viernes, 7 de diciembre de 2012

Don Aurelio (1)


     Por los anchos paseos de los jardines,  a media mañana, paseaban Dª. Beatriz  de Rio frio, junto a Dª. Úrsula de Alcolea, ambas descendientes de familia de alta alcurnia;   Siempre con la espalda recta, los hombros erguidos, la frente altanera y ese andar pausado y prepotente.

    Su tema de conversación, era el menú servido como cena, la noche anterior. Vertían quejas del servicio: Que desfachatez, la ternera, era escasa, en la guarnición, predominaban los colores opacos, a la distribución le faltaba homogeneidad en el plato, lo que la hacían poco apetecible.  Sobre el postre, todo eran halagos, su textura, combinación de color y equilibrio en sus cantidades, eran los idóneos para un flan con macedonia, acorde a la majestuosidad de aquella mesa.

    Un empleado, de mantenimiento, hacia ese día la función de jardinero, terminaba de podar unos rosales y se disponía a recoger el ramaje con una carretilla, procedía a enfundarse los guantes de lona para proteger sus manos de las punzantes espinas, cuando….  El menor de los Acuña, a galope de un corcel, casi lo arroya;  él siguió con su tarea sin darle más importancia al incidente.

   Dª. Beatriz, se tapaba los ojos para no ver el desaliñado que parecía se iba a producir, mientras Dª Úrsula, lanzaba improperios a aquel salvaje y sus modales.

    Sentado en un banco, el general de brigada Luis Castelló,  dibujaba en la arena del suelo, con una barita, la estrategia que se llevaría a cavo en la batalla que próximamente, acaecería para la reconquista del fortín de Sigüenza.

  Analizando de cerca el dibujo, se hallaba otro militar de alta graduación, pero del ejército enemigo, por lo que D. Luis, batió enérgicamente de lado a lado, rozando el suelo con la mimbre, dejando hecho unos zorros todo el entramado.

     El estanque, alimentado por el agua que fluía de la fuente que estaba situada en el centro, albergaba unos cuantos peces de colores, cuando estaban todos descuidados, Serafín, sigiloso, se aproximaba para intentar cobrar alguna pieza entre sus garras, finalizando el evento todas las mañanas con el mismo y frustrante resultado, marchándose moviendo la cabeza y relamiéndose como un minino, pensando en que su suerte cambiaría  al día siguiente.

    Desde la zona superior de la escalinata doble, por la que se accedía al edificio principal, oteaba sin pestañear un aguerrido caballero, controlando que nada perturbara la tranquilidad, cazando furtivamente en sus dominios.

      Cele, el “paisa barato” se acercaba a todas las personas para ofrecerles sus productos: alfombras, collares, relojes y gafas de sol, como las que en aquel momento estaba intentado vender a Matías, que sin hacer caso, despistado, sentado en su silla de ruedas, reía al ver semidesnuda, con la ropa hecha jirones a Toñi corriendo entre los arbustos, dando alaridos, puñetazos y patadas al aire,  como poseída por el diablo cada vez que alguno de sus perseguidores conseguía acercarse a ella; había que andar con cuidado, era grande y fuerte, y ya en alguna ocasión, había logrado quedarse con carne entre sus dientes, pues se defendía a base de dentelladas en el forcejeo.

       D. Aurelio, protagonista de esta historia, como cada día, bien aseado, peinado y perfumado, esperaba paciente en la puerta de entrada a que algún familiar se dignase a visitarlo, hace años que su excesivo dinero y lucidez mental, habían hecho que sus familiares cercanos,  sobornasen a unos especialistas para discapacitarlo de por vida,; su pretendida ignorancia de la situación , le valía para no ser medicado y que nadie  prestase el más mínimo interés por su estado, esperando la posibilidad de deshacer el entuerto con la colaboración de alguna persona de las que traían mercancías del exterior.

  Ya había hablado unas cuantas veces con alguno de ellos, esa mañana tenía que venir el frutero, tenía pinta de estar pasando una racha de penurias a causa de la competencia existente en el sector, después de haber oído sus lamentaciones repetidamente, le había dado datos concretos, para que si lo deseaba, se informase y corroborase, que eran ciertos, saldrían los dos beneficiados, uno recobraría su salud mental a los ojos de la justicia, y el otro salvaría su situación económica.

