viernes, 2 de abril de 2010

Bicicleta

Ayer le compré una bici nueva a mi niña, una chulada, con cambios tanto de platos como de piñones, grandota para que ya la utilice unos años.
Cuando ha llegado a casa esta mañana (pues anoche se fue a dormir con su abuela) al entrar en el garaje y verla, se le han puesto los ojos como platos, para hacerle un poco la puñeta le iba a decir que no la podía estrenar hasta su cumpleaños, pero no me ha dado tiempo, en seguida se ha montado y no nos ha dicho ni adiós.
Me imagino que ahora estará enseñándosela a sus amigas, o discutiendo porque todos querrán dar una vuelta en ella pero hoy no se le deja ni a dios, chuleando por el pueblo toda orgullosa, como cualquier niña de su edad haría, pero a mí que soy un incauto retorcido, solo se me ha ocurrido sentarme al ordenador. Al abrir me ha salido lo último que guardé anoche, filosofando sobre el otro barrio, lo he releído y he pensado, “si es que no aprendemos” tenía que haber comprado dos, así ahora yo estaría con ella, y ese dinero habría valido para sumar tiempo y experiencias juntos, y no para todo lo contrario, pero claro ¿yo iba a utilizar la bici? no, ¿ella iba a permitir que fuese con ella y sus amigas? el primer día luego nanay, o sea que pensándolo bien me he ahorrado un dinero, a ver si ahora va a resultar que la bici me ha salido a mitad de precio, y con pensar esto estoy encontrando la fórmula para pagar la mitad en hacienda ahora que se aproxima lo de la declaración, aunque pensándolo bien, voy a dejar de pensar, que a mí normalmente me devuelven, y estos se agarran a cualquier cosa para no soltar un céntimo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario