Tanto
tiempo que no escribo,
pero hoy lo
tengo que hacer.
Para hablar
de dos misterios,
que son el
ser y no ser.
A esa
muerte que está viva.
A esa vida
que se muere.
A ese dios
que nadie entiende,
y a ese infierno
incoherente.
A la flor
de ese jardín,
que se
marchitó de pronto.
Y a ese
triste jardinero,
que se
apago en el rescoldo.
A la musa
del poeta,
que nunca
pretendió serlo.
Y al
escritor que con rabia,
plasma su
amor en los versos.
A la que
abraza a su padre
con el pelo
alborotado.
Al que
llora su partida
sin saber
que está a su lado.
A la que le
pide calma,
que el
momento no ha llegado.
Y al que
reniega del mundo,
pidiendo
ser sepultado.
A quien en
sueños se acerca,
para besar
sus mejillas
y abrazarlo con dulzura.
A quien con
lágrimas riega
la luz de
la madrugada,
después de
una noche oscura.
A la que se
fue muy lejos,
y el que se
quedó afligido.
La noche
del mes de agosto,
se
truncaron los caminos.
Yo a eso,
le llamo putada.
Otros… lo llaman destino.
Perdón por
mi atrevimiento.
Perdón… mi
querido amigo.