     Entró, y se dirigió con su furgón hasta el muelle de carga próximo a la cocina, antes de terminar de descargar el pedido, D. Aurelio ya estaba esperando junto al portón.

    Luis: “el frutero”, que no tenía nada que perder, había comprobado que todos los datos eran ciertos.

.- que compañero, ¿Cómo va el negocio?

.-bien, pero tenía usted razón, a partir de ahora puede que vaya mejor

.-yo nunca miento

.- ya me he dado cuenta, todo es tal y como me lo contó

.- ¿te apetece un pitillo?

.- tendrá que apetecerme, hoy ya he terminado el reparto.

.-toma, y quédate con la cajetilla.

   No se podía permitir el lujo de que alguien sospechase nada, siempre había pensado que las paredes oyen y que nadie guarda mejor un secreto que una boca cerrada.

  Dentro de la cajetilla de tabaco estaba una nota con la dirección de un abogado, amigo de toda la vida, del que estaba seguro, no tenía relación alguna con sus parientes, debajo de esta:   Solo acércate y confirma que sigue estando su despacho en el mismo lugar, si no es así, busca su  número de teléfono e infórmate de la nueva dirección.  Cada día te daré un paquete de tabaco con nuevas instrucciones.

   Cada vez que alguien entraba en el recinto para descargar algo, lo habitual, era verlo dirigirse hasta el muelle para hablar un rato y brindar un cigarrillo al repartidor, siempre sin ser pesado, para que nadie se molestase y  que sus acciones pasasen inadvertidas, como una rutina más.

   Llegó de nuevo el martes.

.- ¿Qué?, ¿Cómo va todo?

.- bien, muy bien

.- ¿se acercó a aquel sitio?

.-si, allí sigue todo igual, ¿pero? ¿Cómo puedo saber que se cumple el trato?

.- por lo mismo que yo sé, que no me vas a traicionar.  Toma estos cigarros que me quedan, para que los fumes durante el reparto

   Luis, guardo el paquete en el bolsillo de su camisa y se despidió amablemente;     Ya fuera, un poco alejado, paró en el arcén para leer la nota:

        Ve a hablar con el abogado, hazte pasar por un conocido mío,  que hace mucho que no sabe de mí, y haz caso de tu intuición antes de decirle nada.

  Ya, en el despacho del abogado:

 .-buenos días, ¿está don Anselmo?

.- ¿tiene usted cita?

.-no, solo venia a hacerle una pregunta personal

.- ¿de parte de quien?

.-dígale, que soy un amigo de don Aurelio Barroso

.-un momento por favor

.- pase, don Anselmo lo recibirá ahora.

.-buenos días don Anselmo

.-buenos días, con que amigo de don Aurelio

.- si señor;  hace unos años que no lo he vuelto a ver, y nadie me da señas de su paradero y he pensado que tal vez, usted,

.-yo también hace mucho que no se de él, mis ultimas noticias fueron, que lo habían ingresado en una clínica mental, pero no se en cual

.- ¿En una clínica?, ¿mental?, ¿pero?... si estaba perfectamente

.- eso mismo pensé yo, es más, llegue a pensar que era una treta de los parientes para poder administrar su patrimonio, no hiciera testamento y los dejase en la calle.

.- pues sí señor, eso fue

.- ¿cómo?

.- que tiene usted razón.  Me manda don Aurelio, está ingresado en la clínica santa Eulalia, y me va dando paquetes de tabaco con notas como esta, con instrucciones

.- a ver.   Si esta es su letra.

.-Me ha dicho que no hagamos nada por nuestra cuenta, cree que la familia ha dado orden de que se les informe de cualquier visita que reciba

.-tranquilo, llévele esta nota, para que sepa que estoy enterado de su estado y que me pongo enseguida a recoger información de todo lo ocurrido.

  Al fin, se sentaba en el asiento de su furgón, con la esperanza de que todo se resolviese rápido y así poder aliviar sus preocupaciones.

   En su próximo encuentro, nada más bajarse del vehículo, antes de abrir tan siquiera las puestas traseras, Luis se aproximó a don Aurelio, y le introdujo la nota en un bolsillo de la americana;  terminó de descargar y don Aurelio no aparecía, Luis no podía hacer otra cosa que disimular, se agachó y fue revisando el dibujo de los neumáticos para dar tiempo.   .- uf, menos mal que llega.

