecer del viernes, la caligrafía de la lámina estaba totalmente terminada.
          El poema bien encuadrado, escrito en elegante letra cursiva en color azul.
     La primera letra en grande, de color rojo y con adornos negros y morados.
   Todo el contorno, formado por orlas verdes, simulando las hojas y los pámpanos de una parra.
     Y en la parte inferior derecha, una preciosa rúbrica sin nombre, esperando la llegada del Mayor.

Mayor.- ¿está acabado?
Manuel.- solo falta un detalle
Mayor.- ¿Cuál?
Manuel.- su nombre
Mayor.- mi nombre es Rudolf
     (Manuel roturó esas letras en el centro de la rúbrica)
Manuel.- ahora si está, felicítela mañana de nuestra parte y espero que le guste.


        A primera hora de la mañana cuando su esposa, (una mujer de esbelta figura y agrio carácter, sumisa ama de casa y casada por conveniencia familiar),    cogió la lámina entre sus manos, se le saltaron las lágrimas.     Durante minutos quedó mirándola, callada.    Luego…   cerró los ojos.
     El Mayor, inmóvil, frente a ella, esperaba mudo aunque solo fuera una palabra de agradecimiento por el regalo.
    La esposa abrió los ojos y se abalanzó sobre él.
     Lo abrazó con una fuerza que jamás lo había hecho.
       Tal vez le regaló un te quiero, tal vez no, para él, aquel abrazo era el mejor gracias que jamás había recibido.

    Toda la dureza que como oficial alemán albergaba en su corazón, se volvía mantequilla cada vez que entraba en el barracón de los escribientes.
     Manuel cada semana hacía para la esposa del mayor una lámina nueva y cada una de ellas era recompensada con un nuevo abrazo.

            Hasta que una mañana……  Llegaron decisiones del estado mayor.

        Un destacamento de (la liga femenina nacionalista) se haría cargo del cometido a ellos asignado.
           Ante aquel acontecimiento, el comandante de aquel acuartelamiento, asumiendo su responsabilidad,  firmó las órdenes de ejecución de los veinte hombres. Únicos civiles y además extranjeros, que estaban al tanto de los entresijos de todo lo ocurrido en los diferentes frentes. Esos escritos que eran considerados secreto de estado.
     
    El Mayor, llego a casa destrozado.      Aquellos hombres se habían convertido en algo más que unos prisioneros, era injusto, pero no podía hacer nada.
   La esposa montó en cólera, exigió a su marido hacer algo para evitar ese desenlace.  Él intentó mediar.  En una hora, propuso diferentes alternativas y ocupaciones para aquellos hombres, pero el comandante ante la falta de disciplina del Mayor, ordenó formar el pelotón esa misma noche.

    Ninguno de ellos sabía el destino que les esperaba.

           La esposa le imploró incluso rodilla en tierra, que al menos, salvase al escribiente que hacía las láminas.
     Aquel prisionero, había conseguido que el amor por fin, habitase en aquel matrimonio que tan solo era fachada.
       Lo llevarían lejos, donde pudiese esconderse y después  que la suerte dictaminase su futuro.    Ellos juntos podrían comenzar una nueva vida, sin cargar sobre sus hombros con la muerte de esas personas.

   Al caer la tarde, el mayor, paró su coche tras el barracón, entró por la puerta y ordenó a Manuel que se dirigiese a las letrinas y que esperase allí hasta que él lo mandase salir de nuevo.
     Luego ordenó al resto que se acostasen y que pasase lo que pasase no se levantasen y que no recibiesen órdenes de ningún soldado sin estar él presente.

       Volvió a la parte de atrás, cogió una palanca de hierro y desclavo unas tablas.

Mayor.- soy yo. Manuel, sal por aquí, en silencio
Manuel.- ¿qué pasa?, ¿qué hace?, ¿está loco?
Mayor.- calla y métete en el maletero

          Otra vez entre mantas junto a la rueda de repuesto. Otra vez un maletero. Otra vez, otro lugar, otra identidad. Una y otra vez…

        El Mayor avanzó hasta la puerta de su casa sin dar las luces.    Su esposa se subió en la parte trasera y salieron del recinto, con la excusa de que iban a una cena.
   El Comandante vio en aquello un acto de cobardía.
    ya hablaría con él al día siguiente, esa noche redactaría la petición de traslado, no quería cobardes entre sus oficiales.

