martes, 28 de enero de 2014

El porqué de un cuadro

 

      Cuando me casé hace ya bastantes  años, cada vez que mi mujer me preguntaba: ¿Cuánto me quieres? Mi respuesta siempre era: como un carro cargado de paja, bromeábamos con esa frase.

     Al nacer Raquel, el carro siguió estando, pero la paja, NO. A nuestra niña siempre le decía lo  mismo cuando la miraba.

    Pasaron los años y cuando la empezamos a llevar al aula infantil de educación especial del colegio Miguel de Cervantes en Zamora.

    Las primeras navidades, la profesora y cuidadoras (una gente maravillosa) hicieron unas laminas como regalo de los alumnos a los padres, todas distintas. Por azar a Raquel le dieron una especial, nadie excepto Ana y yo sabía nada de nuestra frase familiar.

     Cuando la vimos, por supuesto nos emocionamos y a los pocos días la pusimos con un marco sobre la cabecera de su cama.

   La habitación ha ido cambiando, distinta cama, muebles, más y más peluches y muñecos, pero el cuadro sigue y seguirá en el mismo sitio. Aunque con el tiempo y sin ningún motivo, ya no sea una frase tan  habitual:

 


 Te quiero más, que un carro de flores.




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