   Don Aurelio, dejo caer por la ventanilla disimuladamente el paquete sobre el asiento del conductor y sin mediar palabra continuó caminando cano si nada.

   Se montó tranquilo, arranco el motor al tiempo que retiraba hacia un lado con sus pies la cajetilla para no pisarla y se dispuso a seguir la ruta.

   Esta vez, la impaciencia, le hizo parar nada más sobrepasar la primera curva.   Aparte de un par de cigarrillos, el paquete contenía una carta cerrada para don Anselmo, Que desilusión, hasta el día siguiente, no sabría cual era el próximo paso.

   Había terminado el reparto, no hacía más que pensar en la dichosa carta, y teniendo en cuenta que aun faltaba un rato largo antes de la hora de comer, se dirigió hasta el despacho del abogado, llegó en el mismo instante que este salía por la puerta.

.- perdone don Anselmo

.- ¿como tú por aquí? no te esperaba hasta mañana

.- la verdad, es que don Aurelio, me ha dado un sobre cerrado para usted, y la intriga me lleva atenazando el estomago toda la mañana, perdone mi curiosidad, pero seguro que no iba a ser capaz de dormir y no me quería arriesgar a traer la carta abierta.

.-pues sí, has hecho bien en venir, vamos a tomar un vermut con una tapita y vemos que dice la carta.

  Entraron en una cervecería que había en la esquina, al fondo de la barra, un biombo escondía un par de mesas a modo de reservado;  se acercó al camarero y le dijo que por favor nos llevase dos rioja y una ración especial de la casa, que resultó ser  ensaladilla rusa con patatas fritas alrededor, nos sentamos, el abrió la carta de tal manera que yo no viese la que ponía, cuando termino de leerla alzó la vista.

.-bueno qué, que dice

.-don Aurelio siempre fue un buen pagador, así que por orden suya, mañana a primera hora, me traes un documento donde se exprese la cuantía necesaria para finiquitar el crédito del furgón, te doy un talón y al medio día el furgón ya es tuyo.

.-don Anselmo, la verdad es que no sé como agradecérselo

.-a mí no me tienes que agradecer nada, ya llegará el día en que sea don Aurelio quien te acompañe al bar, para tomar un vino y poder arreglar cuentas.

   A Luis se le salía el corazón del pecho y su mano temblorosa, no podía acercar la copa de vino a su boca.

.-Tranquilo, que no pasa nada

.- es que…. No se…

.-no tienes por qué saber, tranquilízate y disfruta hoy de este vino

.-es que…. Yo nunca había pensado que me pudra pasar esto a mí

.- pues ya ves, puede pasar, y a partir de ahora, preocúpate de traer y llevar las notas y sobre todo de no levantar sospechas.   Para cualquier duda, toma mi tarjeta, en el reverso llevas apuntado mi número de móvil privado.

   D. Anselmo, estaba preocupado, para llevar a cavo su estrategia legal, necesitaría como primer paso, un poder notarial, pero claro, tendría que firmarlo en presencia del notario.

    Llamó a un notario de confianza, esa misma tarde se reunirían para redactar el poder, hacer una lista con todos los documentos que necesitarían, que deberían estar listos antes de que el caso, salga a la luz pública.

 .- a ver Anselmo ¿qué es eso que te tiene tan preocupado?

.- ¿necesito un poder notarial de una persona que está en una clínica mental ingresado, para poder firmar en su nombre, pero legalmente está incapacitado y además la firma sería sin tu presencia.

.- ¿Cuándo fue la última vez que estuviste con él?

.-yo no lo he visto, tenemos contacto por medio de un tercero, que va allí a dejar fruta.

.- por lo menos, me podrás decir de quien se trata

.-por supuesto, es un antiguo amigo, don Aurelio Barroso.

.-coño, don Aurelio…., ya sé quién es, yo también lo conocía, aunque solo de compartir aficiones deportivas, y en alguna que otra cena del club compartimos mesa

.-entonces ¿cómo lo ves?

.- lo primero es el poder notarial, pero sin un dictamen psiquiátrico favorable que lo acompañe, va a valer de muy poco

.- si pudiésemos estar con él, sin que se enterase la familia

.-bueno, espera, llamas a ese contacto

.- si a Luis

.- ¿Qué día va a verlo?

.- el martes

.- pues queda con él, el lunes por la tarde, que algo se me ocurrirá.

 
CONTINUARÁ

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