 Se alejaban a gran velocidad. Tenían que llegar a la ciudad, dejar a Manuel y buscar un sitio tranquilo donde refugiarse esa noche antes de proseguir viaje.
   Rudolf. Comentaba a su esposa la planificación del viaje:
     Esa misma noche, se pondría en contacto con antiguos conocidos para que los estuviesen esperando en Zúrich y desde allí, se desplazarían con una nueva documentación a Berna donde podrían residir y tener una ocupación que les permitiese vivir holgadamente.

  A las once, saltaban las alarmas: Manuel había huido.
     Los soldados con las motos, salían en su busca en todas direcciones, la orden era tajante: capturar a los tres, vivos o muertos.
    
            A las doce;   los otros diecinueve escribientes, eran fusilados junto a  la fachada del barracón, como pago a la labor prestada.

  Y a las dos veintisiete;  una curva, un bache, un reventón, provocaban la salida del vehículo de la carretera.   Tras dar varias vueltas entre la espesa vegetación, al impactar con el fondo del barranco, la puerta del conductor y el maletero se abrían.   Manuel y Rudolf salían despedidos.
 Manuel quedaba sin consciencia, oculto entre unos densos matorrales.
 Rudolf, no tuvo tanta suerte.   Su cabeza impactaba contra una roca y se abría en dos.
          La esposa quedaba entre los asientos con las láminas abrazadas contra su pecho.   Su último suspiro, sus últimos susurros serían para él.
  
…---- Siempre fuiste el amor de mi vida y ahora, siempre estarás a mi lado.
   
          La gasolina alcanzó los bornes de la batería, tras una explosión el coche se incendió.    Calcinados quedaron los poemas de Manuel junto al cuerpo de la esposa.   Su amor eclosionó en infinito.    Cenizas, que quedarían fusionadas para toda la eternidad.






sábado, 26 de noviembre de 2016

Vida, Paz y Libertad


Para el evento:
 Somos Poetas del Mundo

. Personas a las que afectan
las inclemencias del tiempo.
. Por llamar de otra manera
los problemas del momento.
. Comprometidos escritos
de valiente pensamiento.
. Trovadores y juglares
que lanzan su voz el viento,
para paliar injusticias
que causan el sufrimiento.
. Cada palabra, un te quiero.
En cada verso una vida.
Cada estrofa un lindo sueño.
Y el poema una alegría.
. Poetas del mundo entero.
Bandera la honestidad.
. Cantemos todos unidos,
Vida, Paz y Libertad.



Dónde Marchaste cap.- 3º


-------- Dónde marchaste ------
----- Capítulo 3º -----

Aún de noche el camión se detuvo bruscamente al pasar por una población.    Uno de los soldados, abrió la lona trasera y les advirtió:
…--- Schweigen oder Leben Abschied
              Aprovecharían para visitar algún local de entrada oscura, olor a alcohol y amor envuelto en medias de rejilla.

      Los esqueletos que allí aguardaban, sin fuerza ni ánimo para intentar liberarse de aquellos grilletes, comenzaron a lucubrar sobre lo que les depararía el destino.
Solo coincidían en una cosa: imposible, peor que lo vivido esos meses.
       
       Los soldados llegaron borrachos, entre carcajadas se le oyó decir:
…--- geneiβen
   Una botella de Jägermeister casi llena, cayó sobre el suelo de madera a través de la lona, eso les haría entrar en calor y conciliar el sueño hasta llegar a cruzar las puertas de otro campo, donde el ladrido de los perros los despertó.

         Un pequeño barracón que parecía recién pintado, los esperaba junto al edificio central.
Estaba acondicionado con literas para dormir, varias mesas con sillas alrededor y hasta tenia ventanas con cristales en la parte superior de las paredes.
  Al momento, llegaron unos soldados y depositaron en  la primera litera suficientes mantas para todos.   Al momento otros con camisas, pantalones y botas.

     Ellos incrédulos sin tocar nada solo hacían que frotarse los ojos, para cerciorarse de que aquello no era un sueño.

