lunes, 8 de febrero de 2016

Pillado infraganti



Un chorizo, un jamón y una morcilla,
     los pecados de un marrano
     que en pocilga pasó un año
     purgaban en la guardilla.

             Allá por el mes de enero,
     oreados por el frío
     de aquella cuerda colgados,
     esperaban ser manjar,
     dignos de estar bien curados.

 Descolgaron la morcilla
        hecha de sangre y cebolla
        para agregarla al potaje
        que impetuoso cocía
        sobre el fuego en una olla.

             El chorizo al poco tiempo
 en rodajas convirtieron,
   prepararon bocadillos
      en el día del patrón
          para todo un pueblo entero.

Esperando la ocasión
   el jamón quedó colgado
      solo a una cuarta del suelo.
               La ventana quedó abierta
            y no es bueno darle alas
         a quien quiere alzar el vuelo,
     en los despistes de algunos
  otros encuentran consuelo.

El gato lo fue probando
no fuera echarse a perder
el manjar de su señor.
    Hasta que fue sorprendido
    con las manos en la masa
    y pasó a vida mejor.

           A falta de aquel jamón,
    en la fiesta no podía
    faltar un buen estofado,
    carne blanquita y sabrosa
    sin las patas y sin rabo,
    un animal sin orejas,
    de conejo disfrazado.





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