domingo, 2 de abril de 2023

Gorras en el armario 034

 

 

       Esa mañana Laura de la mano de Jaime habló con el director de colegio para que estuviese al tanto y que en breve desde la asociación le llamarían para acordar el día y horario de la charla solicitada.

     También que traían un regalo para Samuel (cosas de Jaime)

Director.- le importaría que se le diera el regalo en mi despacho

Laura.- pues casi mejor,  Jaime se lo pensaba dar en el patio; pero delante de todos lo mismo hasta le incomoda;  pero me gustaría que estuviesen los tres mosqueteros

Director.- deja el regalo aquí en mi mesa y antes de la hora del recreo,  mando a buscar  a los cuatro para una reunión en mi despacho.

Laura.- has oído Jaime, nadie tiene que saber nada

Director.- usted si quiere puede estar también, pero sería mejor que los dos esperásemos en el pasillo

Laura.- sí entre niños se entienden mejor

       Jaime entró en clase; Laura se fue un rato a la oficina y un poco antes del recreo se sentó en los asientos que había en el pasillo junto al despacho del director.

          -El bedel abrió la puerta del aula-

         .- Jaime, Inmaculada, Adriana y Samuel al despacho del director ahora mismo

Samuel.- ¿pero qué he hecho ahora?

Maestro.- en fila y en silencio

Samuel.- ya me tenéis harto, yo no he hecho nada

      Todo el camino Samuel delante murmurando entre dientes, ellos tres detrás con una sonrisa oculta.

    Cuando Samuel vio a la madre de Jaime sentada junto al despacho, le empezaron a temblar las piernas, tanto que se puso blanco e hizo ademán de caerse al suelo por un momento.

     -Laura se levanto enseguida para sujetarlo del brazo-

Laura.- ¿te mareas?

Samuel.- ¡NO! Déjeme en paz, yo no he hecho nada

    -Abrieron la puerta y lo sentaron, no se fuera a caer-

Director.- estate tranquilo que no pasa nada, es una sorpresa

Samuel.- siempre igual

Director.- perdona, es culpa mía

Jaime.- solo queríamos darte un regalo que dejaron los reyes para ti en el hospital

Samuel.- los reyes no existen

Jaime.- si existen, yo les pedí un regalo para ti y lo trajeron

         Samuel cogió el regalo entre sus manos y empezó a desenvolverlo sin apenas romper el papel

Samuel.- que gorra mas chula

Inma.- a que sí

Samuel.- ¿pero para mí? ¿Por qué?

Adry.- para que tengas una y no se la tengas que quitar a nadie

Jaime.- si quieres podemos ser amigos,  pero si no,  da igual, la gorra es tuya

-Samuel se quedó pensativo-

Director.- ¿te da vergüenza ser amigo de un niño “raro” (haciendo un gesto de comillas con sus dedos) y dos niñas?

Samuel.- no lo sé; nunca nadie me ha regalado nada

Laura.- tú piénsatelo unos días y luego ya decides, pero no tienes que jugar con ellos ni nada, solo saber que sois amigos

Director.- ya podéis salir al patio a jugar

    -Samuel dejó el papel sobre la mesa y guardó la gorra en el bolsillo del abrigo-

              Ellos tres como siempre a sentarse al rincón, ese día con sus gorras en la cabeza;  Samuel junto a su grupo de amigotes, callado y sin dar explicación de lo que había pasado en el despacho.

 

                    Se aproximaba el día de su tercera sesión de tratamiento y sabían que durante la primera semana no lo verían, a no ser que se acercasen a su casa.

    Todos los días tenía visita lloviese o tronase;   antes de la hora de cenar Paula y Claudio, pasaban a estar un rato con ellos después de tomar una caña, antes de que de que Claudio se fuese al Hospital.

            Al rato llegaban Patri y Raúl y después de que se acostase Jaime, quedaban un rato hablando de cómo iba la cosa.

               Pero una de esas tardes Ernesto estaba en casa, así que Laura se fue hasta el parque y pidió permiso a los abuelos para invitar a merendar a las amigas.  

“Al terminar Ernesto las llevaría a casa”.  

      Por supuesto que accedieron a la invitación.

 

Laura.- Jaime, mira quien ha venido a verte

Jaime.- ahora me levanto

Ernesto.- mira que guapas vienen estas mozas, sentaros en el sofá que ya sale la merienda

Laura.- vamos, que están esperando

Jaime.- ya voy

         -Ernesto fue hasta la habitación-

Ernesto.- lávate bien la cara y ponte la gorra

Jaime.- ¿pero quién es?

Ernesto.-  pues Inma y Adry

      -La cara se le iluminó y pareció pasársele el cansancio y el dolor de cuerpo al instante-

Ernesto.- ¡ahí va el mozo!

Laura.- lo que llega a fortalecer una mujercita bonita

Ernesto.- pues imagínate dos


      -  Para merendar, un chocolate con tostadas.

    De pronto, como por arte de magia el hambre había vuelto al estómago de Jaime y su rostro lucía con esa gran sonrisa.

 

 


 

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