domingo, 31 de octubre de 2021

La Pilar

 

   La Pilar  24/11/2021

 

              Cansada en la lentitud

     de la vela que se apaga

     y en su lucidez sabiendo.

        Que el tren que tanto corrió

    se parará en un momento.

 

         La Pilar de la familia,

la más pequeña de todos.

      La única que quedaba

aguantando las mareas

en este mundo de loKos.

 

    Lloraremos por tu ausencia

los que quedamos marchitos

como pétalos de flor.

     Y te abrazarán los brazos

de aquellos que antes partieron

camino del más allá,

donde no existe el dolor.

 

 

C.a.r.l. (España) 2021




Pilarín

 

        - Pilarín-

 

    Pies dormidos esperando

unas nuevas zapatillas,

suela, de olas de mar

y cordones que hacen lazo.

 

     Manos quietas, sin anillo.

Tiempo ciego sin reloj.

    Pecho en compás distraído

que intenta llevar el son

acompañando los hombros

al vaivén de una canción

 

              Pajarillos en su vuelo

         sin atreverse a cantar.

     Que está dormido el silencio

no se vaya a despertar.

 

 

   Carlos Torrijos
C.a.r.l. (España) 2021

 


sábado, 30 de octubre de 2021

Despertares

  


     Tibios despertares hay

con una frase en tus labios.

      Los dulces Amaneceres

reflejan sueños cautivos.

      Imágenes escondidas

de efímeros lagrimales,

dibujadas en el vaho

resbalando en los cristales.

 

   Manto sobre los tejados.

      Esa mañana de niebla,

se sentirá acompañada,

por placentera ilusión

en la tarde soleada.

 

 

           Llegará la primavera.

   Reverdecer de las hojas

sonriéndole a la vida.

     Al alma que ahora suspira

impregnará sus pupilas.

      Volverán a germinar

entre flores de colores

guirnaldas…  de clavelinas.

 

 


Alex

 

----- ALEX ------

 

       Y te asomas a la luz

entre canto de sirenas.

       Rompiendo un grito la mar

con olas que traen la vida

para posarla en la arena.

 

     De colores viste el cielo

el pino verde esperanza

Junto a flores en el cerro.

     Otro conquense ha nacido

tierno como mantequilla,

pero con alma de acero.

 

    Todo respira distinto.

         Tranquilidad de las madres

   en un abrazo anhelado.

         Las risas de las abuelas

 aromas de terciopelo,

reflejadas en las blancas

lagrimas de los abuelos.

      El viento desde la sierra,

empuja al recién nacido

para que levante el vuelo.

 

                 Felicidades.
           Gracias por haber nacido.

 




viernes, 29 de octubre de 2021

Hijos de fuego .- 02

 

CAPÍTULO.- 02

 

    El hermano Eduardo, llega Toledo y se presenta ante el director de la casa de beneficencia donde se proporciona asilo a personas mayores.

               El escenario es dantesco; en la planta de abajo, una gran sala acoge a las mujeres que no tienen donde caerse muertas, enfermas atendidas por monjas que usan el catecismo como libro de medicina, el agua y el pan como alimento y el voto de silencio como norma.

   En la primera planta dos filas de camas; por el pasillo, aquellos que aún se pueden poner en pie.  Hombres, la mayoría tullidos por la guerra y el tiempo de calamidad estando presos.     Algunos todavía conservan la cabeza erguida con el paso de los años y la mirada odiosa ante las normas y el gran crucifijo que cuelga de la pared del fondo presidiendo la sala.

         Al ver entrar al nuevo, unos se hacen los dormidos, otros agradecen o envidian su juventud como esperanza de un trato más humano, son más los que contonean la mirada o bajan la cabeza. Un monje más al fin y al cabo.

               Según pasan los días va ganándose la confianza de alguno de ellos (pocos, todo hay que decirlo) le gusta leer poemas en voz alta sentado en el muro de la fuente.
       Cada vez poco a poco se van sumando más personas apoyadas en la baranda de piedra que bordea el patio en la planta superior, al tiempo que algunas ancianas ya se asoman a la puerta de su sala para oírlo, vigilando que las monjas no las vean.


