martes, 26 de abril de 2011

Hasta el proximo año

          Llegó el mes de abril, en esta ciudad se nota que llega semana santa, las cuadrillas de obreros reparan los adoquines que han estado levantándose durante todo el año y donde los tropezones eran habituales, con la circunstancia de que si no llamabas a una ambulancia, los responsables luego se lavan las manos.
  Operarios del ayuntamiento proceden a limpiar los escaparates de locales cerrados, para sustituir los carteles y cola acumulados, por unas gigantescas fotografías en blanco y negro de desfiles procesionales de los años setenta.
       El día quince, todo está preparado para la ocasión, es viernes de dolores, las señales fijas de circulación están cubiertas por telas marrones y negras, al mismo tiempo que proliferan como setas las móviles de no aparcar en las aceras, con el típico cartelito: desfile procesional de __-__-__- a __-__-__.
     Por la parte antigua, tan solo circulan los coches de policía, grúas moviendo vehículos y de vez en cuando la barredora del servicio de limpiezas, a la que para esta ocasión, le han puesto cepillos nuevos y por una semana, en vez de dejar un olor desagradable al pasar, se le ha perfumado el depósito de agua para que la limpieza no solo se vea.
    Todos han de colaborar, en cualquier kiosco, cuando compras pipas, se te da una pipelera, artilugio de papel de dos bolsitas unidas, invento de un zamorano para echar las cascaras.
     El fin de semana parece augurar una celebración propicia para todo el comercio y un lucimiento excepcional de los hermanos cofrades que participan en los desfiles junto a las tallas con motivos religiosos dedicados a la pasión, que sobre sus hombros portan otros hermanos.
   Después la cosa se torció, la lluvia hizo que algunas procesiones se suspendieran, otras acortasen el recorrido, los plásticos semitransparentes ocultaron el arte del maestro imaginero, la ilusión del día siguiente, se fue truncando, convirtiéndose en la desolación de los que llevan un año esperando este momento, llegó el domingo de resurrección y con él, la mejoría del tiempo, muchas expectativas habían desaparecido, solo queda la esperanza de que el año que viene, la semana de un viernes de luna llena, el cielo se encuentre despejado y las procesiones, puedan lucir con todo su esplendor.

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