Sin velorio, sin entierro.
No doblaron las
campanas.
En una fosa común
sin ataúd de madera
descansa el cuerpo
sin vida
del mendigo, del
poeta.
En una bolsa metido
llevándose de este
mundo
aquellas últimas
letras
que no pudo recitar,
con la mano
temblorosa
extendida hacia la
gente
pidiéndoles
caridad.
No doblaron las campanas.
No hubo misas, ni
sermones.
Sin familiares al lado
nadie recordó su nombre.
Nadie lo ha echado
de menos.
Otro ocupa su rincón.
Otro mendigo que duerme
esperando ese momento
tapado con un
cartón.
Me has tocado el corazón ❤. Poeta . Ay que tristeza !! Tanta realidad describes en estas letras...
ResponderEliminarCantemos y contemos lo que nadie quiere ver
EliminarQué poco se valora lo que realmente importa. Genial maese.
ResponderEliminarMendigos.... invisibles en su rincón.
EliminarExcelente Requiem para quienes no pedimos ni esperamos nada. Gracias Maestro por compartirnos.
ResponderEliminarSolo cuando truena, uno se acuerda de Santa Bárbara.
EliminarRealmente triste y real. Genial como siempre, me ha encantado.
ResponderEliminarGraciñas por estar
Eliminar