viernes, 15 de noviembre de 2019

Minutos de Vida (17)




    En la comida y cena, siempre la pastillita aparecía en la bandeja.   Sin saber porqué, él siempre se la engullía con disimulo para que nadie lo viese.
     Cuando hablaba con Andrea o Arturo, a veces se remitía a cosas sucedidas el día anterior y sus nombres ya eran familiares para él, aunque se empeñase en llamarlos: Ángel y Pequeño. Laura lo intentaba pero el fruncía el entrecejo con desconfianza y la seguía llamando fea.
     En las mañanas Laura se limitaba a sentarse en una silla y tomar notas que ir ordenando en su archivo particular.      Arturo hacía sus ejercicios y poco a poco Rafael intentaba imitar sus movimientos (tampoco es que se esforzase demasiado. Ja, ja,) siempre y cuando fuesen en la colchoneta y cuando ya se aburría, cerraba los ojos y se echaba un sueñecito corto.
      Ese día pasó por allí Andrea.    Al entrar vio una situación decepcionante.
      Tenía que hacer algo, pero tenía que pensar cómo hacerlo para no agravar la situación en caso de que no saliese como ella pretendía.
---- Esperó a verlos salir y que Rafael estuviese sentado en su sillón---.
.- hola ángel, ¿qué haces por aquí?
        .- no me llamo ángel
.- ya, te llamas Andrea
        .- estoy muy enfadada ¿no te da vergüenza?
.- porqué
         .- Laura siempre allí sentada, preocupándose de ti mucho más que de nadie, jugándose el trabajo por ayudarte y tú, tú no le haces ni caso
.- Laura fea
         .- ¡no! No es fea y a partir de ahora métetelo en esa cabezota (dándole unos golpes con el dedo en la frente) se llama Laura y así la tienes que llamar siempre
.- pero no te enfades (las lagrimas estaban a punto de brotar de sus ojos)
         .- anda, dame un abrazo tontorrón, pero pórtate bien con Laura o me voy a enfadar de verdad
.- vale, pero ¿a ti te puedo seguir llamando ángel?
         .- si y a Arturo lo puedes seguir llamando pequeño, yo se que le gusta
.- ¿te puedo contar un secreto?
         .- ¡Jo!, ¿tienes un secreto?
.- Sí.     Todos los días me tomo pastillas sin que nadie me vea. Bella vigila y cuando nadie mira, zas, para dentro
       .- oye, de eso que no se entere nadie, vamos, nadie es nadie
.- pero tú ya lo sabes
          .- bueno yo luego se me olvida y así ya no lo sé
.- vale, nadie es nadie.
         Andrea se fue a seguir con su trabajo.
         Rafael quedó pensando en no olvidar más el nombre de Laura o ángel se enfadaría. Bella tenía la cara alegre al ver que la sangre no había llegado al río y que al fin, seguían siendo amigos.
            Rafael se levantó del sillón, se cogió del brazo de Bella y dio un silbido (bueno casi le sale)  indicando a Grifo y Perro que fueran tras él.
Recorrió el comedor hasta la puerta. Siguió pasillo adelante con pasos cortos y se paró frente al despacho.   Enderezó su espalda antes de dar unos golpecitos en el marco de madera.
.- ¿Se puede?
        .- adelante
.- hola Laura.   Solo pedirte perdón.   Dice ángel que ya no eres fea
       Laura se emociono de tal modo que no sabía si reír o llorar.   Cerró un segundo los ojos y cuando los volvió a abrir para levantarse e ir a abrazarlo, Rafael había desaparecido.
     Esa repentina reacción, fue como una inyección en vena. Hacía tiempo que no se encontraba tan nerviosa.    No sabía qué hacer, pero tenía que hacer algo que impulsara la recuperación de Rafael. Necesitaban algo con lo que cimentar sus recuerdos.
      En los expedientes de los demás, había documentos e historiales de varios años, pero en el suyo no había nada.   Tan solo una dirección y ni tan siquiera de aquella provincia.
       Laura tenía unos días de vacaciones y no le faltaban ganas de conocer la ciudad en la que según aquello residía la familia de Rafael.   Buscaría un rato para ir a hablar con ella y pedirle fotos, fechas de acontecimientos vividos y todo aquello que pudiese ayudar a hacerle una cronología de vida.
     Guardó la dirección en el móvil  y se fue a ver que había preparado Andrea con Rafael para que tuviese ese gesto.








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