sábado, 9 de enero de 2016

Jaula dorada





      cuerpo virginal brindado
ciego de amor y deseo,
pensando poner las rejas
y poder hacerlo preso.

     Alaridos pasionales
placeres falsos, fingidos,
que salían de su boca
con susurros y gemidos.

     En la cárcel de ficciones
ese pajarillo entró,
se dejó cortar las plumas
y en la palma de su amada
alpiste y mijo comió.

    Las lenguas del vecindario
dejan injurias flotando,
de amores que de mañana
entran en su dormitorio
cuando el está trabajando.

      A las preguntas absurdas
el silencio es otorgado,
los que entraban a escondidas
a otra cama se han mudado,
los años tienen su precio
y otro más joven llegado.

    Las plumas ya le crecieron
la puertita  tiene abierta
pero no quiere marchar.
  De la gruta de la vida
rompiendo el llanto salió,
el obsequio más hermoso
que nadie le regalo.

     Las dudas se disiparon
las mentiras, no son nada,
el siempre será cautivo
de aquella jaula dorada.











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