        Sobre las mesas, pusieron varios platos con comida y unos chuscos de pan.
   El soldado al salir dijo.- essen, essen
         Dio unos pasos antes de volver la cabeza.- kleidung, kleidung

          Aquel potingue para cerdos, era lo más delicioso que hacía tiempo habían probado.      Después de dejar limpios los platos, sin reparar, se pusieron aquella ropa.    No hacía falta escoger talla, ninguno superaba los cincuenta kilos.
      Un oficial de trato agradable, llamó a la puerta antes de entrar.    Cada uno de ellos se situó delante de una litera en posición de firmes.     En realidad no sabían lo que tenían que hacer, pero ante la duda…
          …---  se presenta el Mayor Fischer encargado de su adiestramiento y supervisión.   Quiero dejar claro, que esta es la única vez que se permitirá hablar en lengua extranjera  traidora al Reihc.
           Con paso firme fue paseando de un lado al otro del barracón.
…---- los hemos escogido por su caligrafía,  se han ganado un sitio de privilegio, aquí tendrán dos raciones de comida diaria, de la misma que comen nuestros soldados, y se les traerá agua y jabón para asearse una vez a la semana.
    Eso sí, no podrán salir de este barracón. Las ventanas son para que entre luz no para asomarse por ellas y se les dotará de papel timbrado junto con plumas y tinta,  para trascribir documentos oficiales que posteriormente serán archivados.
       Alguna pregunta…
.- perdone mayor, ¿y donde haremos nuestras necesidades?
       .- veo que además de culto, eres gracioso.
 (Como queriendo decir: de la que te has librado. Si llegas a dar con otro…)
        Tras esa puerta hay unas letrinas.  Recordad el pueblo alemán premia la valentía, pero odia la insolencia.
       
     En esos momentos, a ellos no les importaba la valentía, ni los ideales por los que supuestamente estaban allí, ni si quiera porqué empezó la guerra, ni cuando terminaría, ni el mañana, ni la semana que viene.    Se habían acostumbrado a pensar que hoy, siempre es el último día.

                  A la mañana siguiente comenzaban a llegar los cuadernos manuscritos.  Diarios estrictos con actividades, peculiaridades y observaciones de cada movimiento en el frente.
       Había que trabajar rápido pero con pulcritud, el papel timbrado llevaba numeración en su parte superior externa y un error, significaba tirar lo hecho a la basura y empezar de nuevo.
             Se aprovechaban todas las horas de luz, por lo que cuando anochecía, comían y cenaban al mismo tiempo.
     Semana tras semana sus tullidos cuerpos empezaban a tener algo más que huesos y piel, su bienestar dependía de que no surgiese ninguna queja de su trabajo en la sala de archivos.

          El Mayor Fischer, pasaba a diario para ver el avance, sus superiores estaban conformes con la cantidad y calidad de diarios trascritos por jornada, así que sin que se tuviera conocimiento de ello,  como gratificación a modo personal les permitió utilizar las hojas desechadas en la basura, para que escribiesen lo que quisieran, excluyendo, por supuesto, cualquier frase ofensiva al Reich o que dejase entrever su actividad.
     Manuel, solicitó permiso para escribir una obra teatral en castellano.

Mayor.- la silla, la mesa, el papel, la pluma, tu mano y tus escritos, incluso tus pensamientos son propiedad de Reich, que mejor manera que demostrar agradecimiento al Führer que regalando a esa obra el gran privilegio de estar escrita en alemán.
 Manuel.- creo que lo he entendido
Mayor.-  si vales tanto como me imagino, yo mismo me encargaré de que se represente en los mejores teatros de Berlín.
Manuel.- primero hay que escribirla
Mayor.- honra a nuestro Führer y el mundo entero te lo compensará

          En ratos, aprovechando la poca luz que entraba por los ventanucos de los focos del patio,   Manuel comenzó a escribir.   Cada frase para cada uno de los personajes, tenía un doble sentido.  Diálogos que en alemán parecían querer ensalzar al Führer, pero traducida la obra al castellano, con acento andaluz, serviría como burla hacia el tal Adolf Hitler y sus ejércitos.