     (Para ellas esos poemas son letras de pecado)

     

     Una tarde, sin esperárselo, un desmejorado personaje se le acerca en la penumbra del atardecer cuando  ya se iba a su dormitorio.

         .- perdón si molesto, es usted un monje muy raro

.- ¿raro, por qué?

          .- su comportamiento con los que aquí vivimos es distinto, ni siquiera nos presta atención para bien o para mal

.- sí, si les tengo atención a cada uno de ustedes, pero no es mi intención incomodarles y ya vi el primer día que el hábito no es vestimenta de su devoción

         .- los poemas que lee, son de autores reconocidos por el régimen, pero bueno al menos no son de ese tal Juan de la Cruz o la tal Teresa.

.- mire pues eso a mí me parece una falta de respeto, san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús, son dos grandes de la literatura española y denostarlos de esa manera denota una falta de cultura y una mente cerrada

      .- que sepa que yo fui profesor en la universidad en tiempos de la republica

.- que sepa que yo aprendí a leer y escribir malamente en un cacho de tabla con un carbón.

      .- mejor dejémoslo así, me extrañaba a mi

.- oiga espere, mañana leeré a Lorca, aunque tal vez me caiga una reprimenda, pero a cambio, pasado-mañana ¡usted! también estará escuchando en primera fila y se tragará los poemas de sor Ana de la Trinidad.

        .- por su atrevimiento estoy de acuerdo.

.- entonces trato hecho.

A la mañana siguiente lo primero que hizo nada más levantarse fue ir a hablar con el director.

.- ¿da su permiso?

        .- pase, pase

.-Quiero que sepa que esta tarde va  haber revolución…

       --- y le contó lo sucedido el atardecer anterior---

       .- bueno, a ver si así consigue domar un poco a esos salvajes

.- yo se que anoche se fue corriendo la voz y por eso creí conveniente el avisarlo, se que el resto de hermanos y hermanas no lo verán con buenos ojos

      .- ya hablaré yo con todos y diré a las hermanas que hagan como que no ven, ni oyen por las tardes a la hora de lectura; aunque ya le digo que no les va a sentar nada bien mi sugerencia.

 

            A la tarde la expectación era muy superior a la de cualquier día;     Eduardo se sentó como si nada y se puso a leer sin prestar atención a cuanta gente había o  quien faltaba.   Tras leer varios poemas, una voz en la primera planta comenzó a entonar el himno de la internacional.
       Él no dejó de leer.   De pronto un Sssssssss. se hizo presente y todos en silencio siguieron escuchando como el hermano leía.  El director atento a todo lo que ocurría inspiro y respiro profundamente, la tempestad parecía haber pasado sin causar males mayores.

 

        La norma se estableció de mutuo acuerdo entre el director, Eduardo y el señor Ferreira; una tarde de cada tres se escogería un poeta reconocido por aquel bando republicano, pero se mostraría total respeto al resto de escritores y no se alzarían voces ni consignas en contra del régimen en las estancias de aquel lugar.     Por otra parte mostrarían respeto hacia las creencias y rutinas de los hombres y mujeres que participaban de la misa, que desde ese día dejaría de ser obligatoria. Eso sí, excepto los días que hubiera presencia de alguna autoridad.          -mientras el director se ponía en pie, Eduardo y Ferreira, sellaban con un apretón de manos-

      En los paseos por los pasillos, junto al señor Ferreira siempre estaba otro señor, éste también profesor en la republica.  Siempre más callado e intentando que cayese algún libro en sus manos fuese cual fuese y con disimulo esconderlo bajo el colchón hasta que lo acababa. Pocos eran los escritos que caían por aquel lugar, por lo que a escondidas siempre se asomaba al despacho del director a ver si este le dejaba alguno aunque ya lo hubiese leído.

                Eduardo ya llevaba tiempo observándolo;

 Una mañana haciéndose el despistado se tropezó con él.

.- perdón, andaba pensando en yo que sé

          .- perdone, pero aprovechando este tropiezo   
 ¿le podría pedir una cosa?

