En el parque todos los
niños juegan, corriendo y gritando.
Parchís sobre el banco juega con la pelota y Sara quieta, con la mirada
fija observa a una niña que está junto a su madre y no juega.
-Sara.- mira mamá, esa niña no juega como los demás, está sentada en esa
silla y nada más.
-Berta.- está en su silla de ruedas, es porque no puede andar ni correr
-Arturo.- pero si puede jugar a muchas cosas, pero de diferente manera,
no solo se puede jugar al balón o corriendo
-Sara.- y ¿yo puedo jugar con ella?
-Berta.- pues claro, ve y dile que si quiere que juguéis juntas
…Venciendo su vergüenza,
se fue acercando a ella poco a poco.
-Sara.- hola, me llamo Sara ¿y tú?
- la mamá.- ella se llama Almu, pero le da vergüenza
-Sara.- a mí también me daba vergüenza, pero ya no
-Almu.- es que casi nunca se acerca nadie hablar conmigo
-la mamá.- eso son bobadas, lo que pasa es que no saben si van a
molestar
-Sara.- pues vaya bobada ¿a que no te molesto?
-Almu.- a mi no, ¿sabes jugar a las tres en raya?
-Sara.- sí pero… aquí. ¿Cómo?
La mamá cogió un palo y
dibujó en la arena un cuadrado con el
resto de rayas, hizo tres cachitos de palo y otros tres con un cacho de cartón.
Luego cogió a Almu y la puso en el suelo sentada.
-Sara.- pero se va a manchar el vestido
-la mamá.- no te preocupes el vestido se lava
Sara se puso allí al
lado de rodillas y se pusieron a jugar.
Parchís que las vio, no podía quedar fuera de aquella partida. Llegó
corriendo y se puso a mirar.
-la mamá.- y ¿este gato es tuyo?
-Sara.- sí, se llama parchís, es muy listo pero no sé yo si con él al
lado podremos jugar.
Efectivamente, no había pasado
ni un minuto y el ya andaba intentando coger los cachitos de cartón.
-Almu.- ven Parchís, ponte aquí,
¿quieres que te acaricie?
Se puso junto a ella rozando
su lomo y se acomodó haciéndose un hueco junto a su tripa. Almu empezó a acariciarlo suavemente y él
parecía quedarse dormido.
Pasado un rato pensaron en
algo distinto a lo que jugar. La mamá volvió a acomodar a Almu en su silla y
Parchís salió como una flecha en busca de la pelota.
Las tres estaban sentadas y
él iba poniendo la pelota en los pies de cada una para que diesen una patada y
fuera a buscarla de nuevo.
Cuando la puso a los pies de
Almu, esta movió levemente la puntera del pie para darle y a Sara se le iluminó
la cara de felicidad soltando un grito que se oyó en todo el parque ¡BIEN!.
Desde enfrente se pudo oír la carcajada de sus padres y desde no muy lejos las
risas burlonas de algunos niños.
Sara torció el morro y miró
de reojo con cara de pocos amigos.
-Almu.- no te preocupes son tontos, van a mi clase y no aprueba ninguno
y me tienen envidia porque yo saco buenas notas
-Sara.- yo aún no voy al cole, pero mi mamá me enseña las letras y los
números. Me gusta mucho estudiar
Entonces Parchís se paseó
delante de ellas y soltó un miau con aires de interesante.
-Sara.- es que Parchís también se las sabe
-Almu.- como ¿Qué el gato se sabe las letras?
-Sara.- sí y los números, verás.
Fue a llamar a sus
padres para que se acercasen al banco y estar todos juntos. Venían hablando de cómo hacerlo para que Almu
viese todo lo que sabía Parchís.
..- Buenas tardes, ya vemos que os habéis hecho amigas
-la mamá.- sí Sara es muy simpática
Papá sacó del bolsillo un papel y un bolígrafo.
-Arturo.-a ti te toca poner en este papel las letras y recortarlas en
cuadrados
Almu se sintió
agradecida por el encargo y fue poniendo letra a letra todas las de abecedario
en aquel papel. Luego cortó el papel en
cachitos dejando una letra en cada uno de ellos.
-Almu.- ya está y ahora qué
-Berta.- ya verás
Entre ella y Sara, fueron
poniendo los papelitos en el suelo, mientras Parchís miraba fijamente según los
iban colocando.
-Sara.- parchís, dile a Almu
donde está la O
Se dio una vuelta por las
letras y se paró poniendo su pata sobre el papel que tenía escrita esa letra al
tiempo que su miau, sonaba con chulería.
Almu y su madre se
pudieron a aplaudir de manera espontanea.
-Almu.- a ver parchís y la R.
Se repitió la misma
operación y tras su acierto el aplauso volvió a sonar entre risas.
Al oír tal algarabía,
los niños que antes se reían se acercaron expectantes a ver qué pasaba. Tras ver lo que estaba haciendo parchís unos
minutos, bajaron la cabeza y se fueron.
Pero esta vez, al pasar por detrás del banco se pudo oír una voz.-.—
Hasta mañana Almu, nos vemos en clase.
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