domingo, 6 de junio de 2021

Tan solo, una rosa.

 

    Hoy me dio.

    Sí, me dio por pensar en mi muerte, en planear mi reciclaje, sabiendo que es una quimera que nunca cumpliréis.

    Como a todos, me llegará el momento de ser reciclado.  Este amasijo de huesos, porque poco más hay, dejará de tener sentido y como todo lo inservible se llevará a un punto de reciclaje; más que para poder ser reutilizado, por quitar un estorbo del medio que para lo único que sirve es para coger polvo y ocupar un sitio, tal vez destinado a otro adorno con más glamour.

   No es por ser tiquismiquis, pero tengo claustrofobia, así que por favor nada de ataúdes o sitios cerrados y oscuros.  Mejor una mesa larga y estrecha, con cuatro patas.  Tapadito con una manta, pues soy friolero, pero tampoco es que me guste mucho el sol “así matamos dos pájaros de un tiro”.

     La música que no falte, como no, que suene con fuerza los suspiros de España dando paso a todo un repertorio de verbena clásica de pueblo en fiestas. 

   La orquesta, por supuesto en directo y frente al escenario, una barra de bar en la que poder brindar gratuitamente.   Más que nada, porque será la única manera de que alguien se acerque a decirme adiós “aunque solo sea por cumplir” tan poco es que me importe demasiado, pero a nadie le amarga un dulce y ya se sabe una vez en el otro barrio hasta al enemigo tiene algo que elogiar de tu paso por este mundo, aunque no sea cierto.

     Sobre mí, una rosa blanca, solo una y en mi boca un  calmante diluido “los dolores de cabeza, mejor prevenirlos” y después de una noche al raso, cuando mis sentidos se hayan desvanecido en el aire y mi última neurona racional (que tampoco es que tenga muchas) haya dado su último suspiro, haced lo que queráis, pero con cordura. Tened en cuenta que siempre queda la duda del más allá y tal vez, solo tal vez os estaré observando.

 

 


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