viernes, 5 de noviembre de 2021

Hijos del Fuego .- 03

 

CAPÍTULO.- 03

 

    El hermano Pedro siempre tuvo buena mano para la cocina;   es enviado a León, al comedor que allí reparte alimentos a los pobres de la localidad.   

        Tiene un genio muy fuerte, por lo que siempre está metido en las cocinas sin tener apenas comunicación con los que allí van a recibir alimentos.   De eso ya se encarga el resto, gente amable que no deja pase por alto su labor y nombrándolo cada vez que alguien alaba el cambio que ha surgido en esa cocina.

    .- con lo poquito que tienen y que rico está todo

.- eso es gracias al hermano Pedro que con cuatro cosas prepara el mejor manjar

          .- y que lo diga, esta todo buenísimo

                   .- si no fuera tan arisco

        .- cada uno pone el amor en un sitio, unos nos dan la amabilidad al servirnos y él es amable con los pucheros

.- aunque os parezca raro, a las cacerolas, hasta les canta mientras las friega.

    Los meses pasaban:  El hermano Pedro fue entablando amistad con una treintañera que a diario entraba por la puerta de atrás para dejar las sobras de huesos y carne con la que dar sustancia a aquellos ricos guisos.

        Al poco tiempo “sorprendentemente” dejó de vestir hábito y empezó a relacionarse más con la gente.

        Muchas tardes se acercaba hasta una carnicería que había cerca de allí regentada por un matrimonio a punto de jubilarse, que casualmente eran los padres de aquella, con la que algunos domingos se le veía a la entrada del cine y a veces a cenar de tapas en algún bar de la zona.

   Eran la comidilla de todos, aunque estos se esforzaran en aclarar que era una simple amistad y que el dejar el hábito en el armario, no significaba renunciar a sus votos.

              Los padres por su parte veían con buenos ojos aquella posible relación; Pedro se había convertido en una persona  muy amable con todos; de siempre había demostrado ser un gran trabajador y no le importaba gastar su tiempo y esfuerzo en ayudar a cualquiera que requiriese sus servicios.  Como aportación comunal entre los comerciantes del barrio montaron cocinas nuevas en aquel local tirando unos tabiques para darle amplitud.
    Esto hizo que allí se formasen grupos a los que Pedro enseñaba a cocinar y al mismo tiempo eran más manos para desempeñar la tarea.

   No siempre las aguas estaban calmadas. La exigencia era la perfección en todo lo que se hacía  y la dedicación en cuerpo y alma durante las horas convenidas.

El ayudante de cocina, había pasado de ser el pinche de fogones, a actuar como moderador en las discusiones.
     Siempre pendiente de cualquier gesto de desagrado, para acercarse y entablar algún tipo de conversación chistosa que le sacase una sonrisa y calmase los humos, antes de que la presión se le saliese por las orejas.

     .- que Pedro, hoy que toca ¿cine o cena?

.- ya empezamos

    .- venga tontorrón no te enfades

.- llevo un rato, que como me haga ir para allá

     .- pero que no está haciendo nada mal, no ves que se está esforzando

.- vete tú a ver, porque como vaya yo

      .- tranquilo ya voy a echarle una mano

.- cuidado con las manos donde van

       .- si fuera un joven apuesto como tú… pero esa a mí no me hace tilín

.- anda, anda, zalamero; te tengo dicho que dejes la pluma fuera

    .- bueno guapetón, ya me voy.

 

       Eloy discriminado por su sexualidad, pasaba todo el día entre los fogones.      Allí se sentía valorado y Pedro poco a poco lo fue tratando como a un igual, aguantando sus bromas y agradeciendo su compañía en esos días tan grises que todos tenemos.

 

     Se aproximaba un mes de ingenio para dar sabor a los caldos;   la carnicería se disponía a hacer reforma.
      Querían poner todo el sistema nuevo de refrigeración antes de jubilarse y que así su hija “y quizás ese monje” tuviesen todo a la última cuando se hiciesen cargo del negocio.

      Pedro y Eloy cogieron juntos el camino del mercado. Su intención era hablar con todos los dueños de puestos para solicitares aportaciones en efectivo o en especies (aunque fuese el sobrante) para abastecer la demanda de alimentos que crecía día a día.

      -A mitad del camino Eloy paró en seco su caminar-.