     Una mañana, el Mayor, entró a exponerles una idea.
     Desde que llegaron el primer día, este siempre les había demostrado respeto, tal vez porque tras el uniforme había un gran enamorado de la cultura.     Consideraba que era el mejor valor que se podía poseer.
Mayor.-  el sábado que viene, cumple mi mujer los años.
          Agradecería que uno de ustedes escribiese un poema para felicitarla.
Manuel.- ¿y luego lo copia?
Mayor.- no, no hay problema. Sabe que mi caligrafía no es excelente y la presentación para este día, requiere una letra con topografía  especial.
Manuel.- si me trajese tintas de varios colores y plumines de diferentes medidas, yo le prepararía un poema con una buena presentación caligráfica adornada con orlas.
Mayor.-  estupenda idea, ustedes no se preocupen, si baja el rendimiento en el trabajo. Es más, si ella queda contenta, a partir de la semana que viene,  podrán parar  al medio día para comer.    Mañana mismo, cuenta con ese material está aquí a tu disposición

         Manuel en ningún momento pensó el sacar beneficio personal de ello.           Todos los de aquel barracón, tenían aprecio a aquel Mayor.      Era el único oficial que los había tratado con dignidad desde ese  fatídico día de su captura y ya no importaba que uniforme llevase.
        Las palabras: miedo, odio y venganza, hacía tiempo se habían extinguido de sus mentes.        Sus manos se habían acostumbrado a copiar lo que leían sus ojos sin pasar por el cerebro, un simple y esencial mecanismo de autodefensa ante la batalla perdida. El sol salía cada día y cada atardecer se volvía a ocultar, eso era lo único relevante de su absurda  existencia.

       Manuel aquella noche escribió un soneto de amor, de aquellos que escribía en Metz para su amado Reinhad.  
Cuando lo leyó el mayor al día siguiente, quedó encantado.

Mayor.- esto es genial, pero tú crees que creerá que estas palabras son mías
Manuel.- no, pero suya es la idea, el sentimiento, yo solo he añadido algunas palabras para darle forma poética y que encuadre mejor en la plantilla caligráfica.
Mayor.- bueno, tan solo por esto, nada de a la semana que viene.  Hoy ya, empiecen a parar para comer al medio día.
       
      Todos esperaban la llegada del medio día, pero no para comer, si no para escuchar los versos que habían dejado al Mayor tan satisfecho.
        




jueves, 24 de noviembre de 2016

Muros pintados



.    Detengo mi camino pie al suelo
para ver a los niños jugueteando
aprender las estrofas que cantando
acompañan sus risas en el vuelo.

.    Deleitarse del aire que soñando
encamina su vida hacia el futuro
imaginan un cielo limpio y puro
y unos campos de flores rebosando.

.    Evitando el color negro y oscuro
esparciendo su voz por la ciudad
melodías de luz y de amistad.

.    Con sus manos pintar sobre los muros
las canciones de paz y libertad
por bandera llevar blanca verdad.


                               
                                   

Dónde Marchaste cap.- 2º



 -------- Dónde marchaste -----------
----- Capítulo 2º -----

                     Una vez que comenzó a dominar el francés, Manuel, decidió alejarse de Toulouse para emprender una nueva vida en la población de Metz al norte del país.
              El responsable de archivos, a cuyo servicio había trabajado esos años, le propuso que lo acompañase en un nuevo trabajo;   Deberían, junto con los que allí esperaban,  inventariar y poner en marcha el museo catedralicio, todo un reto, para lo que quería rodearse de los mejores.

       Se empezaban a oír rumores;     La guerra en España estaba tocando a su fin.      
El gobierno Alemán había sido un gran aliado de las tropas nacionales, por lo que pensó en aprender el idioma y en el tiempo libre dedicarse a la traducción de las obras clásicas, tanto españolas como alemanas.  Una iniciativa que podría resurgir con fuerza y así abarcar los dos mercados.
   Los dueños de un pequeño taller de impresión, acababan de afincarse en la localidad,  vieron una oportunidad única para levantar un negocio, donde las únicas publicaciones se limitaban a un periódico local.

