He leído un mensaje en el facebook, y me
ha recordado que yo también me sentí solo durante mucho tiempo; incluso aún, en
fin altibajos en el tiempo.
Analizándolo en la distancia, encontré una
diferencia entre estar solo y sentirse solo;
siempre me encantó sentir la soledad como preámbulo a una fase de relajación,
cuando empecé a sentirme solo, no quise ver, que era el principio de un proceso
depresivo.
Notas que te falta alguien, algo o solo te
faltas tú, pierdes un montón de horas y
días encerrado en un espejismo que quiere parecerse a tu soledad, pero tu
soledad es tuya, esto no es de nadie, no es nada y estar en la nada es no
estar.
Nosotros, los fieles a Santa Farándula, nosotros que nos tiramos días de viaje, sin
dormir, mal comiendo, a cientos de kilómetros de casa para conseguir regresar
con doscientos cochinos euros.
Hoy te encuentras solo, seguro que tienes
un montón de gente cerca, esperando a que les des una llamada pérdida, para ir
a buscarte, pero para ti, eso no es suficiente; necesitas a alguien
especial. NO lo pienses.
Estamos hablando a ojo de buen cubero, de
trescientos, cuatrocientos, quinientos kilómetros de distancia, algo
habitual; de mal comer por el camino,
como siempre; de unas horas de viaje,
pero estas con tranquilidad, parando tantas veces como creamos necesarias, lo
importante es que no reciban una llamada diciéndoles que íbamos a verlos, lo
importante es eso: verlos, abrazarlos, recargar de amor y cariño, esa
cantimplora de nuestro interior, de la que echar un trago de vez en cuando en
esos momentos de bajón.
Entre ir, estar y volver, ¿de qué estamos hablando? de esas veinticuatro
horas a las que antes hacía mención, de
un miserable día del que depende el resto de días felices o una semana amargado
en una habitación.
Yo fui tan sumamente imbécil, que no quise
verlo, quizás en ese momento no tuve
quien me dijera algo tan sencillo y tan obvio, que no era capaz de ver; ya sé
que tu también eres imbécil, pero siempre te queda la posibilidad de dejar de
ser lo. Ahora, !ya!, da igual la hora que
sea, coge las llaves del coche y vete a ver a tus padres, hermanos o yo que sé
a quién deseas ver realmente, pero seguro que hay alguien especial; nosotros seguiremos aquí cuando vuelvas y tal
vez, no te apetezca llamarnos, simplemente querrás estar un rato con tu
soledad, pero no te sentirás solo, todo tu cuerpo estará cubierto por la sensación
de ese abrazo tan corto como intenso y en tu mente resonaran las palabras tanto
tiempo esperadas, las que nadie sabe pronunciar como ellos, aunque no abran la
boca.
Amig@, no lo pienses más, deja de leer, a
quien le importa lo que pone en este escrito mío; vete, vete sin mirar atrás, sin
preparar nada, sin que nada te haga perder el tiempo o pensártelo dos
veces; en estas horas pueden encontrarse
los minutos más dichosos de todo el año, los segundos más recordados durante
toda una vida.
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