jueves, 20 de febrero de 2014

Angélica-16.- Bienvenidos a la casa del señor

    Una vez dentro de aquella sala, la música resultaba ensordecedora y las luces dando vueltas continuamente les hicieron sentarse, para evitar el mareo.  El primer sitio que encontraron, unos taburetes altos al lado de la barra.
    Era un local pequeño, por lo que la noticia de la entrada de aquellas dos, corrió como la pólvora entre los clientes habituales, es decir todos.
       Se acerco el camarero:
        .- ¿quieren tomar algo?
.-yo no
    .- ¿qué cree que puedo tomar?
        .-no sé
   .-una copita de vino dulce
        .-lo siento, no tenemos 
   .-pues póngame un agüita fresca
        Puso un vaso de tubo sobre la barra, abrió un botellín de 33cl. vertió la mitad en el vaso y dejo el resto al lado.  
        .- ¿la entrada?
     .-no tengo
         .-entonces son tres cincuenta
     .- ¿tres qué? anda a robar a un camino (apartando de su lado, el vaso con el antebrazo)
         El camarero salió a hablar con el macizo de la puerta.
         .-oye, que la monja no me quiere pagar el agua
             .- ¿la monja? invítala y no me la nombres
        Entró de nuevo resoplando.
        .-hermana, está usted invitada, pero no tarden mucho en marcharse
    .-no majo, dentro de nada y gracias por la invitación
    La gente bailaba sobre un suelo de cristal, que se iluminaba de colores. En el techo, todas las luces cambiaban de color y no dejaban de girar. A los lados unas mesas con sillones bajos a su alrededor y al fondo una cristalera, tras la cual se veía a un chaval que hablaba continuamente por el micrófono para animar a la gente.
    Unos jóvenes con risa burlesca se acercaron a ellas.
        .-hola, ¿qué tal se lo pasan?
    .-bien ¿y vosotros?
.-vámonos hermana
    .-espera. ¿Que, de fiesta?
        .- ¿os apetece bailar con nosotros?
    .-no lo veo conveniente
        .-graciosa la monjita
.-dejarnos en paz
        .-que genio tiene la mocosa
    .-cuidadito con ciertas palabras - con voz firme -
        .-que miedo
.-vámonos
    .-no tranquila, tienen pinta de ser los tres muy gallitos
         .-adiós petarda
   .-a ver chulito, ¿quieres que baile contigo?
        .- ¿conmigo?
    .-sí, pero quiero algo a cambio
       .-ja, ja, esto se anima
    .- ¿sabéis donde está el instituto don Bernardo?
        .-pues claro
    .-justo al lado hay una iglesia. Bailamos un rato con vosotros (suelto por supuesto) y mañana los tres vais a misa de ocho a esa iglesia
       .- ¿a misa?, ¿baile usted sola?
    .-mira, los gallitos se han convertido en gallinas
       .- ¿gallinas? yo voy
          .-y nosotros
    .-os aviso, yo estaré esperando a menos cinco en la puerta, si no aparecéis, vendré por la noche a llamaros cobardes y dejaros en ridículo delante de vuestros amigotes
          .-de acuerdo
    .-ir uno a decirle al del cristal, que anuncie nuestro trato por el micrófono
           .-amigos, a continuación la actuación de una monja bailando en la pista. La condición es que estos tres colegas, mañana irán con ella a misa a las ocho de la mañana, han aceptado y todos somos testigos de su palabra. Ahora a bailar.
    .-Angélica, vamos a la pista
.-Bea, estás loca como una cabra
      Los cinco se pusieron a bailar, Sor Beatriz, intentaba imitar los movimientos de Angélica. La verdad es que no se le daba mal. Al principio resultaba gracioso, pero al momento, la gente empezó a pasar de la tontería y siguió a lo suyo.
        (Pasaron diez minutos)
    .-bueno, hasta mañana a las ocho menos cinco
        .-en menudo marrón nos hemos metido
            .-con la iglesia hemos topado
               .-pues yo no pienso ir
           .-será mejor, que vayamos, esta es capaz de armarla por la noche
               .-va, esta ni vuelve por aquí
    .-adiós caballero y muchas gracias por dejarnos entrar
        .-hasta nunca
    .- ¡ah! se me olvidaba, si no quiere que volvamos mañana a reírnos un rato, más le vale que se asegure de que esos colegas, estén a la hora donde hemos quedado
        .-tranquila que estarán, aunque solo sea por no aguantarla
.-en menudo charco nos hemos metido
    .-sí, pero estos mañana van a misa
.-y a usted que más le da
