sábado, 2 de mayo de 2020

PENSADA




Señores y señoras;
    Me van a perdonar, pero estoy hasta los huevos de oír hablar de la nueva normalidad, como una expresión “triunfalista”; aquí nadie ha ganado nada, todos hemos perdido y mucho.
   Dentro de un tiempo, podremos por fin, desplazarnos por todo el territorio.   Será la hora de esa reunión aplazada por los acontecimientos y cuál será mi sorpresa, al ver a mis hermanos con su rostro oculto tras una mascarilla y al ir a abrazar al pequeño, oír:
 .- Trabajo en un hospital, te puedes llevar para casa (donde hay personas de alto riesgo) lo que no tienes. 
          Y quedarme mirando al mayor y al segundo, pensando:
 .- Pues sí por su bien, me ahorraré los abrazos.
         Y cada uno en su coche, solos, llegar al cementerio a visitar a ese del que no pudimos despedirnos y situados cada uno en una esquina de la lapida, poder llorar su perdida, siempre manteniendo la distancia de seguridad.
       Casi todos hemos perdido a alguien, que se ha ido acompañado por la fría soledad.    Esta situación, les ha negado, una mirada en el último suspiro, un perdón, un te quiero,  un adiós.
            Las costumbres cambian, los modos de vida se transforman para acondicionarse al nuevo mundo y ya nada volverá a ser como antes.    Ahora más que nunca, esos abrazos y besos que dejamos de dar, empezaran a ser irrecuperables y los que vienen se acostumbrarán a vivir sin ellos sin saber lo que se pierden.
       Nos adaptaremos al teletrabajo, los amigos virtuales, las reuniones por vídeo-conferencia y nuestra suave piel perderá la sensibilidad al calor humano.

              Ahora veamos un punto positivo;
       En poco más de tres meses, nuestro querido planeta ha recuperado ecosistemas que hacía más de diez años estaban desolados.    La contaminación, se ha reducido en un tanto por ciento inimaginable en ningún plan sobre el cambio climático.      Todo nuestro entorno ha sabido por un tiempo lo que es verse libre de ruidos, luces y humos.

        Un bichito tan pequeño, nos ha demostrado que la vida es algo más y que nuestra avaricia, no puede acabar con la existencia de todo el resto de seres vivos que pueblan nuestro planeta.
    Tal vez nos cueste acostumbrarnos, pero un mesecico al año de inactividad, puede dar como resultado una tierra más habitable para muchas generaciones de nuestros descendientes.
         La naturaleza es sabia y nos ha demostrado que solo con que le dejemos respirar un poco, ella nos sabe devolver con creces ese pequeño esfuerzo (aunque nos haya tenido que obligar).
       Aprendamos la lección…
              Si no lo quieres por las buenas…

Un planeta limpio,
 ESTÁ EN NUESTRAS MANOS



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