sábado, 3 de septiembre de 2022

El Ocaso Cap. 03

 

 


 

             Según entró en el habitáculo, los aullidos cesaron de golpe.

             Tago, quieto en la entrada, no se explicaba lo que había pasado, ni porqué camino había vuelto del más allá del  que hablaron sus ancestros.   El resto lo miraban con miedo; nadie había regresado nunca tras la salida del sol y menos pasados seis días y seis noches.

    Él les habló, de dos seres de rostros de luz;   que a uno de ellos le resplandecía como una media luna a cada lado de la espalda.

   Que había comido cosas desconocidas;   lo repugnante del olor en aquel lugar y la sensación de mirar a los ojos.

           Aquel hecho recorrió todos los habitáculos y todos empezaron a sentir un miedo atroz, se apartaban de él, su cuerpo aún conservaba restos de ese olor,  pero los niños     “estos más inocentes”      se ponían frente a él aunque a cierta distancia para mirarle a los ojos, los  que Tago, habría con fuerza, dejando ver sus pupilas enteras.

 

                 En la siguiente luna llena, se volvieron a oír las carreras, las carcajadas, las voces y los golpes. Tago ya no tenía miedo, sin poder salir, pues el brillo de la luna llena le causaría la muerte, entreabría una rendija en la gruesa puerta, esperando verlas saltar y correr.

     

      Una noche de cuarto menguante,  los sabios del lugar decidieron sacarlo al hospital junto con los tullidos para deshacerse de él y así nunca más volver  oír historias que enloquecieran a la comunidad.

          Tago se armó de valor;     hizo un montón con todos los resignados a morir siguiendo las normas impuestas y se encaramó a la alta tapia.  Entonces gritó:

                       .- LU-NAAAAA,  LU-NAAAAA.

         No estaban lejos de allí y llegaron enseguida.  Tago había caído al exterior de la tapia, estaba magullado y exhausto.

          El gritar aquellas silabas lo habían agotado.

Luna.- no te asustes, somos nosotras

                      - Tago dio varios aullidos-

Luna.- ¿ya estamos? mira que te doy

Alynka.- él no habla como nosotras

Luna.- es verdad, desde ahora hablaremos siempre en su idioma

Alynka.- vamos a casa, apóyate en nuestros hombros

   Tago llevaba su pierna lesionada por la caída.  Cuando pasaron por la puerta del habitáculo, hizo un intento de detenerse, para entrar de nuevo allí, en el sitio donde no lo querían.

Alynka.- no, aquí no, a casa

Luna.- a la nuestra  –tocándose el pecho-

Tago.- tú Luna, yo Tago

Alinka.- te vamos a curar, pero te va a doler

                Curar y ayudar no estaba en el vocabulario de su especie, pero ya lo aprendería.

  A las afueras se sentaron a descansar y lo cubrieron con un amasijo hecho de cachos de tela anidados para poder protegerlo del reflejo de la luna.

 Alynka.- nunca nadie debe saber el sitio donde vamos

Tago.- más allá

Luna.- nunca, nunca, nadie

Tago.- nunca nadie más allá

           Cuando llegaron el olor le impedía entrar.

       Había otra grieta cercana aunque un poco menos profunda.      Esa sería la casa de Tago.

   Sabían que de esta vez no intentaría escapar en la noche, pues era repudiado por los suyos.

Alynca.- ahora te va a doler, agarra estas piedras entre tus manos y apriétalas fuerte

Luna.- preparada mamá

   –Apretando sus manos por encima de las de  Tago-

    Alynka cogió su pierna por el tobillo y de un tirón seco, colocó su rótula.   De su garganta salió un alarido que se pudo oír desde los habitáculos, aquello que estremeció a todos.

                    Para evitarle más sufrimiento Luna le lanzó un golpe certero al cuello que lo quedó dormido y  después se dispuso a entablillarle toda la pierna.

Luna.- lo siento mamá, pero…

Alynka.- piensa un poco

Luna.- era porque no sufriera

Alynca.- pues entonces,  si es por eso,  el golpe dáselo un poco antes de que yo me ponga a colocarle el hueso

Luna.- claro, mejor, para otra vez ya lo sé

 

            Pasaba el tiempo, Tago ya recuperado, para nada salía de su grieta.

           Era amplia y le abastecían de  aquella cosa a lo que llamaban comida.    Se encontraba fuerte, vigoroso como nunca antes.

     A cambio de sus cuidados, él les contaba cómo vivían;  que las piedras que caían del cielo las trituraban y estas servían de filtro para el líquido voraz que se recogía en grandes recipientes; luego lo dejaban reposar  y eso era su alimento.  Un cacito diario por ser.  

    Era algo escaso, por lo que para conseguir no quedarse sin él, se abrían paso a golpes hasta llegar al repartidor.

     En alguna ocasión alguno quedaba malogrado y lo que no sirve va al sitio del nunca más.

Luna.- o sea mamá se refiere al hospital

Alynka.- sí hija sí, menudo hospital

       

         Los de piel oscura, tenemos que recoger las piedras y los pálidos, mueven las ruedas del molino y la estrella que proporciona luz.

Luna.- ¿y los niños?

Tago.-  retiran los restos en cestos  a un montón;  esos gases les provocaban abultamientos en la piel y pocos llegan  a una edad mediana

Luna.- y tú ¿Cuántos años tienes?

Tago.- no se años

Alynka.- y qué más da

 

     Tago estaba totalmente recuperado. Ahora eran tres.

 Alejados de los habitáculos, corrían, levantaban pesadas piedras, trepaban con rapidez y habilidad por peñascos escarpados.  El cuerpo de Tago era distinto, había cogido fuerza y destreza en sus movimientos.

 

          Las noches de lluvia permanecían los tres en la casa combinando enseñanzas mutuas.

          En luna nueva a tago le gustaba aproximarse sin ser visto y observar callado a sus hermanos recogiendo esas  piedras caídas.

       En cuarto creciente, tenía prohibido asomase

        (No pensaban que fuera bueno que viese que aquel alimento eran sus hermanos)

     El resto, a preparar su cuerpo para hacerlo más fuerte y ágil.

                          Excepto en Luna llena, que era la noche de correr y soltar carcajadas golpeando las piedras por todo el poblado ellas solas.

Tago.- Cuanto me gustaría ir con vosotras, pero esa luz me abrasaría

Alynca.- podrás venir y saltarás junto a nosotras

Tago.- cuando

Alynca.- primero hemos de hacer varias cosas

Luna.- ya verás, es muy divertido.

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario