domingo, 24 de abril de 2022

En Soledad

 


    Luce azabache la alcoba

cuando se apaga el candil.

      Las pupilas se dilatan

al menguar de las pestañas.

    Los pensamientos se escapan

      imaginando arco iris

           de acompasado latir.

Dedos caminan sin rumbo

      recorriendo palmo a palmo

            cada poro de su piel.

    Esas montañas nevadas

que siempre al cielo miraban.

        Esos vaivenes, sus ondas,

  que siempre estuvieron planas.

            Esa pradera de flores

    que quedaron sin semilla.

          El tiempo nunca perdona,

             la gravedad va afectando

                   a todo aquello que brilla.

 

 

      Recuerdos de juventud

cuando su cuerpo era esbelto.

            Alaridos susurrantes

     de lo que está por venir.

Los gemidos delicados.

     La ternura como senda.

          La suavidad como fin.

Lentamente, paso a paso

        imaginando un corcel,

       de largas crines al viento

       al que acariciar su piel.

              Cuando se ve el horizonte

           el cabalgar se hace intenso,

      ya no sujeta las riendas,

se le desboca el aliento.

     Un volcán hace erupción.

        Después una dulce calma.

            El cuerpo queda marchito,

                entre las sábanas blancas.




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