sábado, 23 de agosto de 2014

Interactiva cap. 2º


   Contestó.........levantándose el velo y mirando a los ojos de Enrique:
.- ¿tú me quieres?
    .-mucho; ¿lo dudas?
.-pues en nombre de ese amor tengo que decir NO
     Su rostro palideció y  sus ojos empezaron a vidriarse; el shock detuvo su mente durante unos segundos;    los pómulos se le enrojecían,  sus mandíbulas se apretaban entre si, según sus ojos se secaban, para dar paso a una excéntrica mirada de ira, que resaltaba las venitas rojas, queriéndose salir de sus globos aculares.
    .- ¿por amor?, haz lo que quieras, a partir de hoy para mí, es como si estuvieras muerta
      Su padre se abalanzó sobre ella, como una fiera para pedirle explicaciones sin hallar contestación.
      El cuerpo de su madre semiinconsciente en el banco apoyado en el pecho de su abuela se empapó en sudor y se llenó vergüenza.
          Ella, se volvió a bajar el velo y con paso marcial y la cabeza alta, se dirigía hacia la puerta por el estrecho pasillo.  Entre aquel murmullo intenso lleno de palabras (algunas mal sonantes), predominaba desquebrajada la voz de su padre:
           .-eres la desondra de la familia;   ni pienses volver a pisar mi casa;  a partir de ahora que te mantenga otro
   Se paró de repente y se dio media vuelta:
.-señoras, señores, todos estáis invitados a la comida, al fin y al cabo ya está pagada;    ¡ah! y brindar con la copa alzada por la libertad de mi padre;   parece que con esta boda lo que pretendía era que me mantuviese otro.      Y tú.  Sí tú;  disfruta del viaje al Caribe, diviértete y ojalá que vuelvas con algún bicho que no te llevas.
       Otra media vuelta y ya todos callados, pudieron oír claramente el chirriar de las bisagras al abrir la puerta y el portazo al cerrarla de golpe
     La iglesia se quedó vacía en un momento. En ningún momento nadie prestó atención al sacerdote, que allí, frente al sagrario de rodillas, solicitaba a su señor,  una respuesta a sus contradictorios sentimientos.
          Olga, daba paseos por la calle sin rumbo fijo. Lucía su precioso vestido de novia ante la expectación atónita de los transeúntes que simplemente  observaban como deambulaba por las calles.  Nadie la podía reconocer sin ver su rostro gracias al velo; nadie podía imaginar aquel estado anímico sin apreciar la sonrisa que dibujaban sus labios y la sensación de libertad que proyectaba su bella y tranquila mirada.   Durante un momento, recordó con rabia las palabras despreciables de su padre y también pensó arrepentida en las que salieron de su boca hacia aquella persona que a esas horas ya sería su marido, si el sacerdote no hubiera pronunciado aquellas simples dos primeras palabras antes de la pregunta y su moral sincera no hubiese modificado el desenlace previsto.
       Al final de la tarde, unas luces llamaron su atención; era un bar de copas; por suerte recordó, que su madre le había puesto doblado, sujeto por su liga de la pierna derecha un billete de doscientos euros, como amuleto de buena fortuna.
         El sitio no estaba mal;   pero la música era infame y estaba a un volumen desproporcionado.      Se dirigió al extremo final de la barra, se sentó en un taburete junto a la pared, acto seguido se arrancó el velo y lo dejó caer al suelo; con un gesto avisó al camarero, (señor de pelo canoso y aspecto de profesional experimentado).
.-por favor, póngame un coñac en vaso de tuvo
          .- ¿desea usted alguno en especial?
.-Torres diez, por favor sin hielo
       Un joven apuesto se acercó y cogió el velo del suelo.
               .-perdone, ¿es suyo esto señora? Bueno o tal vez señorita (con una sonrisa maliciosa en sus palabras)
.-como prefiera caballero, pero sin cachondeo, si no quieres llevarte una ostia
              .-menos ostias ¡eh!
.- ¿si lo prefieres?     Digamos un rodillazo en los huevos por listillo
             .-anda y que te den por culo tía
.-gracias. Y a ti con la misma herramienta que te operen de anginas
         .-aquí tiene su coñac, tómeselo y pase de buscarse problemas
.-no se preocupe, no era mi intención