      .- hay algo que estamos haciendo mal

.- qué estas pensando, mira que tú eres muy peligroso.

      .- vamos a tu casa

.- ¿ahora a mi casa? Mira que andamos muy justos de tiempo

     .- pues lo dejamos para mañana, un día no va a ningún sitio y el éxito o fracaso puede depender de lo que estoy pensando

    .- vamos, suelta lo que está maquinando en esa cabeza de chorlito

         -Ya que tenían tiempo, entraron a un bar a tomar un café con leche mientras lo hablaban-.

       .- tú mañana vas a venir vestido con el hábito

.- bueno sí

       .- que sí, tú calla.  Y yo me voy a dejar la pluma en casa y me voy a poner un traje de los tuyos que tienen mejor aspecto que mis ropas

.- mira eso ya me parece mejor

      .-cuando lleguemos al mercado sabes que las señoras normalmente son más de iglesia. 

.- y eso que tiene que ver

      .- en el puesto donde haya señora hablas tú y claro donde haya un señor hablo yo.    Así acaparamos más sensibilidades

.- menudo sensiblero estás tú echo

    .- a ver, mira lo que nos interesa es que den lo máximo posible, si para eso hay que ponerse traje y hábito, pues se pone

.- pero tú crees que serás capaz de dar buena percha a un traje mío

      .- por favor, yo tengo un tipo elegante,  ¡Ay! cuantos quisieran.     La pena es que tú no me miras con buenos ojos

.- no hemos quedado en que vas a dejar la pluma en casa

      .- mira que eres tontorrón, si por mi fuese

            -en ese momento se dieron cuenta que medio bar los estaba mirando-

.- por favor me cobra.    Anda vámonos que nos van a sacar cantares en todo León

      .- a mi me da igual

.- tira, tira, que me sacas de quicio

  Volvieron a sus cocinas sin hablarse en todo el camino.
           Eloy esbozando una sonrisa burlona y Pedro con cara de pocos amigos, intentando aguantar el gesto y cada poco moviendo la cabeza al tiempo que resoplaba.

 Al día siguiente así lo hicieron, tal y como había sugerido Eloy.

       .- qué, a que me sienta bien el traje

.- bueno pues la verdad es que sí

      .- tú con el hábito, la verdad es que sí, te hace muy atractivo

.- mira, no empecemos que salimos a mal

     .- que era una broma y además mira no le pienso decir nada de esto a la carnicera

.- te estás metiendo en un chaco demasiado profundo y al final te vas a ahogar.

     .- venga tontorrón, nos ponemos serios que estamos llegando

 

           Uno por uno, fueron pasando puesto por puesto. En unos más en otros menos, pero en todos iba cayendo algo, bien fuera el compromiso de un dinerico al mes o el llevar lo que se fuera pudiendo hasta el almacén de aquella pobre cocina.


 La artimaña al final había surtido efecto y mientras Eloy convencía a los maridos para que acercasen el género hasta allí cuando terminase el día, Pedro camelaba a las señoras, para un donativo en nombre del señor.

 

   Pasados los meses, siempre tenían recursos para dar de comer a sus mendigos. La carnicería cercana estaba en funcionamiento de nuevo y seguía siendo un gran aporte a los caldos. La iniciativa del mercado fue calando en casi todos los establecimientos de alimentación de la ciudad.

 

   Esa noche se respiraba algo extraño en el ambiente.
                                Durante la tarde Pedro había estado bromeando con Eloy a la vista de todos, incluso a veces en voz alta, lo que hacía que se escapase al aire alguna carcajada entre los que allí estaban.  A las diez en punto, cuando estaban ya recogiendo se hacía el silencio.

         La treintañera entraba a la cocina deshecha en lágrimas;   no sabían cómo había podido pasar pero al ver que su padre no llegaba a cenar, ella bajó hasta el bar donde normalmente tomaba unos vinos antes de ir a casa (allí esa tarde no había estado) luego iba hasta la carnicería por si se había entretenido haciendo algo, las persianas estaban abiertas y después de llamarlo repetidas veces le dio por mirar en la nueva cámara frigorífica.
        La temperatura de frío estaba al máximo y la puerta bloqueada.     Cuando logró abrirla, se encontró dentro a su padre ya congelado sin esperanza de reanimación.

 

 


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