    .-si no van por si solos, habrá que llevarlos
.-cojamos un taxi y a la pensión, que ya es tarde
     .-oye, ¿y a ti quien te ha dado permiso para llamarme Bea?
.- ¿yo?
    .-sí, cuando hemos salido a la pista. Me has llamado Bea y loca
.-mejor que ni se imagine lo que la debería haber llamado
    .-no pasa nada, si me ha gustado, pero me ha resultado raro
.-señor, ¿está libre?
          .-si te parece estoy esperando a que llueva
    .-en fin, dejémoslo, llévenos a esta dirección
          .-ahora mismo hermana
     Llegaron a la pensión, subieron las escaleras sin hacer ruido y se acostaron. Demasiado tarde para hablar tras la ventana. A la mañana siguiente había que levantarse pronto para ir a misa.
     El despertador sonó demasiado pronto
    .-arriba, tenemos trabajo que hacer
.-un poquito más hermana
     .-arriba
.-ya voy
    .-ponte el uniforme
.- ¿ya, para qué?
   .-tu póntelo, luego lo entenderás
      A las siete y media, salían por la puerta que aún permanecía cerrada. Se acercaron hasta la iglesia caminando despacio, sin hablar, pensando en si aparecerían o no. pero si no iban, ¿cómo podría la hermana volver aquella noche a cantarle las cuarenta? tenían que estar en el convento a la hora de comer.
    Llegaron a la puerta de la iglesia, allí no había nadie. Claro, era demasiado pronto. Miraron al fondo de la calle, por allí venían los tres, custodiados por el armario de la entrada.
        .-aquí los tiene hermana, son todo suyos
   .-pero quédese usted también
       .-que estamos sin dormir
   .-por un ratito más, le prometo que va a ver algo que nunca olvidará
       .-por no escuchar su sermón, me quedo
    Entraron y se sentaron. En un banco los tres invitados. En el banco de detrás, Sor Beatriz entre Angélica y el portero.
     Comenzó la misa, todo estaba en silencio. De repente se oyó como una palmadita y al instante un ¡ay! La hermana  había sacudido la primera colleja.
   .-esto es lo que le pasa a quien se duerme en la casa del señor
     El portero y Angélica, no podían dejar de reír, tapándose la boca con la mano.
    .-Ssss, un poco de respeto
    Cada vez que a alguno se le caía la cabeza: zas, colleja. No tardaba mucho en tocarle a otro. Entre no dormir, las copas que llevaban encima y aquel silencio, el quedarse dormido resultaba inevitable.
   Llego un punto, en que la poca gente que había en el recinto, estaba más pendiente de Sor Beatriz que de lo que decía el párroco, (al que de vez en cuando, también se le escapaba alguna sonrisa que otra) Aquello si era un verdadero espectáculo.
    Terminó la tortura y salieron.
            .-nosotros nos vamos a casa
                .-joder, como nos ha puesto el cuello
                    .-si sé esto, ni aparezco
    .-bueno el día que queráis, bailamos
                .-ande usted a la mierda
       El portero puso el rostro serio.
         .-hermana, nunca pensé que diría esto. Estoy encantado de haberla conocido, cuando quiera tiene las puertas del local abiertas y a mí para lo que necesite
    .-es un tipo majo, solo cumplía con su trabajo
         .- ¿me permite estrecharle la mano para despedirme?
    .-claro, pero con una condición
        .-a no, mejor me voy
   .-espere, ¿se podría despedir de mí, con un abrazo? a un tío tan grande, no se le abraza todos los días
       .-venga ese abrazo y hasta siempre hermana
.-loca, que está loca
    .-y tu envidiosa
.-que pesadilla de mujer ¿pero para que le haría caso?
       Al regresar a la pensión las puertas estaban abiertas y la gente desayunando.    Cuando la señora las vio entrar su cara delataba sus pensamientos.
          .- ¿qué tal la noche?
     .-dormimos muy bien y madrugamos para ir a oír misa
          .-no, si yo no digo nada
     .- ¿no se da cuenta?
         .- ¿de qué?
     .-Angélica, se ha puesto el uniforme para tomar la eucaristía
         .-tiene razón, perdone mis dudas
.- ¿por eso me hizo poner el uniforme?
     .-ves; todo claro
.-tengo un hambre. Vamos a desayunar que hay que hacer la maleta para marchar
     .-hasta la doce, con tranquilidad
   Era la mejor manera de llegar justo a la hora de comer, para no deslucir la sorpresa que les tenían preparada.

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