jueves, 28 de abril de 2011

Erase, que se era

      Erase una vez una pareja que tenía dos hijas, en estos días, cumplían 16 y 12 abriles respectivamente.
    Habían estado muy atareados en las últimas semanas, por lo que no habían tenido tiempo de comprar los regalos, el tiempo se les echaba encima y las ideas parecían abandonarlos a su suerte.
    Pensaron que para la mayor, este año cambiaría la estructura del regalo. Por su condición, hasta los cinco, siempre eran peluches, y a partir de ahí ropa o algunos pendientes.
    Esta vez tenía que ser algo que ella pudiera utilizar, con lo que pudiera jugar de alguna manera, algo que hiciera ruido o se moviese, algo especial.
    Pensando que les facilitaría la decisión, a la pequeña le dijeron que hiciese una lista con lo que quería. Una mochila, una consola, etc. Pero solo se le pudo ocurrir a su padre nombrar en bromas la palabra mágica “móvil”, para seguir con las risas lo describió en detalle: forma, color, apariencia. Problema, no hay existencias, hay que pedirlo a la casa y tarda unos días, pero ella se había ilusionado con ese regalo.
    Después de intentarlo, al final, cansados, los dos juntos se dieron cuenta que lo más importante, el mejor regalo eran ellos mismos, su cariño y atención, sus mimos y caricias, esos besos y abrazos que ya solo se podían dar cuando no había gente delante, las niñas habían crecido y les daba vergüenza.
    De todas formas seguro que los regalos se encontrarían a tiempo, se le llevaría el desayuno a la cama y serian unos días felices, comerían tal vez perdices y al perro le darían con la puerta en las narices.
   
            Felicidades pequeñas, nos gustaría que el tiempo no pasase tan rápido, que tardaseis un poquito más en perder esa inocencia característica de la niñez, pero no es posible. Nos conformaremos con veros crecer y saber que el amor, es el sentimiento que nos une a los cuatro.

Besos y muchos más besos, de mamá y papá.

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