martes, 1 de enero de 2019

Llegó 2019





   Los cuartos ya están sonando.
     Las uvas preparadas.
       En la copa de champán,
una alianza en el fondo.
   La expectación se hace silencio
en el momento en que suena
la primera campanada.
   Doce como cada año
acompasadas milimétricamente.
   Cuando llega la tercera,
la cuarta y la quinta,
el tragar se amontona.
   No se puede parar, hay que conseguirlo,
así dicta la tradición.
   La doce está a punto de caer,
toda una pasta a medias de masticar,
se traga de golpe, con fuerza.
   La última se degusta sola,
con el alivio de lo conseguido.
    Los abrazos, besos y copas,
se entremezclan en un jolgorio.
   Los ojos buscan a derecha e izquierda,
nadie puede quedar sin un achuchón.
        .- Cuidado don el anillo,
no lo vayas a tragar.
          .- Feliz año nuevo para todos.
     Las risas y lágrimas bancas,
se mezclan con los recuerdos
alzando la vista al techo
por esos que ya no están.
   Pero nadie los pronuncia,
no hace falta,
está en todos y cada uno de nosotros.
    Un año que se ha marchado
y otro acaba de nacer.
     Borrón y cuenta nueva
se pretende en la velada.
     Se alarga la algarabía
y al llegar la madrugada
cada mochuelo a su olivo
a seguir acurrucado
en el país de las hadas.
     El final ya lo sabemos
poco cambia en una noche
más bien que no cambia nada.
    Pero otro ciclo comienza
cargado con la esperanza
de que todo sea mejor.
        Los deseos son deseos,
y los sueños, sueños son.









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