lunes, 17 de septiembre de 2018

Trece





      Ojos cerrados, de laberinto sediento,
que encierra en el alma, los besos complicados
por donde escala la hiedra hasta mi balcón.

     Coge la llave de fuego que abre tu aliento,
agujero negruzco en la mañana ahogado,
cruda pesadilla, que nubla la razón.

     Tiempos de gloria llevados a contraviento,
hacia cruel destino, voraz y despiadado,
disfrazado en versos de oscura vocación.

     Como único testigo de lo que yo siento,
queda el ya cansado latir del corazón.

    Toma al fin mi cuerpo, vacio y deseado,
y deja que fluya, sin piedad la pasión.


Ojos de Gata.







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