 La proximidad con la frontera, hacia que muchas personas dominasen perfectamente los dos idiomas, pronto empezó a asistir a clases de gramática.
   Una familia de alta cuna alemana, daba clases en su casa.
   El hijo, Reinhad, su profesor, era un joven apuesto de su misma edad.
  Rubio y de ojos claros, dulce voz y excelente sensibilidad.
      No tardaron en darse cuenta que los unía algo más que el gusto por la literatura.
         Ese fue el comienzo de un amor imposible, reflejado en poemas escritos en alemán.   Un idioma que siendo tan rudo,  era convertido en inusitada sensualidad en cada  una de las palabras de aquellos versos. Sonetos que rezumaban vapores de almazara junto a los trigales verdes plagados de amapolas.
   Sus encuentros a escondidas en la penumbra de la noche, intensificaban el deseo de dar el paso y mostrar su relación personal abiertamente, pero la familia de Reinhad, jamás lo permitiría.   Las taras debían ser escondidas, el prestigio no podía verse enturbiado por un deseo carnal antinatural.
  En caso de enterarse, se convertiría en un proscrito y nunca más le volverían a mirar a la cara.

    Ilse, (hermana de Reinhad) leía y releía aquellos poemas escritos por Manuel, su aptitud siempre caballerosa hacia ella, le hacían pensar en que era a quien iban dirigidos y su madre, empezaba a ver bien aquella posible relación.
         Al padre no es que le hiciera demasiada gracia, pero puestos a elegir y valorando los personajes de su entorno, mejor un españolito culto que un Alemán analfabeto.
   Un franchute, ni a empujones entraba en aquella familia.

      Comenzaron a salir juntos en los paseos de domingo, formaban un trío perfecto, que a veces era  acompañado por  una prima segunda que también vivía en casa de ellos temporalmente por causa de estudios..
      Ilse, siempre cogida del brazo de Manuel y Reinhad del de su prima.    Dos parejas ficticias para encubrir su idilio.

      Manuel, una vez acabada la guerra civil en España, propuso en la imprenta la publicación de un cuadernillo de versos de Lorca.      En Francia había mucho republicano exiliado y podrían tener buenísima venta incluso traducido al francés.      Conocía bien la obra de aquel autor y no le quitaría profundidad a la esencia lorquiana. 
        Todo iba sobre ruedas, los profesores de literatura de los colegios, aceptaron el comprar la primera tirada de cien ejemplares para sus clases.

     No tardo en comenzar la segunda guerra mundial y con ella, la ocupación de aquel lugar por las tropas alemanas.
  El sueño se vio truncado, la imprenta pasó a ser un lugar donde se imprimían pasquines propagandísticos de ejército nazi.
               En las navidades de 1940, Reinhad, es reclutado como miembro de la Gestapo, dado el conocimiento de las gentes de Metz y sus alrededores.   
El padre se sentía orgulloso de su hijo y organizó una boda doble, pensando en asentar las bases familiares.
     Las cosas estaban perfectamente organizadas entre los padres y  con la complicidad de las dos muchachas.   Solo faltaba darles  la noticia a ellos, que por su puesto estarían encantados.
            Manuel declinó tal ofrecimiento, lo que hizo que la madre, al ver frustradas sus expectativas lo denunciase a la S/S  como espía español con afinidad al comunismo.
      A los dos días, a media tarde, acudieron a su domicilio para detenerlo.
    Al salir de su casa en un viaje sin regreso, pudo observar a Reinhad apostado en una esquina sin mover ni un dedo por impedir su detención.     El amor que le profesaba era demasiado grande y culpó a la cobardía de aquel acto.

         Tras pasar la noche en los calabozos, un amanecer de finales de enero, le corta el aliento con su gélida brisa.
        El andén de la estación, está cubierto de nieve.
  Una fila de hombres, van subiendo a los vagones de aquel tren.   
     Torturados hasta la extenuación, sin obtener resultados, servirán como mano de obra y finalmente, de combustible en los altos  hornos donde se fundía el metal para fabricar armamento.

   Manuel, descalzo y semidesnudo, hacinado como ganado sobre aquel suelo de madera, distrae su abatimiento con la  punta de un clavo oxidado, componiendo estrofas para su amado Reinhad.
    Tras varias jornadas de viaje ininterrumpido, de aquellos vagones tan solo un tercio de hombres bajan por su propio pie, el resto o han fallecido, o están a punto de hacerlo.
             
            Tras las alambradas, los perros, tras los perros, más alambradas y al fondo unos barracones.      En el centro de uno de ellos, los espera una palangana llena de chachos de pan duro, sobre los que se abalanzan como hambrientas hienas a la carroña.
    Para combatir el frio, se amontonan unos sobre otros en un rincón.   Intentan conciliar el sueño, como única forma de eludir la realidad.  Todo, todavía podía ser más horrible.
          Aquella noche un sonido que jamás olvidarían; 
      Los alaridos de aquellos, que no habían tenido la suerte de morir antes de ser arrojados a las calderas.

