Soledad,
silencio, larga espera.
Rostros que solo sus ojos
muestran al pasar por delante.
Soledad,
silencio, larga espera.
Brillos marcados en el suelo
que recuerdan
las lágrimas vertidas.
Soledad,
silencio, larga espera.
Bancos tallados por uñas rabiosas,
temblorosos
dedos con miedo.
Larga espera
en soledad y silencio.
Al privar los ojos de la luz,
al dejar caer
los parpados,
la esperanza,
parece dejarse caer.
Larga espera
en soledad y silencio.
Respiración cansada,
derrota en la
batalla contra la impotencia.
La espera se hace larga,
la soledad
sentada a tu lado.
Callan las palabras,
para ni incomodar al silencio.
Los minutos parecen no avanzar,
comienzan a tener ochenta segundos,
y los segundos
ya no se acompasan
con los
latidos del corazón.
Silencio en la
soledad de la larga espera.
Paredes blancas, blancas paredes,
llenas de versos
pensados y jamás escritos.
Llenas de pensamientos que da miedo ver.
Cuatro pinceladas de esperanza,
que el tiempo
se encargó de cubrir,
con brochazos
de amargura.
Tras la larga espera.
Tras la soledad.
Tras el silencio.
Tras las puertas que por fin se abren,
el rostro de
nuevo al que solo ves los ojos,
y tras él, la
sala fría.
Ya sale la silueta ilusionada cubierta de
blanco.
Deprisa, deprisa.
No vaya a ser que las paredes blancas,
no sea que las
blancas paredes,
pierdan su
sabor a espera, soledad y silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario