Tanto te
amé que te odio.
Tanto te sufrí,
que te extraño.
Tanto deseé
tenerte
que ni
cuenta yo me di,
que tus
besos me hacían daño.
Tanto lloré
tu partida
que seca yo
me quedé.
Te busqué
por las esquinas,
por la
barra de los bares,
pero nunca
te encontré.
Convirtiéndome en felina
cada día al
atardecer.
Me refugié
en otros brazos
que me
brindaran placer.
Como entonces
aun espero.
Siento que
se abre la puerta
entrando en
la habitación.
Como entonces
nunca llegas.
junto mí,
tan solo el lecho
con sabanas
de algodón.
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