Camino al estrado.
Pies descalzos que se arrastran
para detener el tiempo.
Manos que tiemblan de miedo.
Mirada nublada.
El sol que despunta allá en las montañas.
Griterío confuso en la multitud.
Un lazo en el cuello
con nudo trenzado,
cabeza cubierta con negro capuz.
De pronto el silencio Anuncia la hora.
Se abre la trampilla,
el cuerpo colgado queda de la soga.
La plaza se alivia, pensando,
que aquel al que han
dado muerte
era el único villano,
que estaba sobre el
cadalso.
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