Como cada sábado la noche se
presenta interesante.
Mamá y Sara se van a la
cama y antes de echarse llenan toda la cabecera de almohadones. Papá, recoge la cocina y deja colocado todo
preparado para el desayuno del domingo.
(Deja todo organizado en la encimera y por la mañana se levantará unos
minutos antes y en cuanto estén las tostadas ya bajan Sara y mamá, para que
todo esté calentito).
Parchís espera en el pasillo
cerca del comodín donde siempre mamá deja el cuento que esa noche se va a leer.
Ya se oyen los pasos y ellas
se hacen las dormidas para que parchís las despierte. Este,
se sube a la cama y empieza a darles con la pata. Si están dormidas no hay
cuento.
Hoy papá ha puesto un trapo cubriendo la lámpara de la mesita de noche
para que haya menos luz.
Todos ya están en la cama y
comienza la narración.
Hace muchos, muchos años, en un país muy lejano….
Papá pone la voz bronca
cuando está hablando el ogro y poco a poco va bajando el volumen. De pronto un rugido hace estremecer a todos.
Sara se abraza con fuerza a mamá
y Parchís de un salto se mete debajo de la cama. Cuando oye las risas, sale y vuelve a subirse
a la cama enfadado con el mundo, el lomo levantado y mirada amenazante.
-Berta.- ¿pero te ha asustado? Ven aquí pequeño
-Sara.- ven que te hacemos un hueco entre mamá y yo
Según se va acercando a los almohadones,
otro rugido invade la habitación y él, otra vez debajo de la cama.
-Sara.- papá, que tiene miedo
-Arturo.- soy el ogro de las manos grandes
-Berta.- ven Parchís que no pasa nada
Parchís volvió a subir a la
cama y mientras se dirigía al lado de Berta, de repente dio un salto para caer
justo al lado de Arturo y dar un fuerte manotazo al libro. Todos se llevaron un
gran susto. Luego lo miró y le regañó:
¡MIAU!
-Arturo.- bueno fiera, como se pone el pequeñajo.
Antes de ponerse entre Sara
y Berta, volvió a mirarlo con cara de enfadado ¡MIAU! Todos se rieron y a él no le hizo ninguna
gracia.
Papá, siguió leyendo. Poco a
poco fue bajando la voz y ralentizando la lectura al tiempo que miraba a Berta
sonriendo. Los pequeñajos estaban dormiditos con el alma sumida en un dulce
sueño.
-Arturo.- vamos despacito que yo apago la luz
-Berta.- que dulces son, si hasta parecen buenos
Se acostaron en su cama y
tardaron poco rato en caer también entre los brazos de Morfeo.
A media noche algo se
deslizaba apoyando sus manos en el armario.
-Sara.- papá, papá, hazme un sitio
-Arturo.- pero que haces aquí
-Sara.- porfi, que me da miedo del ogro
-Arturo.- venga no hagas ruido. Menudo ogro estás tú hecha
Y acurrucada junto a su
padre se durmió.
No habían pasado cinco minutos cuando parchís,
muy silencioso se subió a la cama y acarició la cara de Berta con la pata.
-Berta.- ¿pasa algo? ¿Qué haces aquí?
-Parchís.- miau, miau, (tan suave que casi ni se oía)
-Berta.- Vaya dos caguicas. Venga
ponte aquí a mi lado y duérmete, pero no des guerra.
Los cuatro ya, durmieron
plácidamente sin temer al ogro hasta el amanecer.
Papá se levantó sin hacer
ruido. Fue a la cocina y preparó el desayuno: Café con leche para los mayores,
Un tazón grande de cacao para Sara y un pequeño bol, solo con leche templada
para Parchís. Las tostadas recién hechas bien untadas con mantequilla y
recubiertas de mermelada.
-Arturo.- Vamos… que el desayuno está preparado.
Rápidamente se pusieron las zapatillas y fueron
a ocupar cada uno su sitio en la mesa.
-Sara.- ummm que rico
-Berta.- menos mal, hoy no se te quemaron las tostadas
-Arturo.- al final te quedas sin desayuno
-Sara.- ¡Jo! No aguantas una broma.
Parchís levantó la cabeza...--
¡MIAU!
-Arturo.- bueno fiera, ¿Qué te pasa ahora?
-Berta.- todavía sigue enfadado contigo
-Arturo.- sí, pues te quedaste
sin leche
Parchís puso su panza
sobre el bol, para que nadie se lo quitase.-- ¡MIAU! ¡MIAU!
-Arturo.- tranquilo, jolín este bicho si que no aguanta una broma.
Rompieron a carcajadas y
siguieron desayunando entre risas y bromas entre ellos.
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