lunes, 19 de mayo de 2014

Información (7)


      Los porcentajes ajustados, la simpatía de Matías, el palique que daba Berta a las clientas de siempre y el que ese pequeño perdigón anduviese correteando sin molestar, siempre entre los pasillos como si estuviese colocando las cosas, aunque lo que siempre hacía era cambiar estas de sitio y volver loco a su padre para volverlas a poner en su lugar.  Hicieron que el negocio a pesar de la crisis subiese sus ventas.
    Matías subía a casa todo lo necesario que había en la tienda y Berta compraba el resto de alimentos en las tiendas del barrio, para compartir los gastos de la casa. Aparte de los gastos de ropa y calzado; el resto de la caja iba directo a la cuenta de ahorros, de donde se cobraban las facturas y el resto se iba acumulando para el futuro, con el fin de algún día poder comprar a Berta y Jorge aquel local.
     Animaron a Berta, para que se apuntase a un curso de informática por las tardes para que se entretuviese haciendo alguna actividad. En la asociación cultural del barrio, se juntaban las personas que habían vivido como amigas y vecinas toda la vida.
        Enseguida, mando montar un viejo ordenador (de los que quitaron de la asociación) en casa, desde el cual, gracias a un programa para ella increíble, todas las semanas hablaba con su hijo y además se veían por webcam.  El tito Jorge, desde la distancia, no se quería perder ni un detalle de cómo iba creciendo la pequeña Lidia; se emocionaba cada vez que hablaba con ella, se hacían bobadas como sacarse la lengua o poner gestos a ver quien ponía la cara más fea, eran como dos críos y Berta también.  
    Un día que Berta se había ido a por agua a la cocina, de pronto empezó a oír por los altavoces chillar a su hijo: yo te como, es que  te como a besos; Gloria y ella salieron corriendo a ver qué pasaba, Jorge estaba con una sonrisa tan grande como sus lagrimas, por fin había dejado de llamarlo goje y había pronunciado su nombre perfectamente, todo una proeza conseguida, aunque seguía trastabillándosele un poco la rr.
     No es que no le importasen el resto de las cosas que allí pasaban, pero claro, con ver la cara de aquella pequeña y la cara de felicidad de su madre, a la que se le caía la baba cada vez que miraba con cara de abuela a aquel cielo de niña, se sentía satisfecho y orgulloso de esa decisión que había tomado.
    Cuando mejor iba todo y el barrio volvía a tener un poco de actividad, Marías empezó a mostrar un raro comportamiento poco usual, se le veía nervioso y esto se iba incrementando semana a semana. Se refugiaba en la tienda y siempre parecía tener cosas urgentes que hacer, cada día llegaba más tarde, últimamente aparecía cuando ya todas estaban bien dormidas y se levantaba mucho antes de que ellas despertasen.  A cualquier simple pregunta, les contestaba con evasivas o dando la callada como respuesta.   Gloria ya no sabía cómo disimular su preocupación.
     Tan solo se veían a la hora de comer y en presencia de Berta aparentaban una normalidad que no existía.
     Un día comentó: mañana no vendré a comer; esa noche sin previo aviso, tampoco acudió a la casa para  dormir.    Cuando Gloria se despertó fue como cada día al comedor a recoger la manta de encima del sofá; para su sorpresa estaba doblada allí como ella la había dejado el día anterior sobre la silla que estaba detrás de la puerta donde ella la ponía siempre.
    Salió y se dirigió hasta la tienda, preocupada por si había pasado algo; allí estaba él, como si nada pasase, despachando y hablando amablemente con aquellas clientas.
     Durante toda la mañana le invadieron la cabeza las dudas más retorcidas; ella, tenía que saber que estaba pasando, le daba miedo seguirlo y encontrarse con lo que no quería, pero tenía que cerciorarse de que no había otra mujer.
    No podía quedarse con aquella duda en el cuerpo.  A las dos cogió un taxi y lo mando parar a unos pocos metros de la furgoneta.
    Cuando cerró la tienda, montó y arranco.
     .-sígalo sin perderlo de vista intentando que no se dé cuenta
        Matías se encaminó hasta su antigua casa, aquella donde ellos vivían antes de ser desahuciados.  Estaba  deshabitada, abandonada, las persianas bajadas llenas de agujeros y el pequeño jardín selváticamente lleno de hierbajos; no pudo por menos que echarse a llorar.
      Él se bajó de la furgoneta con un maletín viejo en la mano, se dirigió al centro del patio, levantó la tapa del sumidero y echo la cartera dentro; luego arrojó sobre ella unos puñados de tierra y tras volverla a cerrar, vertió entre sus hierros una botella de agua.   Regresó a la tienda y allí se preparó un bocadillo para comer.
     Gloria volvió a casa pensativa, perpleja, incluso más preocupada por lo que había visto, pero eso sí, con el corazón tranquilo, sus celos se habían desvanecido.
