viernes, 9 de mayo de 2014

Información (2)

         Como todas las mañanas, la pequeña Lidia jugaba en la puerta aprovechando el solecito, mientras su madre adecentaba todo dentro de las posibilidades existentes la zona en el que habitaban, sin descuidad el resto para evitar compartir su vida con algún tipo de bicho.
   Matías, desde primera hora, estaba sentado en los escalones de la iglesia con la mano extendida para que todo el que pasase por allí, tuviera la oportunidad de prestarle un poco de ayuda. Saludaba a todos ellos con amabilidad, aunque ni se acercasen por su lado.
    Las horas de aquella mañana habían sido fructíferas, aquello por lo menos le elevó un poco la moral al saber que no regresaría a casa con las manos vacías.
   Antes de llegar al pequeño bosque por donde le gustaba atravesar oyendo a cada pisada el crujir de las hojas y ramas secas que había en el suelo, pasó a una pequeña tienda de ultramarinos; nada más cruzar la puerta, tras el mostrador, una señora lo saludó con cara de cierta desconfianza, pero muy amablemente, como corresponde a todo aquel que está al frente de un negocio cara al público.
       .-buenos días, ¿qué quería?
.-una barra de pan y algo de embutido, el más barato que tenga
       .-lo más barato es la mortadela, ¿cuánta quiere?
.-no sé, espere que cuento, lo siento pero tengo que pagarle en monedas, es lo que he sacado esta mañana
      .- ¿le preparo un buen bocadillo para usted?
.-no, es para mi mujer y mi hija, que hoy se van a poner más contentas
     .-pues mientras usted cuenta las monedas, voy un momento a la trastienda. Cuídeme el negocio mientras vuelvo
.-no se preocupe que está seguro
     .-ya ha contado
.-tengo siete con cincuenta y tres, aparte del pan, lo demás en mortadela
     .-pero eso es mucho
.- y el hambre también
    .-tenga, mientras se la preparo en lonchas de buen grosor, tómese esta cerveza fresca, lo invito yo
.-no quisiera que se lo tome como un desprecio por mi parte, pero si me la pudiese cambiar por un refresco de naranja para ellas, sería fenomenal
     .- ¿y su niña qué edad tiene?
.-ayer cumplió dos años
     .- ¿estarán como locos con ella?
.- es una maravilla de pequeñaja, más buena, ha salido a su madre, son igual de guapas y mi mujer trabajadora como nadie, tiene siempre todo limpio y mira que se cría polvo en ese sitio, pero se puede comer en el suelo y el pelo de las dos, siempre brillante, aun estando escasos de agua y tenerla que quitar el frio en el fuego
    La señora, mientras escuchaba las alabanzas hacia su niña y su mujer, iba partiendo y envolviendo en un papel una gran cantidad de lonchas de mortadela con aceitunas.
.- ¿tanto señora?
     .-ya se lo dije
.-como nos vamos a poner
     .-espere aquí un momento, que ahora salgo
    Entró de nuevo en la trastienda, cuando salió al rato, portaba en su mano derecha una bolsa llena de fruta, había estado escogiendo las piezas que había creído convenientes.
     .-tenga esta fruta para ustedes, está un poco de mal ver, pero la calidad es buena y seguro que su hija y su mujer, así se alegran un poco más
.- ¿y cómo le pago yo esto?
     .-por favor, si al final iban a ir a la basura
.-muchas gracias, que alegría se van a llevar cuando se lo cuente, no se lo van a creer ni viéndolo, seguro que mi mujer se piensa que he vuelto a hacer alguna trastada
      .-espere
          Cogió papel y bolígrafo e introdujo en la bolsa una nota en la que decía que era un regalo para ellas.
.-esa nota me salva de una bronca segura
     .-mucho miedo le tiene, con lo buena que dice que es
.-miedo a mi mujer, ninguno, pero es que tiene razones para desconfiar
    .-mañana y todos los días, al medio día, pase por aquí, aunque no traiga dinero, siempre habrá algo que no tenga buena presencia o esté a punto de pasarse de fecha
.-solo con una condición, que me diga cómo pagarlo
    .-está bien, hagamos un trato. Yo abro a las nueve. Lo espero aquí todas las mañanas hacia las ocho para ayudarme a descargar y colocar. Claro, si no le importa madrugar y trabajar un poquito
.- ¿trabajar a mí? por eso no se preocupe y si algún día no hay nada que tirar, no se preocupe, otro día habrá más
    .-pues para casa a comer y ya sabe, mañana a las ocho lo espero
.-no se preocupe, aquí estaré
      Iba tan contento camino a casa, que no sentía ni los pies pisando las ramitas. Aquel día solo pensaba en llegar a la puerta y entrar para dar la campanada tan deseada durante tanto tiempo.
      En aquella mesa, que juntos habían fabricado con las tablas y puntas oxidadas de unos palés que encontraron tirados en la parte de atrás de la nave entre escombros, pusieron la bolsa y empezaron a sacar la fruta. Todo un lujo para su dieta habitual.
     Los ojos de Lidia, parecían salirse de sus orbitas cuando vio salir de la bolsa, un paquete de galletas con vainilla, que la señora había metido en la parte de abajo.
    Con el hambre que tenían y les costaba comer. Se les cerraba la garganta cada vez que miraban a su niña con aquel paquete entre sus manos, como si fuera una joya.  Comía cachitos de pan y mortadela, pero las galletas solo las miraba. Tal vez su mente tan pequeña sabía que en cuanto las abriera, durarían un plis-plas, no sería capaz de contenerse y quería que le durasen mucho, mucho tiempo.

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