sábado, 19 de septiembre de 2015

Valdeluna cap .-7




    Bernardo ya está hecho un mozo.     Lleva unos meses ronroneando a Zoila;    una mocita con silueta espigada, alta, de genio recio como una mimbre y con aire altivo, como su padre Liberto, el que parece ser, ve la relación con agrado.   
     A la declaración de intenciones, serán acompañados, por la madre del uno y el padre de la otra.     Aproniana, deberá dar el visto bueno.  Testigos serán;  la madre de la una, junto con el padre del otro, como responsables, del buen enseñar a la convivencia en respeto a la nueva pareja.

         En la plazuela de Valdeluna, junto a las piedras que quedan del antiguo edificio derruido, han colocado dos asientos, forrados de telas rojizas.
          La mecedora de la matriarca, se balancea frente a ellos movida por la brisa, a la espera de que está llegue con paso cauteloso.        Las prisas nunca fueron buenas para decisiones importantes, compromisos que han de durar una vida.
        Cada uno, en su correcto emplazamiento colocado, deberá asumir las responsabilidades que de esa reunión resulten, o deberá rendir cuentas ante un  disciplinario comité  de ancianas al que más vale no enfrentarse.

            La matriarca tose y todos callan.

Aproniana.-  Bernardo, Zoila; ¿estáis aquí por voluntad propia y sin ningún tipo de presión?
Zoila.-
Bernardo.- claro
            Tras una colleja, que cae sin ruido, sobre su nuca pelada, como si nada hubiera pasado se oye un susurro.
            Andrea.-  un poco de respeto mozalbete
Aproniana.- vuestro cometido será el velar el uno por el otro;     procurar alimentos para vuestra descendencia; educarlos en el respeto hacia la naturaleza, el trabajo y la dignidad del resto de personas que aquí habitan.
  Impartir las enseñanzas que nuestros antepasados nos legaron, para que desde su infancia sean admirados por su comportamiento y a su muerte; que también llegará, venerados con orgullo por su descendencia.       Si acaso no estáis de acuerdo, podéis levantaros e iros.  Nadie os obliga y nadie os retiene.
         Unos minutos de silencio.   Ninguno se levanta.
Aproniana.-  Andrea y Liberto;  ¿aprobáis que estos, Zoila y Bernardo, vuestros hijos, abandonen vuestro techo  y formen un nuevo hogar para ellos y su descendencia?
Andrea.- 
Liberto.- que remedio
        Otra colleja, esta mas sonora y con peor intención, hace que los presentes salten de carcajada.
      Liberto, rascándose el cogote, sorprendido y a la vez avergonzado ante la mirada fija de su mujer que parece prometerle alguna más cuando lleguen a casa, agacha la mirada.   Cualquiera rechista.
          Andrea.-  hombres teníais que ser.

Aproniana.- espero que esto no se repita. No es cosa de risa que dos personas tomen esta responsabilidad.
    (De nuevo en la plazuela, el silencio se puede cortar)
Aporniana.-      Celsa, en este tiempo, has de preparar a tu hija, para que sea una gran madre.    ¿Te ves capacitada para ello o necesitas nuestra ayuda?
Celsa.-  me veo capaz de ello
Aporniana.-         Gorgonio, en ti delego la responsabilidad de construir los muros del nuevo hogar, donde criaran y darán cobijo a su familia ¿asumes este compromiso?
Gorgonio.-  lo asumo
Aproniana.-      dentro de ocho lunas negras, comenzareis una nueva vida en común.     Ahora tomad con fuerza el pico y extraer de la montaña las piedras que ella por mi orden os regala, para que los muros de vuestra relación sean consistentes.   Con humildad, coged tierra del valle  y agua clara del arroyo, para hacer la masa que los huna  para siempre,  de por vida,  sin que ninguna tempestad, pueda abrir grietas en ellos.   Con prudencia y  respeto;   escoged y talad los arboles necesarios, para que de sus troncos, salgan bigas que sujeten el techo que os dará cobijo y en su lugar sembrad de nuevo las ramas, para que vuestros hijos, (algún día no tan lejano),    también puedan tener un nuevo techo que resguarde a vuestros nietos.      Y  en este tiempo, hasta que amanezca el día en que esta decisión se haga efectiva, pensad:   No hay ningún compromiso que pueda primar ante la libertad individual de una persona, pero una vez dado el paso, uno es esclavo de sus actos y su voluntad no puede ser otra que el bienestar de su familia.
         (La anciana se levanta y se acerca a la pareja)
 .- Recordad estas últimas palabras;  sois libres, tan  solo vosotros sois dueños de regalar vuestra libertad, el bien más preciado que una persona posee.


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