        Luego, por la noche llegó un poco antes de la hora de cenar.
       .-ya era hora que se te viese el pelo una noche
    .-he andado muy liado, ya sabes cosas de hacienda y como no me cuadraban las facturas y el jaleo del IVA.
       .- ya te lo dije, llévalas al día y siempre colocadas por orden
   .-tenias razón, no me volverá a pasar
.-papá hoy puedes dormir un poco con migo
   .-claro que sí y toda la noche si hace falta
            .- ja, de eso nada monada, un ratito, un cuento y a nuestra cama
  .-eso y de madrugada a la mía
      Lidia, con la boca entreabierta, se quedó mirando a Berta con cara de asombro
  .-que no, que es una broma
     (La niña respiro aliviada)
        Cuando se acostaron, Lidia quedo dormida en un momento, acurrucadita contra el pecho de su padre.  Él, se sentía tan a gusto, que para no molestarla, no movía si quiera las pestañas para no entorpecer aquel sueño.
       Gloria, harta de esperar despierta, se levanto para avisarle de que ya estaba bien, habían pasado casi dos horas; cuando abrió la puerta y aquella linda estampa, los dos abrazados en el séptimo cielo llegó clara a sus pupilas se dio la vuelta y se fue a dormir, no sin sentir algo de envidia de aquella complicidad.
    Todo parecía ya volver a la normalidad, los nervios habían cesado e intentaba siempre cerrar a la hora para llegar a casa a disfrutar de la compañía de sus mujeres.
     La economía andaba bien y ese verano planeaban el realizar los cuatro un viaje a la playa, para que Lidia conociese el mar.      Aparte del tiempo de la reforma, nunca Berta había cerrado el negocio una semana por vacaciones y ya era hora.
    Con el nuevo curso, Lidia, ya empezaría a asistir a las clases de preescolar y a Berta le hacía ilusión poder ir a llevarla y recogerla cada día.   La primera mañana, la casa parecía desierta, faltaba aquel bicho preguntando  ¿por qué?, a todo aquello que hacían.     Que ganas de que llegase la hora de comer para ir a recogerla.
    .- ¿qué tal mi perdigón el primer día de cole?
.-bien papá, ya tengo una amiga, se llama Cris
       .-sí, calla, que a la hora de dejarla nos ha montado una llorera
   .-pero como ella, ya es una pequeña mujercita, se le ha pasado enseguida
          .-eso quiere decir que está en buenas manos
   .- ¿como se llama tu maestra?
.-es un chico muy guapo y se llama Nando
   .- ¿será Fernando?
.-no, solo Nando
   .-pero Nando ¿no será tu novio?
.-mamá, mira papá, que dice que es mi novio
        .-ven aquí con migo, que papá está bobo
.-abuela, ¿a que no es mi novio?
        .-pues claro que no, es que papá es hombre y no sabe de estas cosas de chicas. (Las pocas veces que la llamaba abuela, se ponía tierna)
   .-mira Gloria, ya está poniendo pucheros la abuela
       .-eres más tonto, pues no me haces gracia
.-es que es hombre y no entiende
    .-y tu cállate perdigón
       .-va, no le hagas caso, tu y yo nos entendemos
.-claro, porque somos princesas
     (A los pocos días ocurrió de nuevo).
   .-Mañana no vendré a comer
         .- ¿pasa algo?
   .-nada poca cosa, ya sabes un viajante que viene, ese de los chorizos de Salamanca y claro, pues, que iremos a comer juntos y no sé, luego tomaremos un café para hablar un rato
              .-así son los negocios hijo
    .-me voy a abrir
        .-espera, ven un momento
       (Entraron en la habitación)
        .-esto por casualidad, no tendrá nada que ver con esa cartera negra
   .-tú no sabes nada de esa cartera, nunca la has visto, nunca, recuerda, nunca
        .- ¿pero qué pasa?
  .-nada  ¿y tu cuando has visto?... mejor olvídalo y punto, es lo mejor para Lidia
        .- ¿Lidia? explícame porqué
   .-mañana por la noche te contaré todo, pero luego lo olvidarás para siempre
       .-de acuerdo, tú ganas, mañana por la noche, pero sin mentiras
   Gloria, no podía ni quería quedarse sin saber lo que pasaba, seguro que al final le contaría alguna milonga para convencerla.   Así que hizo lo mismo que la vez anterior, pero esta mandó aparcar al taxista y esperar a una distancia poco sospechosa frente a su antigua vivienda.   Con un parasol de ventosa, tapó el cristal de la ventanilla trasera para no ser vista y reconocida por los que pasaban por la calle.
    A las dos y diez, un coche con los cristales tintados, redujo su velocidad frente a la casa hasta casi quedar parado, giró a la derecha y se detuvo junto a la acera.