.- usted dirá, si está en mi mano

      .- ¿me podría prestar alguno de sus libros? Aquí los que hay ya los he leído y si no le fuera mucha molestia…

.- me han dicho que usted también fue profesor como el señor Ferreira

      .- sí, ambos fuimos docentes en la misma universidad, y luego estuvimos juntos en la cárcel, pero de eso… hace ya mucho

.- ¿y usted de que daba clase?

     .- era profesor de literatura clásica

.- está bien, le dejaré mis libros, pero usted sabe que los monjes nunca damos nada sin pedir algo a cambio

     .- si está en mi mano, no hay problema;  eso sí, no me pida rezos ni aguantar sermones

.- pero haber sido republicano no es impedimento para ser católico

           .- yo era creyente, pero hay muchas cosas que me hicieron dejar de creer y ahora no me apetece desandar el camino andado

.- no se preocupe, los sermones las dejaremos para más adelante si es que se anima.   Mañana a la mañana nos vemos y hablamos más tranquilamente que ahora llego tarde a mis quehaceres.

        .- de acuerdo compañero.

            Cuando llegó la tarde observo como esa persona atendía a cada verso poniendo interés y cada vez que alguno interrumpía, se llevaba el dedo índice a los labios pidiendo silencio.     Hasta entonces esos gestos habían pasado inadvertidos porque siempre se colocaba a su espalda.

           -Como habían quedado se vieron en el pasillo a la mañana siguiente-

.- bueno pues ya pensé lo que quiero a cambio

      .- espero que no sea nada de iglesia

.- no, no se preocupe; tiene que ver con la cultura

      .- a bueno, eso es otra cosa

.- he pensado en que ambos leamos por las tardes junto a la fuente; dentro de mis libros podemos ir escogiendo autores y así leyendo los dos alternativamente se hará más ameno y todos agradecerán su lectura, que seguro es mejor que la mía.

     Así lo hicieron desde entonces;    pero en la segunda planta estaban los dormitorios y el profesor cada noche subía a escondidas una vez todo estaba en calma a ver a Eduardo.   Allí leían poemas solo para ellos al tiempo que comentaban sobre  autores diversos de la literatura.

      A ninguno de los dos parecía importarle el pasado del otro, solo el presente y que nadie descubriese aquellos encuentros.

         Pasado un tiempo al amanecer se oyeron gritos de auxilio; las monjas al clarear el día tras salir de maitines, hallaron muerto al profesor  sobre las piedras del patio, tenía el cuello partido y un gran golpe en el cráneo como si hubiese caído de una gran altura.



viernes, 22 de octubre de 2021

Hijos del fuego.- 01

 

CAPÍTULO.- 01

 

 

             El hermano Francisco (el de mayor edad) llega a Guadalajara para prestar sus servicios en el hospital;
       los primeros días se dedica a recorrer con el capellán una a una las habitaciones acompañando a los enfermos y familiares, pendientes de si alguno requiere de sus servicios y días más tarde se incorpora a la plantilla como celador, para empujar las sillas y las camas de un sitio a otro.    Ayuda en trabajos de oficina, ordenando datos de adscritos a la seguridad social y entretiene las tardes en dar paseos y conocer las calles de aquella ciudad.

              Los primeros fríos comienzan a hacer mella en la población,  “sobre todo en la de cierta edad” urgencias se satura con gripes y neumonías.        Ante la falta de medicamentos la mejor forma de curarse es permanecer protegidos  en casa y mantener el estomago caliente a base de caldos.

Francisco recorre las calles con un puñado de estampas en el bolsillo, repartiéndolas a aquellos que se dignan a abrirle la puerta, si no como curación, al menos poder proporcionar esperanza y consuelo con sus palabras.

       Se para frente a una puerta, bien sabe él donde va a llamar; el número siete de aquella calle está marcado en su agenda. El dueño ha estado días antes en el hospital y no tenía muy buena pinta;    su edad y salud deteriorada no son buena compañía a ciertas enfermedades o mejor dicho a ninguna.

     -Al abrir la puerta el señor se queda sorprendido-

.- Hola don Anselmo, hoy he cambiado mi uniforme por este. No vengo a empujar la cama con su cuerpo, pero sí a acomodar su alma ante Dios.

           .- pronto quieres que me dejen de hacer efecto las pastillas

.- no, no, todo lo contrario, pero una cosa no está reñida con la otra.

