--- tradición ---
Los chillidos estridentes
siguen al afilado de cuchillos despertando al día de San Martín. La
sangre saluda a borbotones al balde de cinc que un joven sujeta en cuclillas,
entre risas y vítores.
Una vez cuajada, una anciana del lugar se
acercará para esculpir con un clavo una cruz sobre ella, como forma de
bendición y así sea rápidamente abandonada de los líquidos insustanciales.
El fuego ya está listo, el cerdo
abierto colgado en la escalera, la sangre en tacos cociendo junto con cascaras
de cebolla. Media mañana. Un añadido
por encima de sal y pimentón para reponer fuerzas enjugando la garganta con un
buen trago de vino.
Carlos Torrijos
C.a.r.l. (España) 02/09/2018.
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