lunes, 30 de noviembre de 2015

Conformismo



Pasados ya los ochenta,
hasta nada devorando
los caminos de la vida,
tan lejos el nacimiento
tan cerca la despedida.

Años sembrando esperanza,
abonando con cariño
las plantas de este, su huerto,
navegando siete mares
para no llegar a puerto.

Mira el torso de sus manos
cubierto de piel marchita,
pliegue que sobre nudillos
muestra el paso de la vida,
les da la vuelta y sus palmas,
sus palmas están vacías.

Entre los dedos se fue,
con los años Escapó,
el proyecto a largo plazo
que algún día imaginó.

La arena de aquel reloj
cayó por su propio peso,
la rosa se marchitó
como languidece un beso,
las nieves se hicieron agua
el gavilán cayó preso,
y un eclipse enmudeció
la mente que hablaba en verso.

Los ruiseñores no emiten
sus trinos bajo un balcón,
donde una doncella escucha
bajo la luna de mayo
proposiciones de amor.

Por no mirar al futuro
y guardar lo cosechado,
por vivir, el día a día
siendo del vicio aliado,
por no tener más amores
que los que fueron pagados,
solo le queda una frase….
¡váh! que me quiten lo bailado.













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