            .- la verdad es que con ese hábito, no sé si dejarle pasar.

.- qué más da como vaya vestido

           .- no soy yo mucho de rezos y esas cosas

.- pero eso no le impide que podamos hablar, yo vengo a hacerle algo de compañía, aunque una oración tampoco creo le hiciera ningún daño.

           .- bueno pase, prefiero su compañía a que los vecinos lo vean así vestido en mi puerta.

 

        Se sentaron junto a la mesa camilla bien vestida por manteos y con un brasero dentro que enseguida hizo le entrasen los pies en calor.       Anselmo saco del mueble una botella de coñac y dos pequeñas copas.

        .- bueno, digo yo que el hábito no será impedimento para un reconstituyente de este calibre.

.-No soy  de mucho beber,    pero con este frio sí que se agradece.

             -Anselmo se puso a servirlas-

.- vale, vale, con media copita voy servido

           .- ya no hay ni monjes como los de antes

.- y qué, ¿vive usted solo?

         .- no, vive conmigo mi hija, pero está trabajando

.-pero el otro día fue solo al hospital

        .- bastante guerra le doy como para molestarla más, ella tiene que cumplir con su horario y yo tampoco estoy tan mal, ya voy recuperando.

.- y usted ¿de qué ha trabajado?

          .-estuve en una fábrica de muebles, pero bueno es pasado, pasado está.

.- pues sí, ahora a vivir lo que quede lo mejor posible

           .- y tú ¿cómo es que te metiste a monje?

.- pues…. Las cosas que se cruzan en el camino.      Por cierto, me tengo que ir, lo siento pero se me ha pasado el tiempo volando; aquí le dejo esta estampa para que le lleve cerca del corazón y si algún día se ve con ganas  se acuerde de rezar un poquito,   que eso no puede venir mal.

        .- bueno amigo, porque ¿le puedo llamar amigo?

.-Si claro

        .- pues cuando tenga un rato, no me importa que se pase por aquí para echar una conversación y una copita, aunque venga vestido de esa manera  –con un gesto de agradable sonrisa-

     Tras aquel encuentro, el hermano pasa una vez a la semana para vigilar su evolución e interesarse por las anécdotas que a veces le comenta de su pasado.

.-Buenas tardes don Anselmo, no lo veo hoy muy animado

        .-más o menos, llevo unos días que parece que me falta el aire

.-las neumonías son muy malas si no se cuidan bien

         .-seguro que un rato de conversación y una copita no pueden venir mal

.- ¿ha rezado usted esta semana?

         .- que preguntas, bien sabes que no

.- pues eso tampoco tiene por qué venir mal

               -como siempre se sientan a la mesa camilla y comienzan a hablar-

.- me dijo usted que había sido carpintero

        .- sí, yo tenía estudios, pero por circunstancias acabé cortando tablones, ya ve.

.-pues yo siempre he pensado que tenía cara de militar

        .- ¡no!, yo no

.- ¿y en la guerra?

    .- la guerra es mejor olvidarla, ella destrozó mi futuro y tras pasar unos años… bueno son cosas de las que mejor no hablar.

   -A  don Anselmo le brotó de los pulmones una tos bronca y se levantó al servicio para escupir a la taza del váter la mucosidad-

   En ese intervalo de tiempo, francisco abrió un cajón al azar;  levantó unas carpetas y allí en el fondo, pudo ver una fotografía antigua de unos oficiales en el frente.

   Cuando regresó, francisco no podía dejar de mirarlo.
 Lo pasado es pasado, para que preguntar.

.- le he traído unas pastillas que seguro que le irán bien

         .- pero esas no son las que me recetaron

.- desde luego que no, qué se piensa, están solo son para gente pudiente y aunque se las recetasen no creo estén al alcance de cualquier bolsillo.

         .- la vida no cambia en este país, poderoso es don dinero.

.- solo he podido traer estas cuatro, tómese dos por la mañana y dos a media tarde y ya le iré yo trayendo más

        .- ¿y las otras?

.- las otras no le hacen nada de todas formas, bueno algo hacen, pero vamos.