      Una sirena sonaba al romper el día.   Los portones que daban al patio central, se abrían de par en par.        Por la puerta trasera entraban los soldados con porras y vergajos que rastrallaban en las espaldas de aquellos que eran más lentos o menos  ágiles.
      Formados en línea, observaban como los hombres de los otros barracones, custodiados por perros, se dirigen a las fraguas.
    
        Frente a ellos un altivo oficial;

Oficial.-  ¡nackt!
Prisionero.- ¿Qué dice?
Manuel.- que nos desnudemos
Oficial.- ¡schenell!

                Con las manos tapando sus vergüenzas, fueron dirigidos a una nave, donde los esperaban unos soldados que les raparían el pelo de todo el cuerpo entre pellizcos, risas y burlas.
       A la salida los esperaba Irma, una mastodóntica mujer a la que temían hasta los perros, sentada junto a una mesa, donde debían poner el brazo extendido.
           En su muñeca, les tatuaría un número que sería su nueva identidad.
    Dos dóberman, sentados junto a un guardián, esperaban la orden de atacar  a algún insensato que se opusiese a ser marcado.     Ninguna boca se abrió.     Ni los corderos son tan dóciles cuando los llevan al degolladero.
            Otra vez formados y bien rociados con zotal se les dotaría de un pijama a rayas, única prenda de vestir que les debería aguantar hasta su muerte.

      Manuel aprendió rápido a educar sus manos, entre las paladas de carbón, se movían algunas ratas.      Había que cogerlas por la cabeza y arrancársela, desollarla tirando con fuera de la piel e ingerir lo máximo posible de su cuerpo antes de que el guardián se diera cuenta.

         Cada jornada al caer la noche, los soldados sacaban  de los barracones a aquellos que no eran suficientemente aptos para realizar su labor.      Tras sodomizarlos como diversión, con sus porras los apaleaban hasta la muerte y Luego los arrastraban a la parte trasera de las fraguas.
Por suerte eran buenos ejecutores y pocos de ellos, sentían las brasas consumiéndolos.

     Una vez a la semana llegaba un nuevo cargamento que reemplazaba las bajas surgidas.  No había forma de luchar por la vida, tan solo rogar por una muerte rápida.

       Aquella noche el cielo estaba nublado, un ruido poco habitual despertó a algunos de ellos.
     Unos vehículos, pararon junto al edificio principal. 
  De ellos bajaron unas señoritas luciendo sus encantos.
   A ellas se aproximó Irma, escogió a las dos más rellenitas para su uso y disfrute.     El resto fueron repartiéndose por las habitaciones de los oficiales.
 Antes del amanecer, marcharon de nuevo a otro destino donde saciar las apetencias de los premiados por el Reihc. 

       La llegada de unos vagones con carbón y víveres, era la mejor noticia que se podía recibir.  A más abundancia, más sobras, momento de esconder bajo los catres todo aquello que distraídamente se pudiese arañar de la basura.

   Pasadas unas noches de nuevo un ruido inusual, esta vez era un camión del que se bajaron tres soldados.
        Al momento sonó la sirena, se encendieron los focos del patio y se retiraron los hierros que cerraban las puertas de los barracones.    Todos a formar.
     A cada hombre situado el primero de la fila se le dio un cuaderno y un lápiz.      Entre el murmullo, desde el centro se dio la orden.
…---- Schreiben: Ehre des Deutschen Reiches, und die Zahl.
     El cuaderno y lápiz, fueron pasando de mano en mano, hasta llegar al final.     De nuevo otra vez a los barracones, excepto aquellos osados que se habían negado a obedecer la orden. Cuatro, a los que la agonía ya se les hacía larga y habían decidido terminar con su existencia.

      Pasada una hora, los soldados entrando barracón por barracón y nombrando los números seleccionados, (entre ellos estaba Manuel).       Un total de veinte hombres que fueron subidos y encadenados en la caja de aquel camión para ser trasportados a otro lugar incierto.  Sus ojos en la oscuridad, reflejaban alivio  y sus quijadas huesudas una sonrisa de conformidad.
Cualquier cosa se podía considerar un regalo, incluso su ejecución.