    Los minutos se hacían interminables, si no hubiera sido por ese coche, ya habría desistido pensando que se había equivocado  su intuición y estaba reunido con alguien en otro lugar.
      Tardaba demasiado en llegar, tampoco estaba tan lejos de la tienda, de pronto apareció, aparcó, bajó y luego fue a  sentarse al escalón de entrada; parecía no haberse percatado de la presencia de aquel coche, del que al momento bajó un señor para acercarse a hablar con él.
        Más que hablar parecían discutir, por sus gestos. Matías, no cedía a sus exigencias, no se acercaba en ningún momento a aquel sitio donde se encontraba la cartera escondida.   En un momento dado, se dio la vuelta y se dirigía a la furgoneta cuando se pudo oír claramente como el señor le gritaba: espere, espere.     Este se acercó al coche y habló unos instantes con el ocupante de la parte trasera del mismo; entonces abrió la puerta y bajó de él don Anselmo con cara de pocos amigos. 
   Se volvieron a juntar los tres en el centro del jardín. Se podía apreciar cómo se amenazaban mutuamente entre los dos, mientras el tercero se mantenía a unos pasos de distancia con los brazos cruzados.
    Matías indico con el dedo, señalando el sumidero; el hombre se agacho, separó la tapa, desabrocho el puño de la camisa y junto a la manga de la chaqueta la remangó hasta el codo; de allí, llena de barro sacó la cartera y sin limpiarla si quiera la llevo e introdujo en la parte trasera, donde inmediatamente subió otra vez, el tal, don Anselmo para alejarse de allí a toda velocidad.
    Tapó de nuevo la reja del sumidero y se volvió hasta la tienda a comer algo y a tomarse un refresco.
      Cuando Gloria llegó a casa ya eran más de las tres y media; la pequeña y Berta ya habían comido cansadas de esperar.
      .- ¿dónde te metes?, ¿qué horas son estas de venir a comer?
  .-ya he comido
     .- ¿cómo que ya has comido?, hay bruja, ya pasó lo mismo de la otra vez
.- ¿cuándo?
    .-sí, sí, no te hagas la tonta; si no pasa nada, pero si queréis comer los dos solos a mi me parece muy bien
.-bueno, pero que no se entere nadie de que lo sabes
    .-si ya me parecía a mí que eso del representante de chorizo era poco convincente, pero por no decir nada sin saber
.-voy a fregar, ¿y Lidia?
    .-dormida como un ceporro en el sofá
       Ya por la noche mientras estaban cenando; las dos intercambiaban sus miradas, luego lo miraban a él y se reían. Así una y otra vez.
    .- ¿qué os pasa?, ¿tengo cara de risa o qué?
       .-nada, nada son cosas nuestras
          .- ¿qué tal la comida con el representante?
   .-bien, lo normal
      Y se volvieron a mirar y a reír
   .-pues me está dejando a mí de hacer gracia
.-ja, pues es gracioso
   .-a ver listilla, explícame tú de qué se ríen
.-es que eres hombre y no los ibas a entender
   .-ya salió la gracia, desde luego, tu también le podías haber enseñado otra frasecita a la niña
           .-oye, que la aprendió ella solita
   .-está claro que sois tres contra uno, reíros de lo que os dé la gana; yo paso
      .-pero no te enfades
  .- ¿me iba a servir de algo?
      .-no
   .-pues eso, termino de cenar, me voy a dormir y así os podéis reír tranquilas
          .-Lidia, dile a papá que no se enfade
.-pá, no te enfades, que ser hombre no es tan malo
   .-la cagaste perdigón
   La levantó de la silla como si fuera un guiñapo, luego la tiró sobre el sofá y empezó a hacerle cosquillas por todo el cuerpo gritando:
   .-ja, ja, ahora el dragón se comerá a la princesa
       Entre Berta y Gloria;   cogiéndolo de los hombros a traición, lo tiraron sobre la alfombra, de inmediato se echaron encima de él.
       .-el dragón ya es nuestro
           .-Lidia, corre, agarra al dragón por las orejas que no se escape
   .-que al final os vais a hacer daño
          .-el dragón será nuestro prisionero
   .-pufs, que paciencia dios mío
       .-te rindes
   .-sí, me rindo
          .-más fuerte que no se te oye
  .-ya está bien
         Dando un giro brusco a su cuerpo, se dio la vuelta y de que se quisieron dar cuenta, las dos estaban bajo él, entre sus rodillas y con las muñecas cogidas entre sus dedos; dos en cada una de sus grandes manos.
          .-suelta bruto que me haces daño
       .-nos rendimos, nos rendimos
    La pequeñaja que acercó a toda prisa por detrás
.-tranquilas no puede haceros nada, lo tengo cogido por las orejas
    Soltó sus muñecas y los tres, rompieron a carcajadas con las ocurrencias de aquella mona.

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