viernes, 2 de julio de 2021

Parchís Cap. 19

 


 

 

             Llegó el día tan ansiado y temido a partes iguales.

         Preparadas están las zapatillas nuevas, el vestidito bien planchado y la mochila casi vacía.

             Demasiado temprano para abrir los ojos, pero el primer día no está de más el llegar a la hora. 

-Berta.- Vamos levanta y lávate bien la cara, que hay que desayunar e ir al cole.

-Sara.- si eso duermo diez minutos más y no desayuno

-Berta.- que no desayunas…  vamos, que no te lo vuelvo a repetir

          Parchís ya se ha aseado y se sube a la cama para despertarla con caricias en la cara

-Sara.- ainsss.. Parchís, que estás mojado

         ..—miau, miau…

-Sara.- que pesado…  Ya voy.

      Pies al suelo, directa al cuarto de baño.  Abre el grifo y moja con cuidado la yemas de los dedos, para después ponerlos suavemente sobre los parpados, no sea  se despierte demasiado deprisa.   Pero las madres siempre están al acecho.

-Berta.- si me haces ir a mí, te meto la cabeza debajo del grifo

-Sara.- jo, mamá

        Desde el pasillo Parchís las mira metiendo prisa

           Miauuuu. Miauuuuu.

-Sara.- eres más pesado. Como no te calles, vas a bañera.

-Berta.- vamos que ya están las tostadas

-Sara.-  ummm que bien huele

 

         Por la calle adelante con paso firme, van  dirección al colegio.  En la puerta ya esperan varias madres junto a sus pequeñajos.  Unos ríen, otros lloran, otros juegan y otros “los de primer año” esperan expectantes a nuevos acontecimientos.

    Las verjas se abren y los corazones se encojen. Los más mayores van entrando y los pequeños reculan a refugiarse junto a las piernas de sus madres.

        Berta se agacha, coloca el cuello del vestido y con un azotazo cariñoso le indica que entre.

      Parchís está deseoso de entrar y saber que hacen allí, pero… No, él no puede entrar. Él tendrá que estudiar repasando en casa los deberes de Sara.

-Sara.- ¿Y por qué no puede entrar Parchís?

-Berta.- porque este colegio solo es para niñas y niños

-Sara.- pues yo sola no quiero entrar

-Berta.- ya verás, entiende que luego en casa tú le tienes que enseñar

-Sara.- pues que se quede él y luego aprendo yo en casa

         Ya solo queda ella en la puerta, dentro los llantos resuenan, mientras las madres esperan angustiadas en la puerta.  Tras hacer un recuento rápido, alguien falta, así que la maestra a ver quién es la rezagada.

..----- Pero si eres tú Sara

-Berta.- mira a ver si la convences, que quiere que entre el gato

..---   ¿pero no quieres entrar conmigo?

-Sara.- ¿porqué no puede entrar Parchís? Si es más listo que todos

…---- Te hago un trato: le hago un examen y si aprueba entra.

      (Esa maestra no sabe con lo que está jugando)

         Todas las madres sonríen, viendo que la maestra parece agradable y da buen trato a los pequeños.

..---- bueno señoras aún no nos hemos presentado. Me llamo Alicia y soy la maestra de preescolar, así que los tres primeros años los parasemos juntas y ayudándonos con estos renacuajos.

       Se saludan y por ser el primer día, van a pasar un rato agradable y así conocerse un poco mejor.

-Alicia.- bueno vamos hacer una cosa. Vamos a entrar todas a clase “a ver si damos consuelo a esas lagrimas” y de paso vamos a ver las facultades de este gato tan bonito

-Sara.- no lo llames gato, se llama Parchís.

-Berta.- te puedes callar

-Alicia.- vamos Parchís

       Ya en clase, cada madre se sentó junto a su criatura.

Alicia.- no, no, estas mesas para los pequeños y esas para los mayores. A ver qué lado se porta mejor este o ese. Por primera vez le vamos hacer un examen de acceso a un gato.

        (Parchís le regaño por no llamarlo por su nombre… MIAUU.)

     Perdón, perdón, a Parchís.  Yo voy hacer las preguntas y vosotros vais a ser los jueces.

             La maestra y Parchís se pudieron en el centro.

      Comenzó el examen, Alicia tiró unas letras y unos números de cartón en el suelo, cada letra y número que decía, Parchís la iba cogiendo es su boca y poniéndola cerca de sus pies. Los niños y madres poco podían decir, no daba tiempo a que buscasen en el montón con la mirada.

     La maestra se había metido en un compromiso del que no sabía cómo salir.

-Alicia.- pero ¿Quién le ha enseñado las tetras?

-Sara.- las hemos aprendido juntos, nos las enseñó mamá,  pero él sabe más que yo;  sabe hasta de cuentas.

-Alicia.- yo debo de estar soñando. Un momento que ahora vuelvo.

      Fue clase por clase indicando al resto de maestros que fueran a la clase de preescolar un momento. Y luego una vez allí volvió al examen. Había que buscar algo para convencer a todos los presentes de que Parchís no podía ir a clase.

-Alicia.- bueno, ahora cada uno va a ir haciendo una pregunta a Parchís y si la acierta, iremos viendo a que curso se debe incorporar.    ( a ver se pasaba de curso y que resolviese otro la papeleta)

…---- muy bien, (dijo uno de los maestros)  estate atento.

      ---  En el suelo las letras estaban amontonadas ---

.--- escribe tu nombre.

      Comenzó a poner las letras correspondientes a los pies de dicho maestro dejando el hueco de la “i” libre. Daba vueltas entre el montón de letras y no se decidía, entonces ante la mirada atónita de todos cogió la “i” y la puso en su sitio, se paró un instante y en el suelo hizo una rayita con la uña.   Berta se comenzó a reír a carcajadas…   .- Claro es que en casa tenemos también vocales con acento.  (todos se miraban intentando saber dónde estaba el truco)

      La profe de mates, quería saber hasta dónde llegaba aquel prodigio de animal.

       Cogió tres números y los puso en línea. Luego hizo lo mismo con otros tres y los situó debajo. Con unas tizas trazó una línea horizontal y escribió un signo “más” al lado.

…--- a ver si eres tan listo. (Con voz incrédula y altanera)

                 Parchís se fue al lado de Berta y la miró, manteniéndose sentado frente a ella.

-Berta.-  Sí, te dejo que lo hagas, pero con una condición: lo haces y nos vamos. Tú sigues aprendiendo en casa y Sara tiene que venir todos los días sola al colegio sin protestar.

     Parchís se fue frente a  Sara a ver que decía.

-Sara.-   eso no es justo.

          (Parchís seguía esperando)

-Sara.-      Venga vale.

                 En aquel montón, fue buscando números y poniéndolos uno a uno en su sitio hasta realizar la suma correctamente. Una vez terminada la suma todos se pudieron a aplaudir.    Él se fue al lado de la profe de mates y le ofreció un maullido que le puso los pelos de punta (MIAUUU) y sin darle más atención se fue a los brazos de Berta a acorrucarse y con su ronroneo decirle que ya se podían ir a casa.

 


 

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