           Uno, otro, otro más, el tiempo pasaba y los coñac iban haciendo efecto en su cuerpo.
         Allá, a las mil y monas tan solo quedaban en el bar: el camarero y dos mujeres con signos de embriaguez, o mejor dicho borrachas; apoyadas sujetando la pared, a ambos extremos de la barra.
         La música apagada y dos luces encendidas sobre la barra por no dejarlas a oscuras.
          .-perdonen, pero si no les importa voy a cerrar ya
      .-otra media copa y me voy
.-yo también
          .-de acuerdo pero rapidita, que ya es muy tarde y tampoco es que anden demasiado sobradas de lucidez
        Las dos se juntaron en el centro de la barra.
          .-sus copas y si me permiten, a estas las invito yo
.-gracias son dos minutos
     .- ¿qué celebras?, ¿te han dejado plantada?
.-no; he sido yo la que lo ha dejado en el altar, a última hora he dicho no
    .-si señor, con dos ovarios
.- ¿y tú?
    .-hace tiempo que me enteré que mi marido, estaba liado con una zorra de su oficina, diez años más pelleja que él y hoy por fin he recibido los papeles del divorcio, ya estoy soltera
.- ¿y tenéis hijos?
    .-por suerte no
.-mejor, menos problemas
    .-vámonos a casa, este señor quiere cerrar
.-yo no tengo casa, mi padre me ha echado
    .- ¿qué pasa, ibais a vivir con tus padres?
.-peor, hasta encontrar un piso a su gusto (en fin, es un poquitín pijo) viviríamos con los suyos
   .-pues yo, vivo sola y cada noche cuando llego, se me cae la casa encima
    .-caballero, perdone usted, ya nos vamos
          .-gracias y cuidado, que no lleváis el cuerpo para ir con prisas
.-guárdame este dinero, que no he traído bolso
     .-es que me vienes con unas pintas
.-por no cambiarme.      ¡Coño, que se me olvida el velo!
         Cogiditas del brazo salieron a la calle y en el primer sitio que encontraron (un rectángulo de granito, puesto en la acera como adorno urbano) se sentaron apoyadas espalda contra espalda.
.- ¿dónde vives?
    .-en la urbanización “los pinares”
.-lo mismo que yo
    .-en la calle la liebre
.-justo al lado en la del gamo
    .- ¿a que imbécil se le ocurriría esa idea de ponerle nombre de animales a todas las calles?
.-pues a alguien que esa noche estaría tan jodido como estamos nosotras ahora
     .-entonces vamos a seguir la fiesta; yo aún no pienso en chorradas tan absurdas
.-yo, ya no puedo con el alma
     .-habrá que llamar a un taxi, estamos algo lejos
.-mejor vamos andadito y que nos dé el aire
      Con los zapatos de tacón en la mano e intercalando sus apoyos entres paredes, farolas y bancos, escaparon del centro de la urbe.
    Un kilometro o así de carretera y llegarían de nuevo a una zona bien iluminada.  Ahora ya, no hacía falta la luz artificial, cuando llegaron el sol empezaba a asomar por el horizonte.
    .-por cierto ¿cómo te llamas?
.-yo Olga, ¿y tú?
    .-Josefa, pero todos me llaman Pipi
.-o sea, en vez de Pepi, Pipi
    .-en realidad es porque era medio pelirroja de cría y mi madre tenía la manía de hacerme coletas
.- ¡ah! ya me acuerdo, aquella que tenía un caballo de lunares
    .-entonces, te vienes a dormir a casa y cuando nos levantemos, ya pensarás que hacer
.-Gracias porque no pensaba dormir en ningún sitio, lo que menos a estas horas es dar a nadie explicaciones y andar con broncas
    Soltaron los zapatos de la mano, nada más cruzar la puerta; subieron al dormitorio, y se dejaron caer sobre aquella enorme cama.  Ni siquiera les dio tiempo antes de cerrar los ojos a decirse ni hasta luego.
       Cuando despertaron a media tarde y fueron al aseo, el espejo les recordó la cruda realidad de lo que había pasado el día anterior. 
.-perdona Pipi, ¿te importaría que me diese una ducha?
     .-creo que es algo necesario para las dos; mientras te saco algo de ropa decente, ayer ya diste bastante cante con ese vestido
    Por suerte gastaban la misma talla. El pantalón, la blusa y los zapatos, le quedaban perfectos.
.-bueno Pipi, voy a casa a ver cómo está el patio
   .-espera Olga; si te hago falta para algo, aquí estoy
.-lo tendré en cuenta. 

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