      .- tú ante todo no te metas en ningún jaleo, a ver si te van a pillar

.- bueno don Anselmo, que hoy tengo prisa;     si puedo mañana nos vemos, pero que no se le olvide tomarse las pastillas y de esto ni una palabra a nadie.

        .-tranquilo que no se va a enterar ni mi hija

.- mejor.  Bueno, me voy que llego tarde.

         Al día siguiente don Anselmo siguió a pie de la letra las recomendaciones de Francisco, así que tomó aquellas dos pastillas por la mañana y a media tarde lo mismo con las otras dos.

                 En casa se presentaban a las diez de la noche los servicios de emergencia; en su pecho, los pulmones encharcados.     Era trasladado al hospital y tras varias horas de agonía se firmaba su defunción.

 


domingo, 17 de octubre de 2021

Hijos del fuego .-Intro


INTRODUCCIÓN

 

Hay historias políticamente incorrectas.
Cuestiones vergonzantes y ocultas.
Reflejos de batallas de hace tiempo
y  del no pasa nada.
El hoy es criticable
y el mañana un silencio
donde nada pasó.
Nombre, ciudades y lugares,
se escogieron al azar.
Una realidad confusa
que un arcón custodia.

 

1974.- Por decisión del obispado; se ponen a la venta las tierras circundantes del monasterio. Huertas y pastos que dan sustento a los animales de los que se provee de alimentos la congregación de franciscanos que habitan sus ruinas.


Hay que recoger toda la documentación y enseres; no es que haya demasiado que llevar.      El arcón donde se guardan los documentos recopilados durante mucho
 tiempo permanecerá custodiado por el prior.   Los animales y resto de cosas serán repartidos entre la gente más necesitada de la vecina localidad para que den uso a lo que seguramente de quedar allí quedará inservible por el deterioro del tiempo.

Todos los papeles, se van estudiando en profundidad día a día, mientras se van archivando: es la lección que todos tienen que aprender sin que ni una palabra quede fuera de su conocimiento.   Nombres, fechas, direcciones, ocupaciones pasadas y familiares en cada legado allí referido.

           El propósito está logrado, las pesquisas de las investigaciones han dado su fruto, todos tienen claro su cometido ante los ojos de dios y los hombres.                    .                                                                                
   Todo está por encima del bien y el mal.       Almas en un puño con guante de luto.

              Una cruz de madera colgada del rosario que sirve de cinturón a su hábito y un escapulario oculto junto a su pecho les recordarán lo olvidado y los callos de sus manos dan fe del duro trabajo para edificar los muros de su alma, piedra a piedra esculpidas a cincel y martillo.

        El prior debe volver a su ocupación original, (capitán capellán del ejército) y los hermanos serán repartidos por el territorio nacional en las distintas diócesis como colaboradores en labores de ayuda a los desfavorecidos.

 En la estación de Madrid, con una conversación silenciada por el ruido de las locomotoras, se pone punto y seguido a su despedida.                                                        .
             El prior saca unos sobres de su bolsillo y los va repartiendo uno a uno. Dentro un poco de dinero y una dirección donde enviar una carta al mes para no perder el contacto y tener informado al prior de esas, sus nuevas andanzas.



domingo, 10 de octubre de 2021

La primera

 


 

     La primera en pedir precio

 para comprar su libertad.

    En poner las manos sobre la mesa

 pidiendo cuentas al destino.

     Sí, mirando cara a cara a su padre,

 sin cerrar los ojos o agachar la cabeza.

 

       La primera en tener miedo

  al traspasar la puerta hacia la nada.

     Al encontrarse con el desconocido todo

 sin billete de regreso.

       Abanico de colores hasta ahora,

  interpretados un blanco y negro.

 

       La primera en gritar

 sin el collar en la garganta.

       Brazos al aire,

 como alas de libertad.

      Espalda erguida y cabeza alta

 aguantando la fuerza del viento.

  Puños cerrados, dientes apretados,

      Furia contenida en las entrañas,

 a punto de erupción.

 

    Nadie la recordará.

         En ningún lugar quedó…

 tallado su nombre.

     Fueron los primeros pasos.

         Pies descalzos, sin grilletes,

 sin camino definido.

       Las primeras risas de soledad.

                 Las primeras lágrimas libres.