lunes, 19 de septiembre de 2022

El Ocaso Cap. 08

 

 

    Pasaba el tiempo y Alynka no encontraba el momento dentro de su incertidumbre.    Tenía que contarle toda la verdad a Tago y algunas cosas a Luna que aún no sabía.

     ¿Estarían preparados?    No podía tomar una decisión sin consultarla con ellos y oír su opinión.

 

          Primero intentó explicarles  lo que eran los ángeles y como ella había llegado a formar parte de ellos.

  Les relató con detalle las historia de su bisabuelo, cómo el destino hizo que conociera a Juan   “aquel forastero de ojos verdes”, de cómo él la volvió a reencontrar pero en el cuerpo de Rubén y de los males que azotaban aquella sociedad y las circunstancias en las que le tuvieron que vivir y morir.

      De la primera noche en el cementerio y de los meses posteriores en aquella grieta hasta que nació Luna.

Luna.- ¿pero mi padre quién es?

Alynka.-  pues no lo tengo claro, genéticamente Rubén, pero eso creo da igual; para mí, tú eres hija de Alhaba. Hija y tataranieta de dos ángeles

Tago.- entonces tú, ¿eras mala?

Alynka.-  después de tantos años, no tengo nada claro

Tago.- pero Virginia…  era muy mala

Alynka.- pero yo no soy Virginia y tampoco me atrevería a juzgarla;    Esto solo es su cuerpo

Tago.- y mi cuerpo ¿de quién es?

Luna.- tú cuerpo es tuyo, no tienes ningún ángel dentro, o eso creo.

Tago.- ah. Vaya susto

 

          Les habló del reino de la luz; que si su puerta no se habría pronto de nuevo, todo sería pasto de las tinieblas.

  Que las alas de los ángeles se terminarían difuminando. Les contó de aquellos que deambulan por la penumbra y vuelven al mundo convertidos en piedra.

      De ese resplandor que portaba ella, que ya no tendría sentido.

Tago.- ahora lo entiendo

Alynka.- ¿de verdad lo entiendes?

Luna.- pues yo no

Tago.- por eso tu luz en la cueva no dañaba mis ojos aún siendo tan intensa

Alynka.- puede ser

Luna.- porque ella es especial

 

       Llegaba la hora de revelar algo doloroso, ese secreto guardado durante tanto tiempo.   Alynka, por un instante agachó su mirada avergonzada de lo que debía contar a Tago.

   

     -Luna se acercó a  tago y echo su brazo por encima del hombro-

 

Luna.- por favor Tago intenta entender;  tú eres como un hijo para ella, como un hermano para mí, pero…

  No tuvimos más remedio, teníamos para sobrevivir.

Alynka.- tienes que saber que nuestro primer alimento, con ese mismo que a ti te alimentamos,   con ese, el que durante tiempo subsistimos hasta encontrar animalitos, aquello era la carne de tus hermanos, los que quedaban sin vida, tirados, al no poder llegar de vuelta en la noche tras la recolección de piedras.

 

Tago.- ¿Y yo?

Alynka.- tú, era distinto

Luna.- es que tú estabas vivo, pero te tuve que atizar

          -Tago la miró fijamente--

Luna.- oye, que me intentaste morder

Tago.- lo siento, tenía miedo

Luna.- no teníamos otra cosa que comer, tienes que perdonarnos

Tago.- pero porqué, eso no es malo

Luna.- ¿no es malo?

Tago.- vosotras no quitabais ninguna vida, pero ahora si estamos robando la vida a los animales y a las plantas

Luna.-  bueno, visto así

     -Tago entonces se quedó mirando fijamente a Alynka-

Tago.- según nos dices, eso que llamáis alma, es devuelto en forma de piedra.    Vosotras utilizabais los cuerpos, mi pueblo reutiliza las almas, pero mi pueblo no es malo, no mata.

Luna.-  pero ser bueno es curarlos

Alynka.- tal vez ellos no saben

Tago.- yo he aprendido que salvar es bueno y por eso los arrastro hasta la puerta

 Luna.- cuando tú mueras, seguro que volverá a abrirse la puerta del reino de la luz para ti y seguro deprenderás  más  brillo que cualquier ángel.        

         Estaba a punto a amanecer, sus ojos se cerraban de sueño, se acostaron, pero tardarían mucho en quedarse dormidos pensando en esa conversación.

 

   Alynka estaba llena de contradicciones, lo que siempre había asumido como bueno no lo era.   Las tradiciones y reglas que habían imperado en las distintas sociedades como mandato divino no las entendía.

       Tenían mucha más razón de ser las palabras sencillas que escuchaba de los labios de Tago, que todo lo dicho por sus maestros durante años.     

   ¿Deberían dejar de comer animales y dejarse morir en soledad dentro de su oscuridad?

 

      Tago y Luna, una noche fueron a jugar al cementerio, buscarían algo parecido a eso que Alynka llevaba colgado al cuello y que era tan bonito.   Ella (Alynka) se marchó sola a observar a los recolectores y a pensar.

  Si alguno caía,  lo recogería para que a su partida,  Tago no se encontrase solo.

                Todos entraron;    todos menos uno que quedó tumbado bajo su cesto.     Alynka se acercó;   demasiado tarde, su cuerpo estaba sin vida.

            Intento darle aliento de nuevo, para cargarlo a sus espaldas y llevarlo a la grieta, pero todo resultó inútil.

      Esperó a su lado cogiendo con fuerza sus manos; ya estaban demasiado frías.

        Allí lo dejó.    Nadie vino a untar su frente de negro, nada salió de su cuerpo que se dirigiese al firmamento.

 

          Volvió desolada; su tristeza era la contraposición al exultante ánimo de los dos alborotadores.

  Habían encontrado una piedrecita blanca, trasparente y estaban tejiendo una bolsita donde meterla  para luego poderla llevar colgada al cuello.

 Luna.- mira, la hemos encontrado y es muy bonita

Tago.- mañana buscaremos más y así ya tendremos un colgante para cada uno    

Luna.- este es para Tago, porque la vio él

Tago.- íbamos andando y de repente vi como brillaba.

 Parecía tener luz propia como tú, pero no creo, solo era que en ella, se reflejaba un rayito de la luna

Luna.- pero es muy bonita, mira y es transparente

 

    -- Alynka no hizo demasiado caso al hallazgo en ese momento—

 

 

Tago.- que te pasa que estás tan triste

Alynka.- que no he podido ayudarle;   se ha quedado allí tendido, sin vida. Están tan deshumanizados que ya no tienen alma.  

Luna.- entonces son…

Alinka.- sí, como los animales, no entienden del bien ni el mal, solo se rigen por las leyes de la naturaleza, su única misión es sobrevivir con los medios que se exponen a su alcance

Tago.- ¿entonces yo tampoco tengo alma?

Luna.- ¿y yo tampoco?

                Alynca cogió sus manos y cerró los ojos;    pudo sentir como la fuerza del bien le invadía los antebrazos y recorría su cuerpo entero con gran fuerza, como si una corriente eléctrica la abrazase

 

Alynka.- sí, vosotros tenéis alma y es muy grande y fuerte.

 

       


 

 

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