Anochece mirando al este.
La espera se me hace eterna
viendo salir la
luna en la oscuridad.
Rozando el acantilado
veo se
aproxima la espuma
en vertiginosa
caída al vacío.
La melodía del romper
las olas contra
la piedra
me hacen
desplegar las alas
que me
llevarán a ti.
Rozando las aguas
del inmenso
mar,
avanzo hacia
el horizonte
que se escapa
de mi vista.
Sé que vienes a mi encuentro
pero no puedo parar,
el deseo de
tenerte
no me permite
esperar.
El cansancio se desvanece
con la
claridad del alba,
las alas se
agitan con fuerza
al divisar un
islote
donde tener
tus abrazos.
Al tiempo de llegar yo,
momento de tú
llegar.
Juntos de vuelta los dos
con tu reflejo
en las aguas
iluminando mi
pecho.
El acantilado
espera
para descansar
el día
que espera el
atardecer
acorrucado en
mi lecho.
Ojos de Gata@2024
Intenso y apasionado poema, me gusta mucho!!
ResponderEliminarInmenso el mar e inmenso el poeta.Un abrazo
ResponderEliminarTriste vuelo.
ResponderEliminarSiempre nos queda el mar...
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